Después de que Eleanor desapareciera, decidí que lo mejor sería regresar a la fiesta con mi madre.
Regrese por aquellas extrañas escaleras y llegué a la biblioteca, vi el libro que Eleanor había quitado sobre el escritorio que se encontraba en el centro de la sala y lo regrese a su lugar. Y como por arte de magia los libreros cubrieron de nuevo el curioso pasaje. Después salí casi corriendo de la biblioteca y volví al salón de baile.
Y ahí estaba mi madre sentada en el sofá de la esquina mirando a la nada. Me dirigí hacia ella y como sintiendo mi presencia volteó
- ¿Y Lady Owlnight? -pregunte tratando de hacer conversación.
- ¿Maryse? Hace un momento regreso su hija y ambas acaban de marcharse -contesto despreocupadamente mientras contemplaba el baile que sucedía frente a sus ojos.- Y Eleanor ¿qué te pareció?
- ¿Qué quieres decir?
- Me refiero a si te agrado, en lo personal me encantaron sus ojos negros, pero que linda se veía.-dijo mi madre con una sonrisa.
- ¿Negros? -¿pero cómo no se daba cuenta que Eleanor tenía los ojos rojos?- Bueno, si es agradable, un poco extraña, pero no me parece una mala persona.
- Mmmm...¿Extraña? ¿Por qué? Me parece una buena chica que además de todo es bastante linda.
- Si, olvida lo que dije.-Pero mis palabras no eran del todo ciertas. Eleanor era extraña, pero no de una forma mala, más bien...diferente.
- Estoy cansada, hijo ¿me llevarías a mi habitación? -dijo mi madre con ojos cansados.
- Claro -conteste simplemente.
Mi madre padecía una enfermedad que le hacía dormir mucho y la mantenía débil, era usual que perdiera el color de su ya de por sí pálido rostro de repente. Sus ojos color almendra perdían su luz cada vez que recaía. Su cabello una vez totalmente rubio, tenía ahora demasiadas mechas blancas. Pero a pesar de eso mi madre era mi madre, y eso la hacía verse hermosa, al menos para mí.
- Hijo, tu padre vuelve mañana por la noche.
Eso me saco de mi ensoñación. Mi padre el duque Clause Lutwidge, un hombre respetado por todos en Warehive, volvería mañana. El desde que recuerdo nunca fue muy afectuoso, era serio y estricto, no lo veía muy seguido así que era normal que no supiera mucho de él. Las veces que solía verle, que no eran muchas, se comportaba del todo indiferente, bueno sé que me quiere o eso me gustaría pensar, en realidad él nunca me lo había dicho.
- ¿Me escuchaste Xerxes? -dijo la voz de mi madre interrumpiendo mis pensamientos.
- Si madre, perdón.-conteste.
- ¿Me traerías mi medicina por favor?
- Le diré a Celia que la prepare.
- Bien.
Abrí la puerta del cuarto de mi madre y con cuidado le ayude a recostarse sobre su cama.
- Descansa, llamare a Celia.-le dije para luego darle un beso en la frente.
Salí del cuarto y con la campañilla de la mesa junto a la puerta llame a Celia, la criada de más confianza de mi madre. En unos segundos vi a Celia caminando por el pasillo en mi dirección para luego detenerse.
- Joven Xerxes ¿qué puedo hacer por usted? -pregunto Celia cordialmente como siempre.
- Prepara la medicina de mi madre y llévasela a sus aposentos, por favor.
- Si, joven Xerxes.- dijo y volvió sobre sus pasos.
Me dirigí de nuevo a abajo para despedir a los invitados. Los criados se encargarían de lo demás.
- Gracias por acompañarnos, que el año próximo resulte productivo y satisfactorio para todos vosotros.- dije para después retirarme a mis aposentos. Qué día, pensé.
En mi habitación ya dispuesto a dormir, escuche un ruido procedente de mi ventana, salí al balcón y me encontré con una roca que tenía atada una nota. Comencé a desatar la nota y a desdoblarla.
Para Xerxes Lutwidge:
Lamento haberme ido sin despedirme, sé que es la primera vez que nos vemos pero en verdad me gustaría volver a hablar contigo. Sé que tienes preguntas y pienso contestarlas. Te espero mañana en los rosales de la mansión Owlnight a mediodía.
Con mis mejores deseos:
Eleanor Owlnight
Volví a leer la nota un par de veces. Eleanor. Ella quería verme, volver a verme para ser específicos. Pero si había desaparecido sin más, habría sido hace tres horas pero me parecía una eternidad.
Si iba con Eleanor tal vez me dijera que fue lo que pasó, después de todo la nota decía que contestaría mis preguntas. Aunque todo en mi decía que no lo hiciera, mis dudas me ahogaban y mi curiosidad aumentaba.
Lo pensaría mañana. Nuevamente me dispuse a dormir, estaba a punto de hacerlo cuando vi algo sobre la mesa de noche. Un libro.
Lo tome, y leí el título en voz alta.
-Espejos de almas- ¿pero que no era ese el libro que Eleanor había sacado para abrir el pasaje al tejado? y ¿Cómo había llegado el libro a mi habitación?
Busque algún mensaje, clave o algo en el libro pero si había alguno no lo encontré. Abrí el libro y en la primera página vi un signo, el emblema de la familia Owlnight dentro de lo que parecía un reloj sin manecilla con rombos afilados en vez de números, pero no solo eso en el emblema Owlnignt, un búho sobre una luna menguante sujetaba: un espejo de mano con un ojo en él. La visión me causo una especie de nostalgia sin explicación, y una turbación inexplicable. Cerré el libro de golpe, apague la vela y me fui a dormir.
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Espejos de Almas
Mystery / ThrillerNo son pocas las ocasiones en que las que se reflexiona sobre uno mismo, su existencia y el valor de la misma. Reconociendo nuestro ser a partir del conocimiento del otro. ¿Qué es el otro más que aquello que no somos? Este mismo refleja de manera in...