capítulo 18

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" sueño que tus latidos se confunden con los mios, que tus suspiros parecen mi sonido y sueño que eres el golpe de todos mis ritmos, el Dios de cada uno de los mitos, hay tanto espacio cuando tu no estás y te vas. Y me refugio en la melancolía de tener tus besos aunque estes cerca me basta con eso. no sé como asumir la soledad; y despierta mi alma despierta, se ha dado cuenta que tenerte es mucho más que tener suerte."

Despierto en medio de la oscuridad, otra vez tengo insomnio. Me levanto de la cama con pasos algo torpes, tratando de buscar el interruptor de la luz, enciendo el bombillo y toda la habitación es inundada por la luz.

Dormir bien últimamente no es lo mío, sé que mi aspecto ha decaído y que las ojeras muchas veces me han delatado. Aunque me cueste aceptarlo la ausencia de Bruno me afecta, intento verlo de la forma trivial que él lo hace, me habla sólo por cortesía y su trato es exclusivamente laboral.

Ha pasado una semana desde que dije que no ha ser su *juguete sexual*, no voy a negar que me ha pegado fuerte el no tenerlo cerca, es posible que haya llorado unas cuantas veces; el  saber que estamos a metros de distancia y a la vez a kilómetros. Ésta no es la mejor versión de mí, de hecho nunca imaginé verme en tal posición, pero la vida es así de relativa.

Luego de dar vueltas y más vueltas por mi habitación decido volver a mi cama, consulto el reloj antes de, 2:35 A.M

Suspire ante la hora, aún faltaba mucho para amanecer, tal vez en la mañana llamará a Nalia necesitaba hablar con alguien y ella era mi mejor opción; acómodo mi cabeza sobre la almohada y cierro mis ojos, rogando para que Morfeo llegue rápido a mi rescate.

(****)

— ¿  Y bien?.— Nalia me observa esperando respuesta.

Suspiro al escucharla, nos encontrábamos en la sala de mi casa, ambas con las piernas cruzadas tipo indio. En la mañana la he llamado para que saliéramos, dijo que estaba de camino a mi casa y que traería helado por lo que acepté gustosa de saber que ella había pensado en mí.

—  Quería saber cómo estabas, además de despotricar al mundo. — Respondí estúpidamente.

Nalia toma su tarro de helado, introduce la cuchara en este y luego la lleva a su boca.

—  Fara,¿ en serio creés que soy estúpida?.— Masculla aún con helado en su boca.

La imito y como de mi delicioso helado.—  Es la verdad.— Me encojo de hombros mientras mi paladar se alegra al sentir el.delicioso helado.

—  Okay, ¿quién es?.— La miro sin entender.—   Por favor no digas que es Eric porque  él se acerco a mí hace unos días para investigar sobre ti.

La observo atónita, ¿desde cuando Eric anda investigando sobre mi vida?

— ¿Eric?.— Masculle sorprendida.

—  Sí.—  Toma más de su helado.— No lo tomes a mal, es sólo que él te quiere, al igual que yo y por eso nos preocupas.— Sus ojos cambiaron a los de un connejito asustado. —  Fara, en serio me tienes preocupada, sólo mirate.— Señaló mi cuerpo con su cuchara.— Has perdido peso y tienes ojeras, y como si eso no fuera suficiente te la pasas encerrada en tu oficina o aquí... ¿Qué te está pasando?, ¿quién o qué te está haciendo esto?.

Momentos como estos es de los que quisieras se abriera la tierra y te tragara.

¡Oh vamos, se que estoy un poco fea pero no tiene que exagerar!.

Nalia es mi mejor amiga, esa hermana de padres diferentes que la vida me dio, nunca había tenido secretos con ella eso era imposible puesto que ella me conocía mejor que nadie.

—  Es difícil de... — Tomo más de mi helado, lo uso como si fuera una especie de elipsis que me dará fuerzas y evitará que llore como una magdalena.— Explicarlo es difícil.— Susurro con mi boca llena de helado.

—  Trataré de entenderlo.— Su tono de voz gélido me asustó, cuando se lo proponía podría llegar a ser tenas, por algo estudiaba derecho.

—  Es por... Demonios Nalia, no sé como decirlo.—  suspiro frustrada.

Nalia deja su helado sobre la mesa y me mira, por primera vez desde que llego puedo ver tristeza en su mirada o era ¿lástima?, tan mal estaba que mi mejor amiga me tenía lástima.

— Me enamoré del hombre equivocado.—  Sentí mis ojos humedecer, joder, hablar de él dolía.— Olvidé mis principios, el futuro en el cual me había proyectado.— Mi garganta empezó a doler al decir estas últimas palabras.

Nalia se acercó a mí, rodeó mi cuerpo con sus brazos, dándome un abrazo. Acepté gustosa, necesitaba un hombro para llorar, desahogar todo esto que me esta quemando por dentro.

—  Sólo soy sexo para él.— Continué. — No le importo en lo más mínimo, él es un mentiroso, un cínico, un hombre que no sabe amar, valorar a una mujer, ni siquiera sabe respetarla... y sabes que es lo peor... Que me enamoré de él aún sabiendo todo eso.

Las lágrimas continuaban bajando por mi rostro, mientras Nalia musitaba pequeñas palabras para calmarme. Necesitaba tanto de ella, de mi confidente.

Perdí la noción del tiempo de cuanto estuvimos así, yo llorando y ella consolandome, hasta que las lágrimas cesaron. Era sábado, Nalia acostumbraba a cenar con su familia los sábados, una acción que a veces yo solía envidiar púes en ocasiones solía hechar de menos a mis padres.

No pensaba ser un estorbo para ella, me invitó a que la acompañara pero no quería arruinarles la noche con mis problemas.

— ¿ Segura que estarás bien?.—  Pregunta por quinta vez antes de llegar a la puerta.

— Segura.—  Sonrío para que crea mis palabras.—  Ya vete o llegarás tarde.— Le doy un gran abrazo y un beso en la mejilla.— te quiero.

—  Y yo a ti, ya sabés si necesitas algo no dudes en llamarme.—  Asiento.


Cierro la puerta al Nalia desaparecer por él pasillo, subo a mi habitación para ducharme.
Minutos después salgo del baño con una toalla sobre mi cabeza y otra un poco pequeña cubriendo mi cuerpo, escucho mi móvil sonar. Observo la pantalla *número desconocido*, dudo en tomar la llamada pero al final me decido ha hacerlo.

— ¿ Sí?. — Respondo la llamada.

Se escucha unos segundos en silencio, hasta que una voz conocida habla del otro lado del teléfono.

Hola cara, ¿ no me has extrañado?.

Reik ft Beatríz Luengo- Mas que suerte.

AMORES QUE MATAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora