Capítulo 4: No fue un sueño.

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Parpadeaba muchas veces, mi vista estaba nublada, todo lo veía borroso, poco a poco se aclarecían las imágenes y vi el techo de mi habitación. Entonces pensé que nada había pasado, que todo era un sueño, mejor dicho; una pesadilla. Me mantuve tranquila y aliviada pensando en que nada había ocurrido y que no era una loca come personas. Mi mamá subió a mi habitación y esta vez entró sin tocar la puerta, se sentó en la cama, a mi lado.

—Estaba muy preocupada por ti— dijo, realmente con cara de preocupación.

—¿ Y eso por qué, mamá?, si yo estoy bien— contesté confundida.

—Hija, me tuvieron que llamar desde la delegación, tú estabas mal, estabas como en un estado de shock, porque no te movías, hasta te llevamos al hospital— en ese momento, la expresión de mi cara cambió, mi corazón volvía a palpitar de manera incontrolada—. Desde ayer dormiste y no te has levantado por mucho tiempo, pues te llevamos al doctor ya que estábamos muy preocupados,  te diagnosticó un fuerte estrés y le pareció que la mejor manera de que te tranquilizaras era sedándote. Como ya ves, ahora es que estás despertando.

Lo que escuché era difícil de creer, pero lo explicaba todo, se veía tan real porque lo era, porque significaba que sí lo había matado, incluso lo devoré, yo lo maté. Sentí a mi corazón partirse en dos, son series de dolores que nunca había sentido jamás en mi vida. Enterarme de que sí había sido violado por Jheff, de que le quité la vida; fue difícil.

Empecé a hablar con mi conciencia, conmigo misma, pensar en por qué hice las cosas.

—¡Soy una asesina! Una loca desquiciada, yo...yo tengo que entregarme a la policía y que ellos me lleven al manicomio, porque...porque no hay otra explicación lógica, yo no quise hacerlo, debo estar loca.

—¡No estás loca!— exclamó una voz femenina, como si mi conciencia me estuviera tratando de decir algo.

—¿Puedes contestarme?— pregunté confundida. Mi voz y la de ella hacían eco en mi cabeza, debido a que al parecer yo era la única que podía escuchar lo que decía, como en las películas.

—¡Claro que puedo!— dijo afirmándome la pregunta— Soy aquella que habita más allá de tu conciencia.

—¿Mi subconsciente?— seguí preguntando confundida.

Tu subconsciencia no, está bien, soy tu conciencia, soy capaz de decirte lo que está bien y lo que está mal.

—¿Y por qué apareces hasta ahora? Se supone que debiste estar ahí toda mi vida...— fui interrumpida por la voz.

—¡Claro que estuve allí!— exclamó— Siempre lo estuve, solamente que no te hablaba y ya, no lo habías necesitado.

No, yo esa no me la creo, claro que no, yo lo que estoy es loca— dije defendiendo mi punto de vista.

—Si eres testaruda. Claro que no, no eres ni la primera ni la única a la que su conciencia le habla, no seas tonta— dijo intentando convencerme de que era mi conciencia.

Yo tengo que ir con un parapsicólogo, porque lo que vi ese día, lo que vi el domingo fue.... aterrador— sentí a mi alma salirse cuando recordaba todo lo que había pasado, mi voz se había quebrado—. Me voy a entregar, es lo más mínimo que puedo hacer.

—¡No te vas a entregar!— dijo aumentando el tono de su voz— Solamente hiciste justicia, y eso te lo deben agradecer. Lo que pasa es que el ser humano no sabe apreciar lo bueno.— Eso que escuché fue ridículo, «yo soy una asesina, no tenía porque matarlo, eso no es justicia...es venganza.» Eso fue lo que pensé.

Asesina: El secreto de LysaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora