adiós hermanos...

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En el noticiario: (locutora) hoy en la noche ocurrió una desgracia un grupo de hermanos se encontraban celebrando su cumpleaños dentro de la feria, cuando uno de los juegos mecánicos fallo, matando al instante a 4 de ellos, uno salió con heridas leves, mientras que otro fue transportado de gravedad al hospital, se nos informa que todo ocurrió por la falla de una palanca mal colocada, la feria por el momento se encuentra cerrada tras graves complicaciones, junto a otros juegos mecánicos....

En las planas de los periódicos: ¡Van a festejar y salen directo al cielo!

Los famosos sextillizos nacidos hace 20 años mueren ayer tras trágico accidente.

Imprudencia en juegos mecánicos.

 Sentía la soledad del cuarto, antes era un lugar de descanso, un lugar de momentos increíbles, había prácticamente de todo, en este cuarto viví los mejores momentos de mi vida llenos de risas y peleas absurda pero... Pero ahora ¿que hay?, solo un increíble vacío que destruye mi cordura, si tan sólo esa noche no hubiera echo esa tontería, se que aún seguirían aquí... Lamentarse no importa, esto no les regresara la vida y mucho menos aliviara a mi hermano en el hospital, ahora no se como sera mi vida sin cada uno de ellos, estoy desesperado el único que conoce mi verdad es Chibita, pero se que tampoco durara mucho tiempo guardando el secreto.

Me recuesto en la cama y escucho a mi mama gritar:
-Osomatsu, baja es hora de irnos- escuchaba su voz quebradiza, sabia que esta noticia era un golpe muy fuerte para ella pero... No podría saber la verdad, no ahora.
-¡ya voy!-le grite, y me levante de la cama poniéndome un saco negro, realmente estos colores no me gustan... Negro, negro, negro, la desesperación de verme sumergido en este sombrío y mugrido color me ponían realmente mal. Al bajar las escaleras se encontraban mis padres con la mirada baja, mi madre apoyada de mi padre y con un pañuelo en mano.-listo ya vamonos-, dije a la vez que trataba de ignorar tan triste escena.
Llegando al cementerio comenzó la ceremonia, yo no soportaba oír ahora de Dios, la vida y la muerte, estos temas ahora me eran indiferentes, camine un poco lejos de ahí, y me dirijí a una tumba y me senté, miraba a lo lejos como todos lloraban, rezaban y dejaban flores, esta culpa me comía vivo, después de un buen rato vi como bajaban 4 ataúdes lentamente para ser enterrados, inevitablemente mis lágrimas callerón, sabiendo que seria la ultima vez que les vería, siempre los quise a pesar de lo pesado que los llegara a tratar, pero ahora ellos me dejan, me abandonaron, me traicionaron... Hubiera preferido irme con todos ellos antes de quedarme a ver esto.
Los días transcurrían y la casa se escuchaba cada vez mas tranquila, ver destrozada a mi madre por la muerte de mis hermanos me hacia sentir aun peor, mi único consuelo era salir por la tardes y encaminarme al hospital, ahí me esperaba alguien de mi mismo rostro, sin embargo estaba en una constante lucha, entre la vida y la muerte.  


Llegando al hospital buscaba a una enfermera, la cual estaba al tanto de mi hermano, era muy joven de unos 23 más o menos, era delgada, de piel canela y cabello negro siempre sonreía y me tranquilizaba un poco el verla.

-buenas tardes, vine a ver como se encontraba mi hermano-

 -¡Oh!, Osomatsu-busco detrás mio y miro extrañada-¿y tu madre no vendrá hoy?-

-no, dijo que vendría luego- la verdad es que ella no soportaba ver a su hijo postrado en una cama, con vendajes y la incertidumbre de que en cualquier momento podría dejar de latir su corazón.

-Muy bien, sígueme-

Caminamos por los pasillos de aquel hospital, el olor a desinfectantes, esa aura tan fría del lugar me hacían odiar el venir casi diario, pero... Se lo debía a mi hermano.

-muy bien es aquí, habitación M032, solo tienes media hora, si necesitas algo estaré en el piso de abajo-sonrió y con su mano me invito a entrar, cerrando a mis espaldas la puerta. Suspire y mire a mi hermano, conectado a un respirador artificial, con la cabeza totalmente cubierta, hasta que no despierte podremos saber quién de todos los Matsunos era... Y esto se debe a que mis hermanos en aquel accidente realmente sufrieron, dos de ellos quedaron totalmente destrozados, miraba la camilla y notaba ligeramente sus brazos completamente rotos y todo por mi culpa, tomé una silla y me senté a su lado. - ¿sabes? -suspire y lo mire-no me importa quién de todos seas, solo quiero que sepas que estoy realmente feliz de que te allás quedado conmigo-tome sus manos y sonreí- saldremos adelante ¿verdad Nii-san? -inevitablemente broto de mi un llanto, pasada la media hora salí a escondidas, no me gustaba que me vieran tan débil, tan vulnerable. Saliendo del hospital pensé en Chibita, ¿Cómo se sentiría el con esto?, me encamine a su puesto y lo busque, extrañamente estaba cerrado -¡Hey Chibita!, ¿dónde estás?-gritaba, pero no recibía respuesta, al final me senté esperándolo, pero nunca llego, me senté en el suelo poniendo mi cara entre mis rodillas y me ponía a pensar en una vida donde solo había dos Matsunos, que sería de nosotros sin la espontaneidad de Jyushimatsu, sin el cuidado y amor (aunque muchas veces lo ignoramos) de Karamatsu, sin esa vida tan extrañamente interesante de Todomatsu, sin esa aura tan negativamente gatuna de Ichimatsu, sin ese egocentrismo de Choro... Espera eso no nos hace falta... En fin... Cada uno de mis hermanos tenía algo, ese algo nos hacía unos sextillizos únicos... Pero ahora sólo son un recuerdo, una ilusión, suspire y voltee a la rueda del puesto y vi una hoja de papel, la tome y era la letra de Chibita, la carta decía:

Hola Osomatsu, si encuentras esta carta es por que fuiste a buscarme y no me encontraste... ¡Maldición! Bueno el punto es que no quiero verte infeliz, de cierta forma la muerte de tus hermanos fue culpa tuya y mía, aunque muchos lo pueden ver como un simple accidente, ambos sabemos que no fue así, la culpa, la ansiedad y el nerviosismo me corren en todo el cuerpo, a todos lados que voy siento ser señalado y no creo aguantar mucho tiempo. No me busques, yo ya no pienso regresar y si lo llego a hacer será para delatarnos o en su defecto para matarte, por haberme arruinado la vida... Si tan sólo no hubiera seguido tu juego... ¡maldición¡, bueno eso ya no importa.

Adiós para siempre...

Chibita.

Al terminar de leer su carta me puse pálido, pensar que en cualquier momento podría ser descubierto, encerrado y odiado por la poca familia que me quedaba, era algo que no podría aguantar o almenos no solo.

El secreto de mi perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora