Capítulo 23

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Mis maletas pesan mucho, el abuelo y las titas se empeñaron en comprarme tanta ropa que creo que no iré de compras por un año. 

Busco con la mirada el perfecto y musculoso cuerpo de Ángel, mientras camino hacia la salida del aeropuerto. Me dijo que iba a estar ahí cuando el avión aterrizara. 

<<Dónde estás>> Y se lo envío. Unos segundos después me llega su respuesta <<Levanta la mirada, querida>> Obedezco y lo veo ahí, con un ramo de flores y una radiante sonrisa en la cara. 

Camino hacia él, mientras sonrío como tonta ante el detalle que tuvo de darme la bienvenida con flores. 

— Hola

<< ¿En serio Melek? ¿"Hola"?... ¿Dónde quedó el "Te eché de menos"?>>

— Se te echó de menos. Acabas de alumbrar todo el aeropuerto, y la ciudad al completo— me sonríe 

Mis mejillas se encienden y él en respuesta suelta una carcajada que se escuchó por todo el aeropuerto. Niega con la cabeza mientras me quita las maletas de las manos y me indica que lo siga. Una vez en el coche, como todo un caballero, me abrió la puerta del copiloto.

— ¿Y mi coche?— digo mientras me abrocho el cinturón

— Lo regalé a una asociación de gordos calvos y amargados. — me mira divertido

— Bueno, al menos hiciste algo bueno

Él ríe y enciende el motor del coche. Yo por mi parte giro mi cabeza hacia la ventana.

Quiero pedirte algo, Melek. Por favor, solo deja que termine y preguntas lo que quieras— decía Mike mientras conducía de vuelta a casa

— Claro, yo te escucho— le sonreí

— Me gustas— mi corazón se acelera— Quiero decir desde el primer día que te vi me pareciste atractiva, pero cuando te fui conociendo...— Paró el coche a un lado de la autovía. 

Se desabrochó el cinturón, bajó del coche, lo rodeó y caminó hacia mi. Yo lo imité y bajé para encontrarme con él. Me cogió de las manos y tiró de mi hacia un sitio apartado, lejos del ruido de la autovía

— Melek, nunca tuve la agallas de decírtelo, pero estoy muy enamorado de ti. No espero que me digas nada ahora mismo, sólo escúchame. Nunca quise decírtelo porque así acabaría nuestra amistad, y el trabajo que nos une se convertiría en algo incómodo— se acerca un poco a mi— Siempre me encantó la forma en la que sonríes, la forma en la que hablas, la forma en la que te mueves, tu inocente risa...— ahora comenzaba a sentir su aliento sobre mis labios.

Subo mis manos hasta sus mejillas y lo alejo de mi, mientras hago que abra los ojos

— Lo siento Mike, nunca fuiste ni nunca serás algo más que mi hermano y compañero de trabajo— intento caminar hacia la autovía, en busca de un taxi, pero él me detiene

— Melek, sólo piénsalo. Hasta me cambio al islam si esa es la barrera que nos separa— voy a replicar, pero él me corta— No digas nada por ahora, sólo piénsalo, y cuando vuelvas de España me lo dices

— Estás muy callada... Te pasa algo ¿Verdad?— la voz de Ángel me despertó de mi flashback

—Ángel, mi abuela nos dejó hace unas semanas— digo tras un suspiro

— ¿Estás bien?— aparta la mirada de la carretera por unos segundos, para mirarme— ¿Necesitas que hablemos?— se le nota preocupado

— Sí... Quiero decir, la echaré de menos, pero... Puedo vivir con ello

La Chica del Hijab ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora