El día estaba soleado, sin ninguna nube que hiciera compañía al sol, tarareé una melodía y sentí una corriente de aire rozar mis mejillas con suavidad, esboce una sonrisa. El día era precioso, no estaba caluroso como en otros días, simplemente era un día agradable.
Se me hacía tarde para ir a mis clases, y no tenía ganas de ir, era el último día y no podía faltar. Me levante algo frustrada y termine de arreglarme. Luego de salir de casa y caminar unas cuadras, me percate que unas personas se estaban mudando, ¿y cómo no notarlo? había tres camiones de mudanzas.
Vi como llegaban varias personas y se comportaban histéricas gracias a la mudanzas. Daban más vueltas que un perrito buscando su cola, se gritan aunque con una sonrisa y eso de por sí, era raro.
Me dispuse a seguir caminando, no podía llegar tarde a mis clases, sin embargo, por alguna razón, esa familia me llamaba la atención.Suspiré cansada.
-¿Estás bien? -me preguntó Yiya, mi compañera de banco.
-Si, sólo algo cansada -le respondí.
-Deberías dormir más, que yo sepa apenas duermes un par de horas.
Reí ante su comentario. -En eso tienes razón, pero no es mi culpa que me cueste dormir.
Medio sonrió. -¿Te ocurre seguido?
-Bastante.
Soltó un par de carcajadas.
-Bueno, lo que te aconsejo es tomar un buen vaso de leche caliente por la noche, y dormirás como bebé.
-¿Sabías que eso de la leche es mito, verdad?
-¿En serio?
-Si.
-Entonces lo que me da sueño es lo caliente.
Estalle en carcajadas, hasta me salieron unas lágrimas. ¿Y cómo no hacerlo? ¡Su explicación era graciosa!
Me dedicó una sonrisa y luego terminó de arreglar sus cosas.
-Que tengas un buen verano.
-Gracias, te deseo lo mismo. -agradecí y ella se fue.
Esta vez yo fui quien se arregló para irse.Camino a casa hubiera sido lo mismo de siempre, si no fuera por una pequeña explosión en la casa recién mudada.
-¿Pero qué…?
Corrí hacia allá lo más rápido que pude. Al llegar me percate que la puerta estaba entreabierta y por eso entre sin preguntar.
El fuego dominaba la sala de estar y habían dos personas discutiendo en medio de ella. ¿Por qué no se mueven? ¡Se van a quemar!
Tome aire hasta llenar completamente mis pulmones y darles un grito que jamás olvidarían, pero antes de que pudiera hacerlo una gran ráfaga de viento apagó las llamas. Abrí mis ojos de la impresión; el miedo corría por mis venas, sin embargo, la curiosidad pasaba junto ella. Me escondí debajo de un mueble ante el pánico.Lo primero que vi fue una chica de cabellera roja, igual que el fuego, con ojos color ámbar y otra chica extremadamente molesta de cabellera castaña y, esta vez de ojos verdes. Ambas poseían apariencias peculiares tan llamativas como hermosas, que podrían provocar la envidia de cualquiera.
Unos segundos después apareció otra chica, ésta también tenía la cabellera castaña, aunque más oscura; con ojos azules similar al mar, lo curioso fue que al acercarse a las desconocidas, sus ojos pasaron a ser marrones. Para mi fue una sorpresa; ¿acaban de cambiar de color?
Sobé los míos y luego observé a la persona con más detenimiento, es imposible que cambiaran, debo estar equivocada pensé, aunque nada explica como ellas no se asustaron ante las llamas y la oportuna brisa que la apagó. Podía percibir como mi miraba demostraba confusión y miedo, era lo que sentía, es lo que estoy sintiendo.
Salí sin vacilar de mi escondite y de aquella casa, corrí lo más rápido posible; los segundos transcurrían lentos, casi dolorosos, el miedo me sucumbía y llegó al extremo, que un recorrido de diez minutos pasó a ser de cinco.
Divisé mi casa a lo lejos y me dispuse a sacar las llaves para no tardar ni una centésima de segundo en entrar; sólo encontré silencio, la usual escena que vivía siempre después de retornar del colegio, antes no me molestaba, pero ahora mismo era lo que menos necesitaba. Por primera vez sentí miedo a la soledad.
Subí a una velocidad anormal la escala directo a mi cuarto; mis piernas temblaban, no podía sostener mi propio peso, ante el esfuerzo que había realizado.
¿Me habrán visto? ¿vendrán por mi? No, imposible, no me vieron, pero, ¿y qué tal si lo hicieron?
No podía sentirme más nerviosa. ¿Ahora que hago?
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Aquellas Alas
Teen FictionLas alas se alzaron en el día de su nacimiento, dando a ver dos pequeños cuerpos con un gran poder sobre sus hombros. Y con ello, las tuercas del destino comenzaron a correr, y junto a él, el tiempo.