+Londres+
En un avión, se encontraba una platinada en unos de los asientos de aquél avión, viendo hacia la ventana, apreciando la vista de las pequeñas calles de Londres.
—Bien... ya estoy aquí..—Suspiró—Dios, espero que me amé... quiéreme, mamá, por favor...—Suspiro nuevamente y cerró los ojos.
En el aeropuerto había gente apurada, otras hablando o despidiéndose. De un pasillo salió la pequeña platinada de pelo corto con su equipaje, empezó a mirar por todos lados, luego dejó su equipaje en los asientos y se subió a ellos, a ver si estaba por ahí su chófer.
—¡Jackeline!.—Exclamó un castaño con un pequeño ramo de flores.
—¡Hiccup!.—Exclamó ella volteándose a verlo.
El hombre se acercó a ella y la abrazó, luego se separaron.
—Te eché mucho de menos...—Dijo dándole el pequeño ramo.
—Yo igual.—Dijo tomándolo con una enorme sonrisa que describía su emoción y alegría.
—¿Qué te hiciste?.—Preguntó mirando su pelo.
—Sólo un poco de tintura y un pequeño corte.. ¿te agrada?
—Me encanta, es tu nuevo look, venga esos cinco.
'Jackeline' lo vio y dejó el ramo en uno de los asientos y lo saludó cómo le enseñó su hermana. Luego, en el camino a su nuevo hogar, fue viendo las calles de Londres. El coche paró en frente de una casa de dos pisos de color blanca, su corazón empezó a latir con fuerza sabiendo que este sería su nuevo hogar por un tiempo.
Bajó del coche con su pequeño bolso y su pequeño equipaje observando más detalladamente por fuera su nueva casa. Respiro profundo mientras cerraba los ojos y abrió la reja luego empezó a aproximarse a la puerta de entrada, dirigió su mano derecha hasta el picaporte de ésta para después abrirla y entrar en la casa.
Cuando entró, empezó a observar el lugar, era una casa grande por dentro. Las paredes eran de color casi rojo con mezcla de anaranjado, Elisa vio a sus lados y habían dos puertas. Se dirigió a la puerta derecha y vio que era la sala también vio un grande cartel que decía;
¡Bienvenida!
Te amo.Sonrió viendo el cartel, siguió observando más la sala, había tres sofás; uno de ellos era como más para de una persona, en cada sofá había cojínes. En el centro de la sala había una mesa de cristal dónde había varios adornos allí. Luego vio una clase de biblioteca en el otro lado de aquella sala, escuchó a alguien toser y aclarar su garganta. La curiosidad la invadió y se dirigió hasta allí.
Cuando entró lo primero que vio fue a alguien sosteniendo un periódico. Recordó que Jackeline le había dicho que su abuelo siempre pasaba tiempo en su despacho y siempre leía allí el periódico o algunos libros. Elisa sonrió.
—¿Abuelo?—El hombre al oír esa voz inmediatamente bajó el periódico para ver a su nieta.—Estoy en casa...
—¿Esa es mi niña? ¿Esa es mi niña tan alta y tan linda?—Dijo él levantándose de su asiento y quitándose sus anteojos.
—Sí, he vuelto...—Contestó ella con una sonrisa viéndolo.
—Oh... bienvenida a casa—Dijo riéndose de alegría mientras abrazaba a su nieta—. ¿Te divertiste, bombón?
—Ajá, mucho...—Respondió oliendo el saco.
—¿Qué haces?—Preguntó confundido.
—Sólo olfateo...
—¿Olfateas?
—Te grabo en mi memoria.
—Oh...
—Dentro de muchos años cuando sea mayor; siempre recordaré a mi abuelo. Y su olor tan peculiar.—Dijo viéndolo fijamente mientras él la miraba con ternura y a la vez con confusión. Ella acercó su nariz a su saco y se separó para volverlo a ver—Yerba buena y tabaco para pipa.—Dijo divertida.
Rió y la volvió a abrazar—Me alegra que hayas vuelto.
—¿Jackeline?—Una voz dulce y suave se oyó a fuera del despacho y de la sala, al parecer provenía de algunas de las habitaciones. Ambos se separaron al oír esa voz
Elisa mejor dicho; Jackeline, vio a su abuelo para después reír en voz baja y irse de allí.
—¿Jackeline?—La voz ya se iba haciendo más cercana, una mujer de cabellos platinados bajaba de las escaleras.
—¿Madre?—Sintió como su corazón se le iba a salir del pecho al ver a su madre, a aquella mujer que la trajo al mundo.
—¡Haz vuelto!—Exclamó mientras se dibujaba una enorme sonrisa en sus rostros.
Jackeline no lo pudo evitar y empezó a subir las escaleras como si su vida dependiera de ello, la platinada abrió sus brazos en señal de un abrazo, cuando estuvo frente a ella la abrazó fuertemente. La mujer besaba su cabello mientras lo acariciaba. La niña sintió un pequeño nudo en su garganta... por fin, por fin se encontraba abrazando a su mamá... ella empezó a pensar que en muchas veces necesitaba este abrazo, este abrazo maternal que le había sido mucha falta en estos años.
—No puedo creer que seas tú.—Dijo ella al separarse del abrazo, su madre se había puesto a su altura para poderla ver mejor.
—Y yo no puedo creer que seas tú.—Contestó Elsa viéndola detalladamente.— Tu cabello te lo cortaste.. ¿quién te lo dejó así?—Preguntó tocando su cabello.
—Una niña del campamento, ¿no te gusta?
—Claro, te ves maravillosa... ¿También de oradaste las orejas?—Asintió—. ¿No escondes más sorpresas? ¿No te oradaste el ombligo? ¿Te tatuaste?
—N-no...—Murmuró secándose algunas lágrimas que había derramado.
—Oh cielo, ¿Qué sucede?—Preguntó Elsa preocupada.
—Lo siento... es que te eché mucho de menos...
—Lo sé, a mi también me pareció una eternidad.—Contestó para volver a abrazarla.
—No tienes ni idea...—Dijo aceptado el abrazo con fuerza.
Elisa por fin había logrado su objetivo; ver a su madre y abrazarla. Tenía tantas cosas de qué hablarle... pero tenía que actuar como Jackeline. Luego habría tiempo para hablar de su padre, de Jack, tenía qué averiguar porqué se habían separado... por ahora disfrutaría los momentos con su mamá.
Continuará...
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~ Juego de Gemelas.
DiversosSinopsis: Elisa Frost es una fresca niña de California y Jackeline Arendelle, una bella señorita londinense. Ambas son gemelas idénticas quiénes ni siquiera saben que la otra existe... hasta que se conocen accidentalmente en un campamento de verano...