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Tenía 19 años cuando ocurrió, esa madrugada desperté en una habitación oscura, en la que apenas entraba la luz amarillenta de la calle a través de los huecos de las persianas. Mi cuerpo no respondía y mi memoria mucho menos. ¿Qué había pasado?

Unos momentos después, tras algunos cuantos intentos fallidos, logré incorporarme en el asiento en el que estaba y noté una presión fuerte en mis manos, no podía moverlas, tampoco mis piernas, pude sentir al forcejear todavía más que mis pies y manos estaban atados con cuerdas al asiento.

Recuperando un poco de mi lucidez, comencé a desesperarme, miles de preguntas empezaron a recorrer mi mente y algunas respuestas aparecían borrosas.

En ese momento escuché que se encendió una radio en otra habitación, "Cold Cold Cold" sonaba a lo lejos, el corazón se me iba a salir del pecho. Frente a mí había una cámara que me reflejaba en sombras en su enorme lente, estaba encendida. Mi boca estaba sellada con cinta aislante, no podía gritar, no podía moverme ¿Qué iba a hacer? Lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas mientras seguía removiéndome torpemente en la fría silla de metal. -Voy a morir- pensé.

Alguien caminaba nerviosamente en el pasillo, podía sentirlo, yendo de una esquina a la otra tamborileando sus dedos contra la pared y la puerta. Mientras, un sudor frío empapaba mi espalda y un escalofrío me recorría entera. Estaba intentando jugar conmigo.

Y así permanecí varias horas, sumergida en el oscuro cuarto escuchando los inquietos movimientos en el pasillo, hasta que pude oír que se abría la puerta que estaba a mis espaldas. Unos pasos lentos me rodearon suavemente hasta que tuve frente a mí a un chico no mayor que yo, rubio y con ojos claros, que me miraba fijamente con una expresión que nunca podré describir, una mirada tan profunda que me estremecía.

-Hola, me llamo Ian-Me dijo temblando. Comenzó a reír nerviosamente viéndose las manos.

Respiraba de forma irregular, hablaba en voz baja para sí mismo, riéndose.

Se puso a mi lado y acarició un mechón de mi pelo.

-Este es un secuestro que no va a tener final feliz- Continuó, y se acercó tanto a mí que podía sentir su agitada respiración en mi cuello.

-Aquí acaba tu existencia. Es curioso lo que es la vida ¿no? es curioso cómo naces, gracias a dos personitas que te han dado la vida, y mueres, gracias a una personita que ha decidido quitártela... Hay quienes encuentran más belleza en la destrucción que en la creación.-me susurró con los ojos clavados en los míos, golpeando con sus dedos los lados de la silla.

Otro escalofrío me sacudió y volví a sentirme perdida y desesperada. Él estaba completamente loco, no sólo iba a matarme, también pretendía torturarme.

Comenzó a enumerar sus morbos y describir todas las sensaciones y pensamientos sobre lo que estaba haciéndome. En ese momento perdí la cordura, mis ojos chocaban contra las esquinas de la habitación, desorientados, si seguía susurrándome de esa forma iba a desmayarme. Las lágrimas caían compulsivamente otra vez, sin control, solo podía emitir guturales gemidos que nacían desde mi garganta. Iba a morir.

Ian, al oírme llorar, comenzó a gemir extasiado, ¡lo estaba disfrutando! ¡Hijo de puta!

Intenté contenerme únicamente para que dejase de disfrutar de mi sufrimiento, me tragué mi desesperación y me enfoqué en cada uno de sus movimientos. Si tenía una oportunidad de hacer algo para huír, la iba a aprovechar.

Se acercó a mí otra vez pero esta vez trajo con él un par de lentes. ¿Pretendía seguir jugando conmigo? pues que lo intente. Ahora me invadía una necesidad de enfrentarlo, quería matarlo yo a él... quería soltarme y golpearlo en la cara... quería...

Comenzó a chocar sus dedos rítmicamente contra el cristal de los lentes mientras continuaba hablándome, susurrando. No tardé mucho tiempo en notar que lo que hacía me provocaba una sensación que nunca había sentido antes, los sonidos que hacía entorpecían mis pensamientos, hacían que solo me concentrase en ellos, me hipnotizaban. Un cosquilleo descendió desde mi nuca partiéndome a la mitad. ¿Qué estaba haciéndome?

Continuó susurrándome todos y cada uno de los pensamientos que atravesaban su mente, mientras yo me ahogaba en un océano de sensaciones, confundida, sentía que iba a quedarme dormida ahí mismo.

Un intenso ardor en el rostro me despertó de mi desvarío, Ian me había quitado la cinta. Volví a la realidad.

-¡Ayuda! ¿Alguien me escucha? ¡Ayuda por fav...- grité con todas mis fuerzas pero fue inútil, la cinta volvió a cubrir mi boca violentamente. Él estaba furioso... ¿qué esperaba que hiciera?

-No me grites, no grites, no grites joder- me dijo impaciente. -Si no te hubiera tomado cariño ya estarías muerta. Mira, te voy a quitar la cinta otra vez, y no quiero que grites, no me ofendas. Solo dime si te lo estás pasando bien o no.- Volvió a tirar con fuerza para dejarme contestar.

-No- espeté mirándolo a los ojos, desafiándolo.

-Vaya, que lástima, ¿Qué podría hacer para que te lo pasases mejor?

-Dejarme ir- pedí inútilmente.

-No, no te voy a dejar ir, ¿Qué te crees?- dijo Ian riéndose impunemente de mí.

Estaba abrumada, por la forma en la que me hablaba sabía que no habría forma de escapar de él, era imposible salvarme, solo me quedaba esperar. Ahora solo había resignación en mí, buscaba desafiarlo con la mirada, buscaba que se atreva a matarme de una vez, luego de tanto drama, ¡quería que acabara con esto de una vez!

Volvió a cubrir mi boca y me propuso cerrar los ojos e imaginar, yo, rendida, lo hice.

-Piensa que ya no tienes cuerdas en las manos, puedes hacer lo que quieras con tus manos. Puedes levantarte, eres libre totalmente, puedes levantarte y caminar, puedes hablar, por supuesto que puedes hablar. Aquí no hay ninguna habitación, eres libre, tienes un campo abierto, puede que a varios kilómetros tengas un pueblo. Y puedes correr, y correr, y correr, y correr... sientes la brisa, el aire puro. Y corres, y corres, y corres, y sigues corriendo, y...

Un monstruoso dolor partió mi abdomen en mil pedazos. Lo último que oí fueron los delirantes gemidos de Ian, viéndome morir, fascinado.

Mi mente divagó unos segundos antes de quedarse en un profundo silencio, no pasó mi vida frente a mis ojos, pero sí me inundó una abrumadora sensación de que, de alguna forma, había parte de ese psicópata en mí. Había un monstruo oculto en algún rincón perdido de mi interior. Me estremecí por última vez, mi cuerpo se iba, pero ese lado oscuro y enfermo que estaba dentro de mí cobró vida justo después de que yo perdí la mía.

Y volverá a por tí, Ian.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2017 ⏰

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Disturbed. (One-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora