La vida de una adolescente...

290 9 16
                                    

Venía ya de regreso de mi práctica de básquetbol, que llevo practicando por más de cuatro años pues era mi deporte favorito. Faltaban más de diez cuadras para llegar a casa de mi mejor y única amiga, Kate (habíamos quedado de vernos esta tarde). Iba caminado por la cera entrando casi en su vecindario.

No faltaba mucho para que anocheciera, como unas dos horas. Llevaba el cabello recogido y mi mochila recargada en el hombro izquierdo; no quería utilizar mucho mi celular pues no le quedaba mucha batería.

En realidad, no deseaba ver a Kate, últimamente me había estado distanciando mucho de ella, y no sabía por qué. Habíamos estado juntas desde el jardín de niños y siempre me había agradado su compañía, pero, en estos últimos años, ella había sido muy tediosa e imprudente, algo que en lo personal odiaba. Mi plan para esta tarde era llegar a casa, cambiarme y ver Lost, pero ella me llamó aquella mañana pidiéndome o más bien suplicándome que fuera a visitarla pues, al parecer, me tenía una sorpresa y ella sabía muy bien que esa clase de "sorpresas" que siempre me preparaba no me gustaban para nada. Sus sorpresas consistían en dos cosas: o era para decirme con quien estaba saliendo o con quien se había acostado la noche anterior; no hacía más que presumir me su "emocionante" vida.

En fin, ya no faltaba mucho para llegar a su casa, lo cual me parecía un alivio, ya que, comenzaba a darme hambre y no tenía ningún centavo en mi cartera; pues me había gastado el poco dinero que tenía en un agua al salir de la práctica.

Estaba pensando en qué podría ofrecerme Kate de comer en su casa, cuando en eso, me llegó un mensaje de ella.

«Oye surgió algo, tuve que salir» me escribió ella.

«¡¿Qué?!» le respondí.

«Sí, sí, verás he estado saliendo con Math ¿Te acuerdas de él? Bueno, en fin, me invitó a cenar a último minuto y no puedo abandonarlo».

«¿Y a mí sí?» le contesté enfadada.

«¡Oh vamos, Ally! No es para tanto, nos veremos otro día ¿de acuerdo?»

«Piérdete» le escribí, por último.

Odiaba que Kate hiciera eso, no era la primera vez, siempre me dejaba por otras chicas o un chico. Me encontraba sola, hambrienta, sin dinero y con el teléfono casi muerto. Comencé a caminar en dirección opuesta a la casa de Kate. Intenté de no fijarme en el hambre que tenía para pensar en lo qué debería hacer, pensé en irme con la tía Hellen, pero recordé que se acababa de mudar a otra ciudad.

Mientras caminaba con la mirada baja escuché que me llegaron varios mensajes, supongo que eran de Kate tratando de convencerme para que no me enojara que, por cierto, me digné de no contestar.

Llevaba caminando por más de media hora, cuando de repente escuché el claxon de un auto, me giré, pero las intensas luces del automóvil me deslumbraron, a continuación, quien quiera que fuese el conductor se estacionó a un costado de la cera bajando al mismo tiempo la ventanilla del acompañante.

—Hola, preciosa—me dijo una voz masculina.

—¿George? ¡Me asustaste! ¿Qué se supone qué estás haciendo aquí?

A George le conocía desde el año pasado, era tan solo un año mayor que yo. Lo conocí en el instituto en el baile de bienvenida para los de primer año, cuando Kate me dejó tirada para ir con un chico de último año a "cenar". George y yo no estábamos saliendo ni nada por el estilo sólo nos gustaba llamarnos por apodos absurdos. Y sí, el conducía, aunque no tenía licencia de conducir, mas, las facciones de su rostro lo hacían ver unos años mayor.

Tierra Escondida I: Más allá de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora