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-¡Demonios! – Maldijo por tercera vez consecutiva. Se había quemado con el mango de la sartén, cosa que merecía alguna palabrota más subida de tono sin embargo no estaba solo.

Sus ojos redondos y oscuros lo escudriñaban como intentando ver mucho más allá de él. Si se movía hacia la derecha o hacia la izquierda, si trataba de huir de la habitación, siempre era perseguido por aquella mirada.

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Su novio había llegado casi a las 9 de la noche después de una jornada agotadora de trabajo, la lluvia había arreciado hace unos minutos atrás y considerando de lo lejos que venía no le pareció raro cuando llegó goteando. Ni lento, ni perezoso se apresuró a buscar algunas toallas para que pueda secarse el cabello con tranquilidad, ya después se ocuparía de ayudarlo a secar su ropa. Cuando puso las toallas encima e intentó secarlo Iwaizumi lo detuvo.

– Espera, vas a aplastarlo.

Oikawa instintivamente retrocedió un paso, tratando de reconocer con los ojos algún paquete que llevase cargando, sin embargo lo que vio fue una cosa peluda color caramelo y blanco.

Quiso hacer una pregunta obvia pero luego de analizarlo un par de segundos se dio cuenta que Iwa-chan había regresado sumamente empapado por haber recogido al chucho que cargaba, para proteger al pequeño animal usó su cuerpo como protección, su novio no era del tipo que gastaba en banalidades, después de todo su situación económica no se consideraría ideal.

– ¿Dónde lo dejaron? – Iwaizumi pareció mirarlo algo sorprendido.

"De que te sorprendes idiota, llevamos 5 años casados" - pensó Oikawa

– Lo encontré a decir verdad, lo escuché llorando cerca de una casa en construcción... ¿Puedo?

Iwaizumi miró a su pareja preguntando si era plausible poder secar al pequeño animal con la toalla que se le había brindado. Oikawa movió la cabeza afirmativamente, estaba bastante curioso por ver al pequeño cachorro completo.

Pelaje blanco con caramelo, largas orejas peludas que se habían rizado por la lluvia, grandes ojos marrón oscuro. De alguna manera Oikawa se sintió ofendido y halagado a la vez, no supo por qué. No es que no le gustasen los animales, pero él mismo se había considerado como un chico de gatos, no quería mencionar eso en voz alta ahora pues Iwaizumi muchas veces lo llegó a comparar con uno, sin embargo había algo que dejar en claro.

– En el departamento no se permiten mascotas.

– Lo sé – La expresión del rostro del moreno cambió a una ligera decepción – Por eso tendremos que buscarle un hogar.

Una sonrisa y Oikawa ya estaba derritiéndose, se imaginaba todo el panorama de Iwaizumi con traje de negocios corriendo a resguardarse de la lluvia cogiendo un perrito entre sus brazos. Se acercó a él y lo besó, sin embargo no duró mucho pues un gruñido inmediatamente lo hicieron retroceder.

– Desde ahora va a tener que comportarse.

Iwaizumi solo sonrió en confirmación.

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Para bien o para mal quien pasaba más tiempo en casa era Oikawa, ser catedrático le permitía tener la mayor parte del trabajo para la casa, las clases que dictaba sólo duraban un par de horas en la mañana. Los primeros días en verdad fueron un infierno, no podía concentrarse demasiado porque "Katsu" (como lo llamó Iwa-chan provisionalmente) encontraba siempre la manera de escabullirse de la trampa que había dejado en la cocina y aparecía en la habitación, no contento con eso no hacía sus necesidades encima del papel periódico esparcido por el piso de cerámica, sino se iba especialmente a la alfombra de la sala.

Drabbles Iwaizumi x OikawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora