¡Capitulo #29!

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Siento el viento chocar contra mi cara, frío y cálido ala vez, con una pequeña brisa de agua, mis pies sienten los pequeños granos de arena bajo de ellos y ese ruido relajante inunda mis oídos en una gustosa melodía. Necesitaba esto, relajación total, silencio, tranquilidad. Valentín Dampsey es un chico que sabe lo que me gusta y esta vez me encantó que me trajera a este lugar, un lugar donde viví un bonito recuerdo con él y supere un miedo hacia él. La playa.

Nuestra playa.

— ¿Te gusta? – me pregunta Valentín, mientras me entrega un refresco y una bolsa de papas fritas, hace diez minutos que se había ido a comprar algo de comer y recién regresa.

— Si, gracias lo necesitaba – le digo en un tono relajado y sincero.

— No es nada Em.– me responde con una sonrisa enorme en su rostro.

— Y también gracias por esta comida tan nutritiva – le comento burlona por su "comida" mientras destapo la bolsa con ruffles.

— No te burles, es todo lo que pude conseguir, la playa está desierta y los puestos de comida están lejos, pero si quieres puedo ir a....– le interrumpo.

— Está bien Valentín, no te preocupes, solo bromeaba – suelto unas pequeñas risas por ver su estado nervioso y como unos de mis ruffles, me encantan estas papas son únicas.

— Por lo menos te llevaré a comer pizza después y no quiero un no por respuesta – toma un sorbo de su refresco.

— De acuerdo – voltea y me sonríe.

— Eres tan perfecta – mi corazón da una punzada de felicidad.

— No empieces de cursi – ríe un poco, yo solo volteo hacia su lado contrario para evitar que vea mi sonrojo.

— Es la verdad.

— No me gusta que me digas esas cosas – miento, me fascina que sea tan lindo, pero aún no puedo bajar la guardia hacia él.

— Si no te gusta, ¿entonces por qué estás roja?, Mr. Tomate – dice mientras se acerca un poco a mi rostro para ver mejor mi cara y comprobar su teoría.

— Es el calor.

— El clima está fresco señorita.

— Dejame tranquila ya – le empujo un poco para que se aleje de mi y mi cara de tomate.

— Te extrañaba tanto, encerio quiero esa oportunidad Emily, te prometo no volver a jugar Beer Pong – su comentario me da un poco de gracia, pero hace que recuerde ese día.

— Lo pensaré, aún duele sabes – me confieso ante él.

— Que más quisiera que quitarte ese dolor – su expresión cambia a una de tristeza, esquivando mi mirada y perdiendo la suya en el mar, admito que no me gusta verlo así.

— Puede que exista una manera – el voltea rápidamente hacia mi.

— ¿La hay?.

— Si.

El sonríe de nuevo.

— ¿Y cual es?.

— Cómprame más ruffles y me mantendrás feliz – digo mientras muerdo un pedazo de papita, el sonríe con ternura y rodea un brazo alrededor de mis hombros colocando su cara en mi cabeza. Yo simplemente lo dejo hacer ese gesto gustoso para mi.

— Eres tan tierna – planta un beso en mi cabeza – Perdón Emily.

Esta es una de miles de veces que me pide perdón, pero es una de las únicas veces que se escucha realmente sincera.

¿Por qué yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora