Me dirigí con paso decidido a la cafetería donde todo aquel embrollo inició, solo había tres opciones posibles, por lo que en teoría no debería llevarme mucho tiempo, aunque aquello era una carrera a contrarreloj. No serviría de nada que los institutos estuvieran cerrados para cuando llegase, ¿qué sentido tendría arriesgarse de esa manera entonces?
''Prefiero ir por calles poco transitadas, aunque el camino sea más largo, a ir como un ladrón encapuchado por las principales, va a ser muy cantoso'' – solté una pequeña risa al repetir la frase en mi cabeza. Me parecía irónico que prefiriese que no me confundieran con un ''ladrón encapuchado'' cuando ya lo era, y de los poco inteligentes, puesto que en ninguno de los hurtos que había cometido me tapé la cara.
Era casi la hora del descanso de clases y algunos alumnos ya se dejaban ver por las calles, quizás porque habrían decidido saltarse la clase anterior. Era el momento perfecto, pero no el lugar indicado, pues desafortunadamente no había ni rastro de las chicas ni del policía en el primer instituto. Tiempo perdido fue lo único que pude encontrar allí.
Quedaban casi dos horas antes del siguiente descanso, así que muy a mi pesar debía encontrar un buen sitio para esperar hasta entonces. No sabía que podía hacer, ¿cómo iba a mirar a toda la gente de dos institutos diferentes en los escasos 20 minutos del segundo descanso? Además las dos opciones que me quedaban no es que estuvieran muy cerca la una de la otra precisamente.
Me encontraba absorto y enfrascado en hallar una solución, deambulando por una calle contigua al siguiente instituto, nervioso porque cada segundo era tiempo perdido y no podía dejar que esa chica le contase todo al policía. No fue hasta mi segunda vuelta por allí, que me percaté de que una gran casa en ruinas se alzaba ante mí, imponente como un castillo.
La observé unos minutos, debía de tener unas tres plantas más un ático, ya que se podía ver una pequeña ventana si observaba desde un lado. En ese momento, me di cuenta de que la solución estaba frente a mis propias narices.
'' ¡Menuda casualidad! ¿De verdad estaba esta casa antes cuando pasé? Después de esto, creo que ya he gastando toda mi suerte de los próximos veinte años...''
Toda la mansión, de fachada ennegrecida y con todas las ventanas entablilladas, estaba rodeada por un jardín y una verja alta, de hierro que parecía ser lo más cuidado del lugar, pues intenté abrirla sin éxito alguno. Avancé por uno de los laterales de la casa, hasta que la verja dio paso a un muro de piedra mohosa y corroída en la parte de atrás.
Unos cuantos gatos se aproximaron a él y clavaron fijamente sus ojos amarillentos en mí durante algunos segundos. Después, uno a uno fueron desapareciendo por debajo, descubriéndome así una entrada secreta un poco estrecha, pero justa para que pudiese entrar una persona adulta.
Tras la valla, la vista no mejoraba mucho; un jardín tan olvidado como la casa, lleno de hierbajos, árboles secos y trastos que quizás dejaron allí los dueños antes de mudarse o vete a saber qué.
Se respiraba un intenso olor a putrefacción, casi vomitivo por todo el lugar. Nada más entrar a aquel desidioso lugar descubrí la causa: cadáveres de ratas muertas, principal manjar de los nuevos gatunos inquilinos, yacían por todo el suelo, algunos en un muy avanzado estado de descomposición.
A aquella repulsiva bienvenida le siguió el ambiente tétrico interior; cada rincón apestaba a perro muerto y humedad, con un ligero toque a madera quemada. Apartado de la cálida luz solar, todo estaba sumido en la penumbra, de todas partes colgaban finos hilos de telaraña, las cucarachas se habían adueñado por completo del lugar y el polvo se había comido los muebles deslucidos que todavía quedaban en aquella casa.
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Illusia Alter Ego
FantasyA veces, una visión puede ser tan real, que deja de ser una mera ilusión; ¿Qué pasaría si nada de lo que ves es completamente real, y todo lo que has creído imaginar tiene algo de verdad? Porque no todo es lo que parece, y donde hay luz siempre hay...