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-Feliz cumpleaños a ti, felicidades querida Cami, feliz cumpleaños te deseamos a ti.- Todos en la sala entonaban la canción para mí.

Recorrí con la mirada a cada persona presente, a mis amigos, a mi familia... Estaban personas que tenían un lugar en mi corazón. Volví a pasar la mirada por todos, una y otra vez, hice un camino de ida y de regreso con los ojos. Tenía la esperanza de verle al otro extremo de la mesa, cantándome y viéndome con una mirada de orgullo por la mujer en la que me había convertido. Pero, por más que buscara entre las personas ahí presentes sabía muy bien que no vería a Lauren entre ellos.

Tu ausencia duele, Jauregui.

Sentí cristalizar mis ojos por lo que tuve que esforzarme por mostrar una sonrisa y dolorosamente medio sonreí. Me detuve a mirar la llama de la vela de mi pastel.

Sí Jauregui... Tu ausencia e indiferencia duelen.

-Ahora Camila, pide tu deseo y sopla las velas.- Me dijo mamá mientras se sitúaba a lado mío y me jalaba hacia ella para darme un beso en la cabeza. -Has crecido demasiado, mi bebé.

Deseo estar con ella. Deseo que todo vuelva a ser como antes. Quiero volver a estar cerca de Ally, Dinah, Normani y Lauren. Quiero estar con Lauren... Eso, eso es mi deseo.

Eran las 11:00 p.m y la fiesta aún continuaba. Los jóvenes se encontraban jugando en la sala de estar y los adultos estaban en el comedor hablando y bebiendo alcohol. Yo estaba con los jóvenes, aunque no jugaba, sólo estaba echada en el sillón observando.

Me encontraba mal y por más que intentaba negármelo, no podía. Me sentía mal, emocionalmente cansada e intentaba buscar de alguna parte ánimos para seguir en la fiesta.

Miré una y otra vez mi celular con la esperanza de que hubiese una notificación de mensaje. Ya no importaba tanto si era de Lauren, bastaba con que fuese de Dinah. Sólo quería saber que aún me estimaban de la misma manera en la que yo a ellas.

12:00 a.m del 4 de marzo. Todo se jodió. Entré en una profunda molestia, sentí rabia, decepción, ganas de llorar. Pero no podía explotar sentimientos negativos en ese momento. No en mi fiesta.

Me levanté del sillón y me dirigí al comedor, fui directo a las botellas de alcohol. Tomé una copa y comencé a llenarla de la primera botella que vi.

-Wooow, deberías servirte menos querida, no creo que quieras despertar mañana con jaqueca.- Me dijo papá mientras tiraba una tarjeta de UNO sobre la mesa.

-Ya tengo 20 años, quiero experimentar ser una adulta.- Le dije riendo irónicamente mientras sorbía un trago. El vodka se deslizó por mi garganta quemándola y no pude evitar hacer una mueca de desagrado.

-Está bien hija, pero tal vez deberías mezclar eso con un poco de jugo.-Dijo papá riéndose tras ver la cara de dolor que había hecho.

Tomé la caja de jugo de uva y vacié un poco en mi copa. Lo probé. Mucho mejor. Jalé una silla del comedor y me senté a lado de papá. Primero observé su juego y una vez que terminaron la partida, me incorporé para participar, mientras servía en mi copa una y otra vez la mezcla de jugo y vodka.

No me importó contar cuántas copas estaba bebiendo. Sólo quería obtener el efecto de ebriedad. Quería sentir que nada me importaba. Quería sentirme esa noche con un peso menos de encima.

2:00 a.m, o algo así vi en el reloj de mi celular. La mayoría de los invitados ya se habían ido y otros pocos ya se habían dormido. Los que aún sobreviviamos éramos algunos primos y estábamos viendo una película en la sala. Aunque sinceramente no recuerdo cómo llegué a la sala. Sentía calor, mucho calor. Me paré para salir un momento al patio y refrescarme con aire fresco. Al abrir la puerta sentí una sensación de alivio aunque aún tenía calor. Volteé hacia arriba y ahí estaba, la luna. Tan majestuosa como siempre.

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2018 ⏰

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