Capítulo 8

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Emily Johnson. 


Como típico lunes en la mañana, no me encontraba muy animada.

Entre el insomnio de anoche y la molestia de no poder ocultar bien mi cara de culo, no podía encontrarme mejor.

Anoche las frías palabras del señor Bieber que me trataron con desprecio no me dejaron dormir ni por un minuto. Me di vueltas toda la noche intentando conciliar el sueño, mientras la imagen de la desordenada habitación del padre de mi mejor amiga daba vueltas una y otra vez por mi cabeza. Mi imaginativa cabezota, no dejó de imaginarlo reventando en la cama a la rubia de ayer.

Cuando por fin la luz aclaró la cortina de mi ventana, pude levantarme sin ánimos y al mirarme frente al espejo, mi cara de sueño se hizo notar. Tenía los ojos rojos, unas ojeras levemente marcadas y la nariz roja llena de mocos. Hice una mueca viéndome con asco.

Sé que no merecía llorar.

Cualquiera diría que no fue tan grave lo sucedido, pero viniendo de él cualquier palabra hiriente cargada de desprecio, dolía.

Miré por la ventana del salón pegando la vista en algún punto del cielo, completamente ajena a mi cruda realidad.

—¡Hey! ¡Emily! —Me llamaron. Exageradamente lento, giré mi cabeza en busca de aquella voz femenina que me buscaba.

Al ver a Carolina Solares, una compañera y fiel amiga mía, saludándome desde la puerta del salón, le sonreí a medias. No estaba de ánimos para una conversación de cómo estuvo mi fin de semana. Sinceramente mandaría a la mierda a quien se atreva a preguntarme eso.

La castaña me sonrió y alegremente caminó hacia mi puesto, y dejando su bolso sobre la mesa se sentó a mi lado.

Miré hacia a la puerta deseando que Samantha no apareciera aún. Sabía que si veía a Carolina a mi lado se llenaría de celos y me reclamaría. Las tres éramos amigas, pero Samantha poseía un nivel tan alto de celos que le molestaba cuando me veía con otras personas. Para mí ya era común, aunque de vez en cuando me hacía gracia.

—¿Qué pasa Carolina? Sabes que, si Samantha te ve allí se enojará. —Advertí.

No quería discutir por una estupidez con Samantha tan temprano. Tengo suficiente con cómo me estaba sintiendo en ese momento.

—No me complica. —La veo encogerse de hombros y voltearse a mirarme con los ojos como platos, dándose cuenta de lo demacrada que me encontraba.— ¿Qué me pasa? Mejor dicho, ¿Qué te pasó a ti? Dime que por lo menos dormiste algo. —Pide en voz baja, acercándose a mí. Niego con la cabeza desviando la mirada.

—No. No pude dormir en toda la noche. El señor Bieber estuvo en mi cabeza, otra vez. —Suspiré pesadamente.

Carolina entendiendo la situación, me miró entristecida y acariciando mi brazo me dio ánimos.

El Padre De Mi Mejor Amiga ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora