Despierto a causa de los incesantes gritos de mi hermana en la puerta. Oh por Dios no otra vez estoy muy cómoda. Me remuevo en la cama aferrándome más a Michael e intentando ignorar los gritos de mi hermana.
– Emily... hermosa – Michael me llama.
– ¿Qué? – Digo resignada.
– Si no le abres tumbara la puerta – Sonríe estirándose.
– No me importa, son las ocho de la mañana y quiero dormir. Además, estoy muy cómoda – Digo cuando el sonido de la puerta me hace entender que ya ha entrado.
– Vamos, arriba holgazana aún faltan cosas por comprar – Dice quitándome la cobija que había puesto sobre mi cara.
– Angelica por el amor de Dios son las ocho de la mañana – Me quejo.
– No me importa – Dice y yo miro a Michael pidiendo ayuda. El solo se encoje de hombros.
– No piensas decirle nada – Frunzo el ceño.
– Es tu hermana – Ríe – Tu sabrás controlarla – Dice y yo lo miro con mala cara. Me paro de la cama a regañadientes y me dirijo a la ducha.
Ya lista salgo a donde quiera que sea me está llevando Angelica. Estoy guardando mi móvil en mi bolso cuando me doy cuenta de que Angélica me ha traído a una tienda de lencería. Miro todo a mi alrededor y no puedo ponerme más roja de la vergüenza. ¡Por Dios!
– ¿Angelica qué hacemos aquí? – Digo entre dientes fingiendo una sonrisa.
– Cómo que, qué hacemos aquí. Emily en unos días te casas – Dice como si fuera obvio.
– ¿Y? –
– Debes llevar algo sexy para la noche de bodas o sea la luna de miel – Dice elevando las cejas.
– Angélica yo no puedo usar estas cosas – Le muestro una lencería que tiene un antifaz.
– Esa no me gusta, que tal esta negra – Me muestra otro conjunto de lencería ignorando por completo lo que acabo de decirle.
– No ¿Angélica acaso me vez cara de usar eso? – Elevo mis cejas esperando una respuesta.
– No, pero siempre hay una primera vez lo usarás y no está a discusión – Dice cortante.
– Uh, está bien – Digo rendida iba a ser imposible convencerla de lo contrario. Caminamos por la tienda mientras ella agarra algunos conjuntos de lencería y mira otros. Al final solo termina escogiendo cuatro y me hace probármelos.
– ¿Este? – Abro la puerta del vestidor muerta de la vergüenza era el tercero que me probaba.
– En definitiva, ese te queda espectacular. Ese es el que nos llevaremos – Dice antes de salir de los vestidores para dirigirse a la fila para pagar.
ESTÁS LEYENDO
¿Quién amaría a alguien como yo?
Roman d'amourDía tras día tenía que luchar contra mi baja autoestima, cada día tenía que mirarme al espejo y decirme a mí misma que me amaba tal y como era, pero muy en mi interior sabía que no era así. Yo odiaba cada parte de mi cuerpo, ya que no cumplía con lo...