Capítulo 7. -R.A

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Ryan ni siquiera se preocupó en pensar porqué le parecía haber visto antes a ese señor. Estaba vestido con un traje que a leguas se notaba que era más caro que el que llevaba él, tenía algo de barba, pero no mucha. Ojos verdes, cabello castaño peinado hacia un lado y anillo de casado. Se veía serio, pero educado.

Miguel se acomodó la corbata que su padre le había comprado para la ocasión, se levantó intentando que sus nervios no lo hicieran caer, caminó siguiendo al hombre y antes de entrar a la oficina principal dio una última mirada a su mejor amigo, quién le sonrió y asintió para que supiera que pasase lo que pasase, él estaría allí.

Luego de entrar Miguel, entró la asistente del hombre cerrando la puerta a sus espaldas, para dirigirse al escritorio de su jefe y tomar unos papeles que le eran necesarios.

-Beatriz, necesito que nos dejes solos ¿Si? –Le pidió el hombre, de manera suave pero con la mirada fija en él, como si estuviera analizando que aquel chico fuera verdaderamente bueno para trabajar allí.

La chica, de unos veinte años y algo más, castaña y con unas gafas de lectura asintió a la orden que se le había dado.

-¿Quiere que le traiga un café? Señor. –Preguntó ella.

El hombre hizo un ademán a Miguel haciéndole entender que él tomara la decisión.

-No, gracias, estoy bien. –Respondió el castaño fingiendo seguridad. Lo último que necesitaba era que por la culpa de sus manos temblorosas llegara a derramar café.

Beatriz asintió nuevamente y se dispuso a salir de allí.

Roger comenzó a hacerle preguntas a Miguel, nada que el chico no hubiera practicado anteriormente y eso lo alegraba. De su maletín sacó algunos papeles que demostraban todo lo que había estudiado y los empleos que había tenido hasta ahora, que no eran muchos realmente.

La entrevista estaba yendo bastante fluida y aunque el señor Doblas no era la persona más amigable ni simpática, se podía decir que era amable y no era un monstruo, como se pensaría que fuese. Sobre el escritorio se encontraban varias fotos que señalaban que el hombre tenía una familia. Una mujer de cabello rubio como esposa, ya que estaba la foto de su boda y una foto de dos niños, parecía bastante vieja y a un lado la foto de una adolescente.

De pronto a Miguel le dio curiosidad la vida del que podría convertirse en su jefe, no como para preguntarle cosas que lo le incumben, tan sólo le daba curiosidad.

Mientras tanto, afuera, Beatriz había salido rápidamente, necesitaba ir a hacer unos depósitos al banco para su jefe y tanto fue su afán que no se dio cuenta cuando un tacón se le rompió y cayó de manera muy dolorosa sobre el suelo de cerámica. Hizo una expresión de dolor y mentalmente insultó a su zapato de tacón. Estando en el suelo, vio que un chico se acercaba, era rubio y estaba comiendo galletas.

-Eso debe haber dolido ¿Eh? –Le extendió la mano y Beatriz la aceptó luego de quitarse los tacones.

-Y que lo digas. –Respondió ella aún adolorida por el golpe. –Gracias. –Acomodó su cabello castaño que se le había desordenado y le cubría la cara.

-No hay problema. –Ryan se encogió de hombros y siguió comiendo.

Beatriz dirigió su mirada al paquete de galletas extrañada.

-No puedes comer aquí, dime ¿El señor de seguridad sabe que estás comiendo aquí adentro? –Preguntó ignorando lo fríos que se sentían sus pies estando al contacto con el suelo.

El chico rubio asintió sin darle demasiada importancia.

-Sí, se veía aburrido y solo, así que le di de mis galletas, es un gran hombre por cierto. –Afirmó.

-Bueno, pero no puedes hacerlo, si el Señor Doblas te ve, va a despedir al gran hombre de seguridad por dejarse sobornar con galletas ¿Sabes? –El chico de ojos verdes no estaba seguro si hablaba en serio, parecía una broma pero ella lo había dicho sin siquiera sonreír.

Miró las galletas, la miró a ella, pensó un poco en lo que tenía que hacer y vació lo que le quedaba de contenido al paquete en su boca.

-Ya terminé. –Dijo con la boca aún llena y se dirigió a la primera papelera que encontró para botar la bolsa donde estaban las galletas.

Beatriz agradeció ser muy paciente y lo dejó pasar por alto.

-Tú eres el que viene con el chico al que están entrevistando ahora mismo ¿Cierto? –El rubio asintió.

-Me llamo Ryan Andersen. –Comentó él.

-Mi nombre es Beatriz. –Correspondió. -Es posible que tenga suerte, aunque se ve que está un poco nervioso.

Ryan iba a decir algo más cuando oyó su celular sonar, se oyó una canción con la que supo inmediatamente quién llamaba.

"-¿Cuál es tu canción favorita? –R.A

-Mi canción favorita es 'Cinema' de Skrillex. No sé si sepas cuál es. Me la dedicó un amigo. –M.R"

M.R lo había llamado muy pocas veces en lo que llevaba conociéndolo, pero Ryan igual supo que tenía que poner su canción favorita de tono.

El chico se disculpó por la interrupción, a ella no le importó. Beatriz lo miró mientras sacaba su celular y sólo podía pensar en que tenía tiempo sin escuchar esa canción, precisamente porque le recordaba a alguien que no veía desde que se había mudado a Noruega.

Continuará...

Los Gemelos DoblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora