Capítulo 4

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Maldición... jamás en mi vida vi algo tan espantoso como eso. Cuando vi a George y a Ringo besándose no pude evitar sentir repulsión, es decir, mi familia me había inculcado a no caer en la perversión de esa forma, y el haberlo presenciado en vivo me ocasionó escalofríos. Por eso huí a mi casa rodante y me encerré, no quería saber más.

Abrí las sábanas percudidas de la cama de doblar que me habían proporcionado para vivir y me metí perturbado. Cerré los ojos para intentar dormir y, cuando estaba a punto de lograrlo, escuché algo que me hizo pegar un salto.

—Sí... oh sí... ¡Dame más!

¡¿Qué mierda era eso?!

—Dios, no hagas tanto ruido...

—Cállate.

Los ruidos fueron aumentando su volumen, hasta que se le unieron gemidos y jadeos. Fue entonces cuando supe que John y Brian estaban teniendo sexo. ¿Y cómo fue que supe que se trataba de ellos pesar de los gemidos? Pues...

—¡John! ¡Más al fondo!

—¡Eres un cerdo insaciable!

Así también descubrí que Brian era la pasiva.

—No puedo creerlo... —mascullé levantándome de la cama. Nunca se me cruzó por la mente que John, un chico que parecía ser de lo más normal, anduviera tirándose a mi jefe. ¿Y si esa era la razón de que estuviera en un circo de fenómenos? Tendría sentido, pues luce normal a simple vista. Tal vez ese es su secreto.

Decidí caminar por los alrededores por un rato, esperaba que para cuando regresara, ellos ya hubieran terminado.

Era una noche de luna llena, realmente hermosa. Su brillo era lo único que iluminaba mi camino. No sabía a dónde me dirigía, eso no me preocupaba.

Realmente no sabía ni siquiera el destino de mi propia vida. Mi sueño de ser músico ya estaba muerto y el volver con mi padre no era una opción.

Ufff...

Me senté en un pedazo de madera que había fuera de donde estábamos instalados y cerré los ojos para disfrutar de la fresca brisa nocturna. No tenía ni idea de como iba a poder mirar a los ojos a esos dos, ni tampoco si volvería a asistir a una velada con los fenómenos. ¿En qué demonios me había metido?

Desperté en el suelo al día siguiente, en el mismo lugar donde estaba la noche anterior. Mi espalda dolía por la dura superficie en la que me encontraba y mis ojos tardaron en acostumbrarse a la claridad del día.

Cuando me hube desperezado, regresé al circo y vi a todos desayunando. John usaba una bufanda, a pesar de que no hacía ni una pizca de frío.

—¡Buenos días, Paul!—saludó Polly, sonriendo.

—Buenos días.

—Ven, aún queda comida.

—No tengo hambre, gracias.

Antes de que pudiera contestar, seguí mi camino hasta la oficina de Brian. Sería mi primer día de trabajo y estaba algo nervioso a pesar de todo.

—Buenos días, Paul.

—Buenos días...

—¿Qué pasó anoche? No te vieron dormir en tu cama.

—Yo...fui a dar un paseo y me quedé dormido cerca de aquí.

—¿Por qué saliste a pasear de noche?

—No podía dormir.—dije serio —¿Qué tengo que hacer hoy?

The Freak Show [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora