Busca las respuestas en las piedras mas viejas,
escucha las últimas preguntas de árboles caídos, de árboles ya muertos,
quizás el viento amaine tu alma.
Ama cada segundo de tu vida,
Pues tu tiempo no cabe en los bolsillos.
Mientras envejeces con un tiempo joven, escribe biografías de las montañas solitarias.
Quizás el viento te traiga hojas en blanco.
Cuenta los cuentos de la niñera que dormía al río bravo,
perdona al sol madrugador,
a la noche somnolienta,
a la estrella lejana e indiferente.
Ahora llama amigo al gato enamorado,
enemigo al perro entrometido,
se cómplice del amor sin razón.
Un amor sin leyes ni estructuras predeterminadas,
quizás el viento te cure los golpes recibidos.
Cubrete las espaldas con las palabras del rincón de las batallas,
olvida las injurias desaliñadas que llaman a tu puerta, que aporrean tu corazón.
Escupe la sangre de la herida mortal, de la mentira asesina,
quizás el viento revuelva tu conciencia,
amanece en la noche de tus ojos tristes,
apagados tras la historia de tu vida,
narrada por lenguas desanimadas, por bocas mentirosas,
Callad... dice el océano paciente,
coleccionista de besos perdidos, mecedor de versos,
versos arrancados de poemas,
arrojados al inmenso océano,
donde se ahogan en lágrimas del desamor.
Quizás el viento traiga el recuerdo de su voz y el abrazo de su cuerpo.