Queridos amigos que visualizan ahora mi historia, les contare tal vez un relato asqueroso, triste, desesperante y depresivo, no pretende que usted el lector considere esta historia tan violenta como simple, lo único que busco es atenuar el peso de mi alma.
Lo último que recuerdo sobre mi padre, son aquellos ojos de odio, no, no eran de odio eran de desesperación era algo así como una táctica de defensa propia como con los animales.
Esa noche me encontraba en la miserable cocina donde apenas y comíamos algo decente, yo contaba con la corta edad de 10 años. Esa noche me encontraba sentada a la espera de papa. Al llegar fue lo peor que pudo a ver pasado. Papa estaba ebrio como en muchas otras ocasiones, y agresivo más que nunca sabré la razón real por lo que me hizo. Comenzó arrojando todo lo que encontraba, sillas, muebles, objetos todos. Esto me causo mucho miedo y comencé a llorar, entonces fue cuando el centro su mirada en mí, su pequeña y única hija.
-¿Por qué carajos lloras? Deja de llorar- me grito mientras retiraba de sus pantalones la cinta de cuero.
Yo retrocedí, pero el rápidamente tomo mi mano y comenzó a golpearme hasta marcar la cinta en mi piel, los gritos y lágrimas eran imposibles de detener (papa ¿Por qué eras así? ) al terminar el terrible ritual de papa.
Estaba tirada e inmóvil cuando ocurrió el terrible acto. Mi padre consternado por lo que había hecho intentaba hacerme sonreír de nuevo, pero estaba tan herida que no podía. Entonces ocurrió, la cólera lo domo de nuevo y con ayuda de una aguja y un grueso hilo parecido de acero me dijo
-mi pequeña ya nunca más estarás triste, le dibujare a esa pequeña carta tuya una lindísima sonrisa de oreja a oreja.
Me tomo fuertemente y comenzó uno de los procesos más dolorosos que me marco.
Sentí el sabor de mi sangre, gritaba y lloraba, como comenzaba desde mi mejilla, pasaba por mis suaves y muy sensibles labios hasta terminar al otro extremo, cada vez que ingresaba la aguja en mi carne gritaba pero esto de gritar se acabó cuando termino, mis gritos, mis palabras mis alientos se apagaron y se guardaron para mí misma. Quede inconsciente por tal tragedia.
Mi padre fue llevado a prisión, por negligencia, el consumo de sustancias ilegales (al parecer estaba más que ebrio)
Y desde ese día y para mi eternidad permanecí con esta hermosa sonrisa según papa, por más triste y miserable que sea siempre sonreiré, papa como último regalo me cosió una sonrisa de oreja a oreja
