Capítulo 7

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Esto es increíble. Mi padre me esposó a su escritorio y se llevó a mi novia a cenar. Se suponía que teníamos que celebrar el triunfo juntos. Quizás una pizza y luego un tiempo solos en mi cuarto ¿Era mucho pedir eso? Sin benefactor, sin Kate, solo los dos. Pero no, mi padre quiere castigarme dejándome esposado aquí. Eso no es cómico. Y más cuando estoy muerto de hambre aquí.

Estaba sentado en el suelo, con la cabeza apoyada en el escritorio y con los ojos cerrados. Un ruido en la entrada me puso alerta. Me puse de pie y agarre lo primero que encontré. La taza preferida de papá. Preparado para el intruso, estuve atento a sus pasos. Como estaba oscuro no veía muy bien, pero aun así podía ver la sombra del intruso. Cuando este entró a la oficina de mi papá, tire con todas mis fuerzas la taza.

―Aaahh― Una voz conocida grito― ¡Stiles!

― ¡Oh por Dios Scott! ¿Por qué entras a escondidas a la comisaria?― Scott enciende la luz y puedo ver enojo en su mirada.

―Porque Malia me llamo pidiéndome que te sacara de aquí.

―Oh― Scott negó con la cabeza y se acercó al escritorio. Agarró las esposas y las hizo trisas.― Vas a tener que dar explicaciones por eso.― Me dio su mirada de lobo enojado.― O no.― Le sonreí.

―Vámonos de aquí.― Me agarró del brazo y me empujó a la puerta.

Después de darle las gracias, Scott se fue en su moto. Mientras que yo me subí a mi Jeep y revisaba mi teléfono. No tenía ningún mensaje. Ni siquiera uno de Malia.

Apreté fuertemente el acelerador y avance por las calles de Beacon Hills. Lo único que quiero es llegar a mi casa, comer algo, darme un baño y dormir. Estoy agotado.

En cuanto dejo el auto estacionado me voy arrastrando los pies a la puerta principal. Cuando abro la puerta no hay ninguna luz encendida. Supondré que mi padre está ya en su cuarto durmiendo.

Me llevo un paquetes de galletas y me las como en el trayecto de la cocina al baño, me doy una ducha rápida y luego me dejo caer en mi cama. Duermo profundamente, hasta que mi despertador casi provoca que me dé un ataque al corazón. Llegue a la escuela en estado zombi. Y después de hablar con el entrenador, justificando nuestra inasistencia en la práctica. Me fui a clases.

Al terminar el día no me encontré en ningún minuto con Malia. Le envié textos y la estuve llamando todo el día. Estaba preocupado. No sabía que es lo que le había pasado como para no venir.

―Hey Mal, ya no sé cuántos mensajes te he dejado y me estoy entrando a preocupar. Por favor llámame en cuanto oigas este mensaje.― Iba a colgar, pero no al final no lo hice.― Si te pasa algo me muero cariño, así que por lo que más quieras hablame.― Y colgué.

― ¡Stiles!― Lydia me llamo a lo lejos.― Tengo un problema con mi auto ¿me puedes llevar a mi casa?

―Perdón Lydia, pero tengo que ir a ver a Malia.― Me guardo el móvil en mi bolsillo y abro la puerta de mi Jeep.

―Oh, ya te enteraste.― Me detuve y me gire a mirar a Lydia curioso.

― ¿Enterarme de qué?

―Yo... al parecer no sabes, y no quiero meterme en un lio, así que mejor me voy.― Se iba a ir, pero la agarró del brazo y la detengo.

― ¿Qué es lo que me había supuestamente enterado?― Lydia tenía una expresión seria.― Dime Lydia.

―Malia se va a ir de Beacon Hills.― Me quede sin aire en mis pulmones. Esto no podía estar pasando ¿Por qué? ¿Por qué se iba? ¿Por qué se iría sin mí, sin avisarme?

Stalia: Mi mundo contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora