No serás capaz.

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Abrí los ojos. Con la esperanza de que mi mundo volviera a ser el mismo después de lo ocurrido, hacia apenas unos meses.

Desde el accidente, mi tía Rose tubo que hacerse cargo de mi hermano, Jim, unos dos años menor que yo, y de mi.

Este sería un día diferente a los que, durante la perdida de mis padres, había tenido. Iba a volver otra vez al instituto para superar mi penúltimo año. Allí encontraría a mis amigos, volvería a incorporar me en el grupo de animadoras y asistiría a las "maravillosas" clases de matemáticas, impartidas por la Señora Higgins.

Me levanté de la cama, y me vestí con una de mis camisetas preferidas, unos tejanos y las Converses blancas. Luego fui al baño para asear me.

Bajé las escaleras y fui a la cocina, en la cual se encontraba Rose, mi tía, con una taza de café en mano y leyendo el periódico. Ese instante me recordó a mi madre, se parecían mucho, las dos tenían el pelo rojizo y unos grandes ojos verdes, pero Rose era más despistada y olvidadiza .

De mi madre heredé el color de los ojos y la piel fina y blanca, casi transparente. De mi padre el color castaño del cabello.

- Hola Rose - Saludé, y poco después le besé la mejilla.

- Hola cariño - Sonrío distraída.

Cogí una tostada y un poco de zumo. Rose dejó el periódico y empezó a limpiar sus platos, mientras me hablaba.

- ¿Preparada para volver? - Preguntó mirándome de reojo.

- Sí, quiero volver cuanto antes a la rutina, y seguir adelante. Por cierto ¿Donde está Jim? - Pregunté mientras terminaba mi desayuno.

- Estará arriba, en su cuarto. - Me dijo. - ¡Y como no espabile nos vamos sin él! - Grito, para que Jim la oyera.

- Ya estoy - Dijo Jim, alargando más de lo necesario la "y".

Jim era un chico guapo, y no lo digo porqué fuera su hermana, sino porque lo era. Tenía las facciones de la cara marcadas y un cabello castaño oscuro. Sus ojos era de color caramelo, iguales a los de mi padre. Desde la pérdida de nuestros padres, Jim se cerró en banda. Las primeras semanas no quería hablar con nadie se encerraba en su habitación y encendía la música, poniéndola a todo volumen. Pasado un tiempo, y gracias a Rose y John, su mejor amigo des de la infancia, fue aceptando la pérdida.

- Venga, vámonos. - Dijo Rose mientras salia de casa, seguida por Jim.

Salí por la puerta y fui directa al coche de mi tía. Ella nos llevaría al Instituto. Durante el trayecto estuve contemplando por la ventana, el pueblo dónde había crecido. Era soleado y alegre, siempre me había gustado vivir allí y a Jim también.

Llegamos al Instituto en unos diez minutos. Jim salió rápido y con una breve despedida. Luego se perdió en la multitud.

Antes de abrir mi puerta para bajar, miré a Rose, que me mostraba una sonrisa de apoyo. Yo se la devolví y salí.

Empecé a caminar hacia el Instituto. Entré y fui a mi taquilla, para sacar los libros de las siguientes asignaturas que me tocaban. Al cerrarla, apareció Caroline, capitana de las animadoras y mi mejor amiga. Está me dedicó una sonrisa y me abrazo.

- Te he echado mucho de menos. ¿Como estás? - Me pregunto

- Estoy bien, quiero volver cuanto antes a la rutina. - Le contesté, mientras nos dirigiamos a la clase siguiente.

Ella empezó hablar de lo emocionante que era que volviera estar en el Instituto, y que el equipo de animadoras por fin estaba completo.

Al llegar a clase, cada una nos sentamos en su sitió. Me di cuenta que el asiento continuo al mio, el cual siempre solía estar vacío, lo ocupaba un chico, con el cabello castaño y ojos de color gris azulado, fríos. Sus facciones eran marcadas. Era guapo, muy guapo. Por lo que dejaba ver su camiseta estaba fuerte.

Continúe andando hacia mí asiento. Él levantó la vista y me miró.

No serás capaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora