¿Mi animal favorito? Es el más bello y fuerte de todos. También es un símbolo de valentía. Tiene el pelaje del atardecer, con trazos de noche. Dos ojos de zafiros brillantes le acompañan al cazar. Sus garras y sus colmillos están hechos de marfil puro. Es el más fiero de todos los felinos. Y tiene un nombre: Tigre.
De hecho, yo tenía uno. Crecimos juntos, como hermanos. Se acurrucaba conmigo si notaba que estaba triste. Me daba lametones con su gran lengua si veía que estaba enfadada. Y saltaba y jugaba dando zarpazos al aire si me sentía alegre.
A veces, Koga me acompañaba al instituto, y si veía que alguien me miraba mal, le rugía. Su rugido era el temblor de las montañas, hacía derrumbarse el cielo y apagarse el sol. Koga podía ser muy tierno o muy fiero.
Un día llegaba tarde al colegio, él sabiéndolo, me llevó en su lomo. Corría más que cualquier guepardo, y mi pelo era azotado por el viento. Se podría decir que incluso dejaba una estela de fuego. Gracias a esa carrera, llegué dos minutos antes. Alguien me empujó y Koga gruño. Luego rugió con más potencia de la usual.
Cuando salí de clase, alguien me empujó de nuevo. Vi como dos luces radiantes me amenazaron. ¡Un coche no podía parar, me iba a atropellar!
Lo último que vi antes de caer fueron dos ojos azules.
Me desperté sobresaltada. Un hombre estaba conmigo. Bueno...hombre...Sus rasgos eran felinos, la piel era anaranjada y tenía las uñas de cal. Apenas podía mantener el conocimiento
-¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado? ¿Quién eres?- dije a media voz.
-No hagas tantas preguntas y descansa.-dijo con una voz grave pero hermosa. Me percaté de que estaba en la terraza de mi casa.
-Me encuentro mejor, gracias.-creo que me sonrojé.
-¿Seguro?-su mano tocó mi frente.
-Sí, y dime, ¿me has salvado tú?-insistí.
-Sí...podría decirse así...Me llamo Koga.-sonrió.
-Ah...qué gracioso...te llamas igual que...y pareces un...
-¿Estás delirando otra vez?-preguntó.
-No.-asintió.
-Creo que me voy.
-¿Volveré a verte?
-Es lo más seguro, pero no sabrás cómo.-qué rarito es el chaval, pensé. Se levantó y se tiró por la terraza. Yo me asusté, pero luego le vi saltando de tejado en tejado.
No sé cuánto pasó antes de que mi tigre subiera a la terraza. Pero, me recosté sobre él y me dormí poco a poco.
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