Era un día de esos maravillosos cuando Kyoko y Corn paseaban por el bosque, se subieron a árboles y Corn le constaba historias que a ella le hacían volar a varios lugares sin moverse de la sombra refrescante de ese árbol junto a una pequeña cascada en su natal Kyoto.
«Corn, esta vez yo te contaré un cuento...» Fue lo que dijo, y al recibir una sonrisa tan radiante como el sol, ella continuó con su narración. «Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo vivía una joven muy hermosa, hija del Rey Celestial, llamada Orihime. Orihime pasaba sus días tejiendo vestidos para su padre, algo que la hacía muy feliz. Pero resultó que una mañana, cuando se dirigía al telar, Orihime vio a un joven y apuesto pastor de bueyes llamado Hikoboshi y ambos se enamoraron perdidamente. A pesar de que mantuvieron su romance en secreto, el Rey Celestial, Tenkou, se dio cuenta de los fuertes sentimientos de la pareja y decidió unirles en matrimonio.» La mirada tierna de ella, aunque no lo sabía, envolvía de calidez y le daba fuerza a su acompañante, a la vez que le hacía sentirse muy feliz, le alegraba el alma, era su luz. «Sin embargo la felicidad no les duró mucho... Debido a su maravilloso amor, tanto Orihime como Hikoboshi descuidaron completamente sus tareas y por ello Tenkou tuvo que tomar medidas drásticas. Y así fue como los fueron castigados por el Rey Celestial convirtiéndolos en estrellas y separándoles para siempre por el Río Amanogawa (la Vía Láctea) dejando a cada uno en una orilla.» La pequeña Kyoko se entristecía y tenía lágrimas queriendo salir de sus ojos, lo cual preocupo a Corn, pero luego se recuperó y siguió con la historia. «Pero, como que separar a dos enamorados para toda eternidad es algo demasiado cruel, se les concedió la posibilidad de reencontrarse una vez al año: la noche del séptimo día del séptimo mes. Esa noche, el barquero mágico de la luna acude en ayuda de la princesa y su amor, y la lleva al otro lado del río para que se encuentre con su amado. Cuando la noche llega a su fin, ellos, tristes al tener que separarse de nuevo, vuelven a sus respectivas tareas, anhelando la próxima vez...» Suspira ilusionada, seguro imaginando a Sho y a ella como esa pareja, Corn no sabía por qué pero le desagradaba ese niño que ni conocía, ni le daría tanto agrado conocer. Ella de repente se da cuenta de la mirada esmeralda sobre ella, le sonríe tiernamente y Corn le responde de la misma manera, pero entonces Kyoko cambia aúna expresión algo irritada. «Aunque... De todas maneras los enamorados no siempre lo tienen fácil...» Suspira algo molesta. «Ese ansiado encuentro solo sucederá si el Rey del Cielo está contento con el trabajo de su hija y hace que esa noche no llueva, porque si no, la barca se inundaría y no podrían verse hasta el año siguiente.» Kyoko se queda con tristeza en su mirada y con un suspiro resignado, pensando en lo triste que es la situación de esas personas que se aman y poniéndose en sus lugares.
«Pero, Kyoko-chan, ellos siempre tendrán un año siguiente que esperar...» Le da palmadas en la cabeza. «Siempre habrá una próxima vez...»
«Corn...» Se seca las lágrimas y con mucha seriedad y ansias le pregunta. « ¿Para nosotros también habrá una próxima vez?»
Él no supo cómo reaccionar, se quedó inexpresivo por un momento, luego sonrió con tristeza y suspiró.
«Quizás...» Se giró luego de dar esa respuesta y comenzó a caminar, pero con la mano extendida para que ella la agarre, y ella eso hizo. Se detuvieron en seco y él murmuró. «Aún en este mundo tan grande nos encontramos, tal vez no sea tan difícil que haya una segunda vez...» Le sonrió y ella se ilusionó, tal vez había esperanza, tal vez.
Fue entonces que después de un tranquilo silencio le preguntó si se quedaría lo suficiente para el Tanabata, y su respuesta no fue satisfactoria, le hizo darse cuenta del poco tiempo que le quedaba de la alegría que con él vivía, pero lo poco hay que disfrutarlo con mayor motivo. Al día siguiente se sorprendió mucho por la sorpresa, su Tanabata fue un día especial. Y esa mirada que tenía, esa sonrisa radiante, esa dulzura en su voz... Ahora lo podía ver en él, el hombre frente a ella, e incluso con las mismas expresiones, con su misma forma de narrar, con su mismo tono, pero no debía confundirse, no era, no. Pero no podía ser de otra forma, tenía que ser él, pero, no, o tal vez... ¿Podrá ser...?
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Skip Beat: Luces, cámara y... ¡Amor!
FanficA Kyoko se le va a presentar un desafío, uno tremendo: ¡Al fin va a ser la estrella! ¡Se acabó su racha de villana! ¡Al fin dejó los antagónicos! Pero no será cualquier serie, esta serie será una nueva adaptación de uno de los mejores doramas de tod...