Esperé pacientemente a que Albert cerrara sus ojos, y vaya que demoró, ya era casi media noche cuando sentí su lenta respiración en el silencio. Aún así esperé algunos minutos más y bajé lentamente de la cama, a puntas de pies avancé despacio por el enorme cuerpo de mi compañero como una sombra negra, y era ágil en esto, llegué a la puerta sin más complicaciones que mi agitada respiración.
-Vale-respiré hondo- puedes hacerlo.
Caminé pegada a la muralla, guiándome solo con mi pies en medio de toda la oscuridad, cuando distinguí el pomo de la puerta de Julianne lo giré lentamente, pero no podía abrir, intenté nuevamente ¡Había puesto el seguro! ¡Maldita sea! Al diablo, no había forma de entrar, había sido estúpido avisarle de mi visita nocturna. Aún que pareciese imposible en mi menté una luz brilló ¿y si entraba por su ventana? Eran pocas las posibilidades de que la ventana no tuviese el seguro puesto, pero no me rendiría si había llegado tan lejos.
Caminé esta vez más rápidamente hacia la puerta principal, había hecho un buen trabajo hasta que dí con un mueble que no esperaba.
-Joder-aguanté el dolor, había recibido justo el golpe en el dedo pequeño de uno de mis pies.
Estuve tanteando en la oscuridad con mis manos hasta abrir la puerta principal, por precaución la había dejado media cerrada. Dí un rodeo por la casa, la habitación de Julianne debía estar al lado izquierdo. Caminé entre cespéd húmedo, lamentando no haber traído un par de zapatos, pero si esa ventana estaba sin seguro lo valía.
La ventana era lo suficiente grande como para caer dos o tres personas y entrar de una vez.
-algo bueno-mi adrenalina subía a cada instante que me acercaba a la maldita ventana. Empujé suavemente el vidrio hacia adelante, no cedió. Lo hice con más fuerza, la ventana pareció moverse un centímetro. Algo no calzaba, empujé con mayor fuerza y solo se movió un centímetro más.
-Maldita sea-estaba enojada, húmeda de pies a cabeza y con frío, no había valido la pena venir. Intenté una última vez empujando con ambas manos y la ventana cedió, abriéndose de par en par y dejando un ruido pequeño, pero no lo suficiente para despertar a alguien dormido.
Sonreí abiertamente, pasé silenciosamente hasta el interior de la habitación y cerré detrás de mi las ventanas, agradeciendo mentalmente haber hecho tanto esfuerzo.
-No esperaba que llegaras tan lejos-pegué un salto que casi hace que vuelva a saltar por la ventana.
-!Me has asustado!-volví a serenarme, Julianne se hallaba parada y de brazos cruzados, había una lámpara prendida junto a una cama matrimonial.
-Debes salir de aquí-siguió mirándome, ella llevaba la misma bata que llevaba puesta horas antes, en cambio yo una camiseta larga y negra que apenas cubría mis muslos.
-¿y si me niego?- comencé a acercarme, Julianne retrocedió un paso.
-Me temo que gritaré, Albert no tardará en venir y..
-¿y? ¿le dirás que tu y yo estamos en la misma habitación por mera casualidad? ¿o le dirás la verdad?
Julianne se quedó pensando qué decirme, yo me aproximaba a su olor y piel con cada segundo que pasaba, era una adicción casi tan grande como una droga.
-Lo digo en serio-retrocedió más pasos a medida que me acercaba- no quieres que grite..
La acorralé junto a la muralla, poniendo ambas manos a cada lado de sus hombros.
-No creo que lo harás-sentir el aroma de su piel, estaba a pocos centímetros, sus labios también lo estaban, y sé que ella también estaba pendiente de cada uno de mis movimientos.
ESTÁS LEYENDO
Malos Tiempos(temática lésbica)
RomanceNalia tiene dieciocho años, hija menor de una familia con pocos recursos, el desempleo de su padre y con la venida de un nuevo hermano a la familia decide trabajar durante el verano en un prostíbulo ¿Qué pasaría si en su nuevo trabajo se encuentra c...