Varada, al final del risco, me encontraba. El aire que corría me congelaba, y las lágrimas salían más saladas de lo que recordaba. O tal vez era por el miedo que sentía en ese momento.
—Bien, cariño, esperemos hacer esto rápido—dijo el hombre que tapaba su rostro con la máscara de cerdo. Cabía decir que es original.
Mi respiración era agitada, aún estando tan alto y a la vez tan cerca de la punta del risco, podía oír a mi corazón latir con fuerza en mi caja torácica.
"Que alguien me salve" pensé, cerrando mis ojos con fuerza "No quiero morir".
El hombre-cerdo se me acercó por atrás y deslizó el arma fría contra mi espalda. Retuve el escalofrío que se asomaba por mi cuerpo cuando él me la clavó en la costilla derecha.
—Eres preciosa—oí que decía.
"Que no me toque" imploré por dentro.
Y de verdad no quería que lo hiciera, me recordaba cuando mi madrastra me arrastró de mis cabellos hacia su cuarto y llamó a su hermano de unos diecisiete años para que me "reprendiera" por haberla desobedecido. Odié cada segundo que su hermano me tocaba, más aún la odié a ella mientras me miraba sufrir de dolor y tristeza.
Cerré mis puños con fuerza y dejé deslizar las lágrimas que caían de mis ojos por mi rostro. Había algo que tenía claro, y eso era que no quería morir.
Definitivamente no quería hacerlo. Me rehusaba.
—Pero es una lástima que las cosas preciosas, duren tan poco. —Entonces, sentí sus manos enguantadas en mi espalda, a la altura de mis omóplatos. Ejerció fuerza hacia delante y yo también lo hice, solo que para el lado contrario. Gruñó antes de empujarme aún más, y ahí fue donde lo comprendí:
Yo debía morir.
Era así de fácil y a la vez, así de complicado.
Cerré mis ojos, y dejé que el hombre-cerdo me deslizara hacia el risco.
Por un momento, creí que volaba.
····
Yes, esta historia pasó para acá. ¡Espero que les gustara!
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Especialmente para Anna
RandomEscritura de... bueno, de todo un poco encontrás acá. ¡Disfrutá la lectura! ¡Gracias!