Haunted.

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           No respirar duele, pero hacerlo duele más. Es como si ambas cosas fuera terribles en estos momentos y no quiero ninguna de las dos. No quiero respirar porque su aroma no me llega, nada de él en meses, nada en absoluto. No hay amor, no, hay un montón tirado en alguna de las cajas de recuerdos que escondí en el ropero ¿que hago? Duele no tenerlo cerca pero aun duele también su traición, como si hubiese sido ayer. Lo extraño muchísimo, todo, desde sus ojos al pestañear hasta el hecho de verlo combinar sus zapatillas con sus chaquetas, cada cosa en Zayn extraño, tan mal.

Ella vino un par de veces, Jenn, vino a pedir disculpas la primera vez, o eso creo, no lo sé, estaba tan furiosa que le dije a los gritos que se fuera de mi casa y casi le cerré la puerta en la cara... claro, si papá no hubiese estado ahí para sujetarla antes de que le diera. Suerte la de ella. La segunda vez fue hace unos... tres días, no la esperaba en verdad. Esa vez si la escuché, pero no la dejé entrar, estaba hablándome fuera de casa, en la vereda y la hice poner justo para que el sol le diera en la cara y se viera fea con aquel gesto incomodo arrugado. Si, no podía soportarla radiante y yo desaliñada y destruida aún.  Jenn decía que sentía nuestra ruptura, que yo no fuera una imbécil y no dejara ir a Zayn ¿Con qué derecho vino a decirme lo que debía, o no, hacer? Pero ahí empezó otra vez mi tortura. Jenn me había dicho que esa noche, esa maldita noche, no llegaron a nada, si, estuvieron desnudos en la misma cama y se tocaron ¡ME JODE! que estaban tan borrachos que ninguno se daba por enterado de lo que hicieron y que gracias  a Dios -tuvo el descaro de decirlo- no llegaron a más. Ella tocó a mi novio. Ex. Aún así duele ¿Quién me asegura que me dice la verdad? Si, Zayn ni siquiera lo ha intentado lo suficiente como para decírmelo él mismo ¿Dónde está de todos modos? ¿Pasando el rato con sus amigos? ¿tirado en su cama? ¿en el cine? ¿comiendo pizza? ¿DONDE MIERDA SE METE? 

- Lo necesito -dejé escapar de mis labios con el corazón apretado y la vista nublada- lo quiero de vuelta.

Johanna, mi hermana, me miraba confundida, ella había estado aguantando mis llantos y mal humor por semanas, solo estaba cuando necesitaba un abrazo; todo el tiempo. Ésta vez no está siendo diferente porque estoy al borde de llorar y ella está junto a mi, en mi cama, con un montón de pañuelos de papel.

- Tu nariz está poniéndose roja, otra vez -susurró- Papá dice que tienes depresión.

- Papá no sufre por amor.

- Nadie sufre por amor, se sufre por todo lo demás, menos por amor -Johanna me miraba con la cabeza ladeada, su mirada enternecida hizo que más ganas de llorar tuviera- ¿Sabes lo patética que pienso que eres?

- Vale, te aburriste al fin de mis lloriqueos...

- Si, ¿tu no? ¿no te arden ya bastante los ojos? Las lágrimas no te durarán por siempre -dijo- ¿Por qué no lo llamas?

- No -la garganta se me apretó y tosí- ¿por qué no lo hace él?

- Porque eres tu la que no quiere saber de él ¿lo recuerdas? -esperó a que dijese algo, pero fue en vano- Bien, lo llamaré a su casa.

Johanna se puso de pié y agarró mi celular, la vi buscar el nombre y luego se puso el teléfono en la oreja. Esperé a que hablara.

- Entró el buzón de voz, intentaré al fijo -volvió a buscar en la pantalla y repitió. Quizás pasaron dos o tres tonos cuando mi hermana dijo:

- Hola, ¿está Zayn? -el corazón me latía al cien, tengo que detenerla- Ummh, ok.

Me estiré e intenté quitarle el teléfono de las manos pero ella era mas rápida y tenía más energía que yo. 

- Si, sé donde es, gracias -y colgó-. Está en la cancha, tenía partido con los chicos. Venga, ponte decente y vamos. Me aburrí de verte llorar.

- Te odio -dije.

- No, te odias a ti misma por dejarte estar así por tanto tiempo y -me apuntó enojada- Luego admitirás que sin mi no eres nada.

