4ta Bala

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—Jefe, creo que esta vez fuiste muy lejos.

Haciendo memoria a lo sucedido poco antes, aún le costaba creer que todo había salido bien.

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Todos en la habitación quedaron en silencio. Incluso Victor, que normalmente tenía un caracter bromista, estaba sorprendido, aunque apenas logró asumir lo dicho, su cara se tornó completamente roja.

¿Es... Esto una broma? —preguntó el Sr. Krispino perplejo.

No me atrevería a hacer una broma de algo tan serio Sr. Krispino. Me ofende enormemente que piense que mi felicidad es solo un chiste.

Pero, es un hombre...

—¿Y eso qué tiene ver con que me haga felíz?

El magnate pareció recapacitar en silencio con todo lo dicho. Después de unos minutos, le ofreció una disculpa por realizarle una propuesta tan escandalosa cuando ya estaba conprometido, y luego le felicitó por su compromiso antes de retirarse con su hija, quien no dejaba de mirar a Mila furtivamente.

—Sala, puedes venír de visita cuando quieras —ofreció Yuuri, viendo como ella le regalaba una sonrisa, aceptando antes de despedirse.

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Volviendo a la actualidad, Yuuri se encontraba tomando el té de la tarde en la sala principal, junto a todos los que habían interrumpido la reunión. Habían cambiado de lugar una vez los invitados se habían ido.

—Relájate Mila, era eso o que nuestra alianza saliera perjudicada por un mal recibimiento. Además tampoco quería casarme, así que fue como matar a dos pájaros de un tiro.

—Aún así, la noticia se esparcirá como polvora.

—Eso es lo que espero. No quiero tener que lidiar con más propuestas de matrimonio por un largo tiempo.

—Eso no es lo que quería de-...

—¡Yuuri! ¡Vamos a dormír juntos esta noche! Quiero que nos conozcamos más.

—¿De qué estás hablando, Victor? Vas a dormír en tu propia habitación.

—¿Por qué? Estamos comprometidos ¿no? ¡Los amantes duermen juntos!

Ah, se había olvidado de ese detalle. Victor no tenía idea de la situación en la que habían estado atrapados minutos antes. Lo más seguro es que pensara que estaba en casa de una familia millonaria, cuando la verdad es que había sido salvado por una familia mafiosa, de la que Yuuri estaba a cargo.

Lo mejor sería que se lo explicara bien, y lo prepararan para lo que se avecinaba, pero simplemente no tenía el corazón para romperle esa pequeña burbuja en la que lo había refugiado.

Yuuri~ ¡durmamos juntos! —repitió Victor antes de abalanzarse nuevamente sobre el japonés, encerrandolo en un firme abrazo.

Vic-Victor, sueltame —susurró el japonés nervioso, no estaba acostumbrado a esa cercanía.

La primera vez, no le había tomado mucha importancia porque su concentración estaba enfocado en algo más, pero ahora que prestaba atención, estaba demasiado consciente del suave y cálido cuerpo que lo abrazaba, haciendole sentír un poco incómodo y ansioso.

A lo lejos, un ruido capturó su atención. Escucharon cómo un par de personas comenzaron a gritar, y cómo resonaban los pasos apresurados por el piso de madera, acercandose a donde se encontraban ellos. Mila se levantó para verificar que estaba pasando, pero la incógnita se resolvió sola cuando un joven castaño abrió la puerta de golpe. Tras él notaron a unos cuantos sirvientes que se habían abstenido de entrar.

CrisantemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora