Algún día voy a salir de aquí yo lo sé, he pasado tres meses encerrado y, aunque no me quejo, sé que no debo estar en este lugar. Mi nombre es Albert y tengo 10 años. La forma en la que llegue es algo confusa, no recuerdo todo lo que sucedió ese día solo unas cuantas escenas que de vez en cuando aparecen en mis sueños.
Primero estoy en el aula de clases pero la maestra no ha llegado aún, me dirijo a mi lugar y ahí me encuentro con Marcus. Yo sé que sucederá a continuación, Marcus comenzara a burlarse de mi por no haber recibido visita alguna y yo me tragare el enojo, cada mes es lo mismo los padres vienen al internado a ver a su hijos, algunos les traen regalos, otros van de paseo, pero no yo. Mis padres nunca han venido a visitarme, cada tanto me envían una que otra carta con alguna excusa para no haber ido pero yo se la verdad, ellos no quieren verme, no entiendo porque ya han pasado años desde el último incidente de las voces y ya no las escucho más, pero al parecer no me creen. Siempre había resistido a las provocaciones de Marcus, pero ese día algo paso lo comencé a escuchar, yo me moleste, luego mi cabeza se vuelve un enredo: estoy sentado, luego me levanto y me dirijo a Marcus escucho gritos voces que me dicen que continúe, yo no entiendo lo que sucede, luego estoy frente a un chico inconsciente, me acerco a él, es Marcus no sé qué está pasando. Estoy en sentado en un pasillo, al final de este se escuchan las voces de mis padres y otras dos que no conozco de pronto de la puerta sale mi madre llorando y mi padre consolándola antes de irse mi padre me dirige una mirada fría y, podría jurar, llena de odio.
Lo que sucede después lo recuerdo muy bien dos señores no muy viejos (unos 30, 35) se acercan a mí y me dicen que me van a llevar a un lugar donde recibiría la ayuda que necesito no lo comprendo pero voy con ellos me suben a un auto (¿una ambulancia tal vez?) y me llevan a un edificio enorme (¿un hospital?). Un señor me pidió algunos datos y me hizo algunas preguntas sobre ese día, le conté que no lo recordaba del todo y me miro como si no me creyera. Me dejaron en un cuarto ni muy grande ni muy pequeño, en el que he permanecido los últimos tres meses. No me quejo del trato que recibo ya que me dejan hacer lo que quiera mientras no me comunique con nadie de afuera, solo hablo con los doctores que cada tanto me visitan, suelo hacerles preguntas de las que no comprendo bien las respuestas como cuando les pregunte acerca de Marcus y solo me dijeron que el ya no sufriría más (¿a qué se referían) o cuando les pregunte que era “psiquiátrico” poco después de llegar aquí y ver el letrero frente al edificio, esa vez no me respondieron nada.
Yo sé que no debería estar aquí yo no estoy enfermo, no debo estar en un hospital, pronto saldré de aquí lo quieran o no, no hay nada mal conmigo, yo lo sé, las voces me lo dijeron.