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Y ahí estaba ella, de pie, con el corazón en un puño y adrenalina corriendo por sus venas.

Tenía miedo, y le costaba respirar, pero al mismo tiempo, nunca se había sentido tan viva.

Porque ya han pasado demasiados años desde que decidió fijarse en Adrien, y ya son demasiados años aguantando cosas que ningún ser humano debería sentir.

Noches en vela, preguntándose qué estará haciendo. Días intentando encontrar la manera de dirigirle una sola palabra sin tartamudear. Y ese, justo ese, era el momento en el que iba a decirle no una, sino todas las palabras que siempre se guardó.

Ese era el momento en el que Marinette sacaba la heroína que llevaba dentro y le decía a Adrien todo lo que sentía por él.

Y empezó tartamudeando, como siempre. Y Adrien la miraba con preocupación, porque siempre supo lo que ocurría en la cabeza de Marinette cada vez que pasaba por su lado. Nunca quiso hacerle daño, es más, adoraba a Marinette. Pero otra persona ocupaba los pensamientos de Adrien. Una persona inalcanzable, una persona que jamás se fijaría en él: Ladybug. Por eso Adrien intentaba siempre mantenerse al margen del corazón de Marinette; no quería destrozarlo sin darse cuenta.

Pero el momento de la verdad había llegado, y Adrien lo sabía.

- Y la verdad es que... llevo tiempo sintiendo unas cosas que... en verdad creo que tú también te has dado cuenta... y... verás... había pensado que a lo mejor... no sé, si tú quieres... tú y yo... a ver, porque... ya sabes que...

- Mari, ¡Mari! - la cortó Adrien cogiéndola por los hombros.

Marinette se quedó en silencio y lo miró con los ojos muy abiertos.

- Sé lo que me quieres decir - continuó Adrien - y, la verdad es que me siento muy halagado (mucho, ¡de verdad!), pero...

Marinette tragó saliva mientras todo su mundo se derrumbaba. Malditos peros, siempre destrozándolo todo.

Se limpió la primera lágrima, que dio paso a miles más que no fue capaz de controlar, se dio la vuelta y corrió como si de su vida se tratara. Y en verdad, sí que se trataba de su vida; la vida que siempre imaginó con Adrien, la vida que acababa de desperdiciar por ser tan ingenua como para pensar que alguien como Adrien se fijaría en ella, estando siempre rodeado de chicas como Chloé. Y se odiaba. Se odiaba por haberle hecho caso a Alya y no haber seguido llevando su cruz en silencio.

Y entonces, de la nada, una pequeña mariposa se posó sobre su pulsera, la misma pulsera que le regaló Adrien hace unos meses por su cumpleaños. Casi no consiguió invitarlo, pero Alya la ayudó. Desde entonces, siempre fue su objeto más preciado, pero hoy, se ha convertido en el más doloroso.

- Hola, Marinette - dijo una voz dentro de su cabeza. - Sé que te han roto el corazón.

Marinette asintió.

- Pero yo te ofrezco la posibilidad de arreglarlo un poco. Tal vez no puedas curarlo por completo, pero siempre ayuda destrozar otros corazones. ¿Qué te parece si tú y yo rompemos unos cuantos?

Marinette lo pensó durante un momento. ¿Valía la pena? ¿Valía convertirse en aquello contra lo que siempre luchó, solo por romperle el corazón a Adrien?

Oh, sí.

Por supuesto que valía la pena.

Y asintió.

- Solo tienes que hacerme un pequeño favor. Quiero los prodigios de Chat Noir y Ladybug. ¿Serás capaz de conseguírmelos?

La mente de Marinette estaba tan nublada por el dolor que ni siquiera se dio cuenta de que ella era Ladybug.

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2017 ⏰

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NO SOY MARINETTE | ONE SHOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora