Capítulo 4.

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Los tres amigos entraron a la cabaña, donde habían muchas personas caminando de aquí para allá o simplemente sentados en frente de una gran chimenea.

-Ya me dio hambre. -Dijo Sara apartando la capucha de su cabeza. -Aquí debería poderse servir chocolate caliente.

-Hay café. -Comentó Miguel, aunque él sabía que a ella no le gustaba ni un poco. Ella hizo una mueca.

-Ni siquiera has probado el café. -Comentó el chico rubio.

-No necesito hacerlo, no me gusta como huele, parece sólo agua negra y caliente. -Respondió.

Luego de unos momentos algo sonó en el celular del chico rubio.

-¿Quién te llama? Pensé que habías roto con esa chica que te llamaba a cada rato. -Comentó Miguel.

-No es la chica, ella era un dolor de cabeza, es un amigo. -Respondió el chico sin dar detalles y tomando el celular de su bolsillo dispuesto a responder.

-¿Tienes más amigos aparte de nosotros? -Se burló Miguel.

-No le prestes mucha atención, es un amigo que conoció por internet hace unos meses. -Comentó la chica.

-¿Sabes que eso es considerablemente peligroso? -Dijo Miguel.

-Déjame en paz, al menos tengo alguien para hablar de videojuegos. -Sin siquiera mirarlo respondió el mensaje sonriente.

-Pareces una quinceañera enamorada, si me preguntas. -Miguel fue a servirse café.

El rubio subió la mirada haciéndole saber que lo que decía era absurdo, pero luego la regresó a su celular y se sentó en un sofá.

*M.R te ha enviado un mensaje.*

-¿Al menos lo has visto alguna vez? -Preguntó Miguel sentándose a su lado.

-Pues claro que... No, me atrapaste, no lo he visto ni él a mí. -Admitió el chico rubio. -Pero no me interesa.

En ese preciso instante entró un chico adolorido a la cabaña acompañado por unos amigos.

-Creo que mi trasero está más plano de lo usual. -Comentó el castaño con su cara cubierta. El precio de la fama, le dicen.

-No, ha sido así desde que naciste. -Le dijo uno de sus amigos mientras lo acompañaba.

-Ignoraré ese comentario. -Dijo muy digno y caminó hacia donde estaba un sofá que estaba de espaldas a otro y pudo escuchar como hablaban las personas que se sentaban detrás de él.

Miguel estaba preguntándole muchas cosas al rubio y eso lo aturdía.

-Miguel, avisa cuando te vayas a poner así de pesado. Dejame en paz. -Dijo algo fastidiado.

Rubén tuvo que contener la risa, ese era el chico que hizo caer.

-Sólo me preocupo, sabes que soy así. -Se defendió Miguel. -Pero está bien, te dejo en paz... Pero ¿Es de por aquí? -Preguntó nuevamente.

El chico soltó un suspiro de resignación y volteó a ver a su amigo, que lo miraba curioso. Dejó su celular por un momento y se dispuso a responderle.

-Vive en España, y si me preguntas cómo se llama. No lo sé, sólo sé que tiene de nombre de usuario "M.R", no tengo idea de nada, sólo me gusta hablar con él ¿Vale? -Dijo fastidiado a su amigo.

Miguel se sintió regañado pero satisfecho. Sabía que era tonto pensar que alguien de otro país, que ni siquiera ha visto podía reemplazarlo o algo así.

Entre tanto Rubén se quedó pensativo acerca de la conversación. No quería ser una vieja chismosa ¿Bien? Sólo le pareció curioso que el chico tuviera un amigo por internet. Así él había conocido a Mangel.

Mangel...

Mangel Rogel...

Un momento.

¿Era posible que ese amigo de España fuera...

Rubén se volteó para ver si podía averiguar algo más. Pero no, no estaban sentados allí. Lo último que vio de ellos fue sus espaldas, ya que se estaban yendo del lugar porque una chica los estaba apurando.

-¡Chicos! Corran, que se nos hace tarde, van a pasar una película y no me la pienso perder por nada del mundo. -Los tomó de un brazo a cada uno y los sacó de allí.

Rubén casi podía jurar que por un momento la chica había llamado a uno de ellos "Ryan".

Pero no, tenía que ser coincidencia. Si bien no pensaba que su hermano que había muerto hace muchos años había revivido y estaba esquiando. Si pensaba que el chico tenía algo que lo hacía peculiar.

Era eso o definitivamente Rubén Doblas, te has vuelto loco y ves cosas que no existen.

Los Gemelos DoblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora