Sentí una cálida caricia en mi mejilla izquierda, en ese momento desperté y ví como retirabas tu mano. Sonreí.«Lamento haberte despertado» Confesaste.
«Estaba soñando» Respondí y vacilé.
Mis ojos se llenaron de lágrimas.
«Pero ahora estás aquí, y sigo soñando...»