¿Cuando empezó a comportase de esa manera? ¿Cuando empecé a ser yo la hermana menor? 

    Mis piernas parecía hechas de gelatina, juro que en cualquier momento me dejaban de funcionar correctamente y caía al suelo. Tendría que arrastrarme hasta mi casa, tendría que volver a punta y codo a refugiarme. Me sentía tonta ahora, había pensado que usar una de sus camisas me ayudaría pero no está funcionando. 

Sentí el peso de la mano de Johanna en mi hombro derecho. La miré y cabeceó al frente.

- Ahí debe estar el moreno -dijo empujándome- Estaré aquí si me necesitas. No lo arruines, si te quiere de vuelta, tanto como tu a él, funcionará mejor que antes. Lo prometo.

- Eres la mejor -estaba a punto de abrazarla pero me fulminó y me empujó para que avanzara- Ya, ya, ya. Voy.

 Miré a la cancha por entre la valla que rodeaba el campo pastado. Vi un grupo de chicos con camisetas rojas correr, los visitantes, y el de camisetas blancas atacando por la portería de la derecha, ese era el equipo con el que jugaba Zayn, pero por ninguna parte podía verlo correr ¿dónde estas, número 9? Caminé por detrás de de la portería para llegar hasta las bancas, habían muchachos animándoles y gritando. Aunque jugaban por diversión. El balón llegó al extremo cerca de mi, los blancos sacaban y la espalda de Louis estaba ahí. Tomó la pelota con ambas manos y la lanzó.

- ¡Louis! - grité.

- ¡Hey! -volteó y alzó las cejas al reconocerme. Sonrió- ¿Cómo estás?

- ¿Dónde está...

- En la banca - apuntó con su izquierda y levantó sus pulgares- tengo que jugar. Suerte.

Tomlinson se alejó trotando y pidiendo pases para patear. Seguí por fuera y me colé por tras la galería. Peldaños de madera y barrotes sólidos sostenían a los aficionados al fútbol del lugar. Lo vi. No tenía la camiseta del cambio, Zayn no estaba, ni iba a jugar éste día. Podía ver su cabello revuelto por detrás, la forma de su espalda y... él no estaba pendiente del partido. Sus manos estaban sosteniendo su cabeza. No puedo hacer esto.

Llegó un chico a su lado, le dio una cerveza en lata y empezaron a conversar. Zayn dio un sorbo y la dejó a su lado, volvió a hablar y se puso de pie, cojeaba ¿qué? Me quedé mirándolo confundida entonces cuando su pierna entró en mi campo visual vi que tenía el pié enyesado. Se quedó quiero. Me estaba mirando.

- Hola -me picó la garganta.

- ¿Qué haces aquí atrás? -mantenía el peso de su cuerpo en su pierna buena.

- ¿Por qué no llevas muletas? -dije.

- Soy torpe con ellas -frunció el ceño. Caminé para acercarme. Las piernas me temblaban, quizás yo tendría que usar sus muletas justo ahora-. Te extraño.

- Te extraño  -dije a la vez y agregué:- también. Yo te odio hasta el infierno, y no he dejado de pensar en ello todo este tiempo, lo juro, y simplemente no puedo más con esto, yo... 

- Puedes golpearme si quieres -abrí los ojos. él lo decía en serio-. Pateé la pared y me esquincé el tobillo. Prefiero soportar el dolor físico que el de saber que no te tendré otra vez.

- Eres un imbécil -me eché a llorar pero no tenía fuerzas, ni ganas, de quedarme lejos de él un segundo más- No te quiero lejos, Zayn.

Sus brazos me afirmaron con rapidez y me apretó con fuerza. 

- Estoy cansada de llorar, te quiero de vuelta.... estoy condenada a  amarte pase lo que pase.

- Me alegra oír eso -dijo, aunque suena extraño. Te prometo que...

- No, sin promesas esta vez -pedí mirándolo  a los ojos.

- Lo prometo -susurró y una de sus sonrisa se coló en su labios y susurró en mi oído: te amaré sin errores.

- Pues... -empecé- para mi, eres mi error favorito, aunque me hayas roto el corazón.

- Estoy juntándolos y si se ha perdido un pedazo, te doy el mio ¿vale? -sus ojos brillaban tanto como nunca antes.

-  Vale.

FIN.

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