Capítulo 1: Bienvenida

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Aquí es donde nuestra verdadera historia comienza, donde la vida de Alexandra Homel está a punto de cambiar para siempre... ¿Están listos?

Ally se despertó a las siete de la mañana. Bajó todavía en pijama hacia la cocina, donde se percató de que el pase del fregadero estaba abierto; esto la extrañó bastante, ya que su madre no era tan despistada como para dejarlo de aquella manera.

Fue hasta allí, lo cerró, y cuando se dio vuelta había un gato negro, de tamaño normal, parado sobre la mesa. Él, le miraba fijamente con sus ojos verdes fluorescentes.

—Sígueme—dijo con tanta frialdad el felino. Esto sorprendió aún más a Ally, quien se frotó los ojos pues aún no creía lo que veía. Posteriormente, asintió con lentitud y el animal bajó de la mesa.

El gato caminó con elegancia hacia la entrada principal, donde se quedó mirando la puerta y después se dirigió a Ally haciéndole un gesto con la cabeza para que abriera. Y ella, obedeció rápidamente.

Caminaron hasta el jardín y el gato comenzó a hacer un hoyo en la tierra, lo suficientemente grande como para dejar pasar a una persona. De aquel hoyo salía una luz amarillenta bastante segadora: lo que obligó a Ally a entrecerrar sus ojos; no obstante, al felino no parecía afectarle en absoluto.

De repente, el gato, se dejó caer en el hoyo. Ally llena de curiosidad, decidió echar un vistazo, acercándose al agujero, pero resbaló y cayó...

El hoyo se cerró en cuanto Ally entró por él.

El agujero estaba tan oscuro que no se podía ver absolutamente nada. No hacía frío ni calor. La caída era tan larga que Ally comenzó a preguntarse si en verdad estaba cayendo.

—Ya casi llegamos—dijo el felino después de un rato.

—¿Llegar a dónde?—preguntó Ally.

—Ya lo verás.

De ahí, hubo un largo silencio por varios minutos.

Hasta que, Ally miró hacia bajo y pudo ver el final del agujero. Vio una luz blanca, y lo que parecía ser la copa de un árbol, y efectivamente era eso. Extendió sus brazos, en un intento desesperado para amortiguar la caída, pero fue inútil, pues cayó bruscamente en aquel árbol gigantesco. Se golpeó con las ramas, hojas y frutos, pero en cambio el felino era increíblemente capaz de esquivar aquellos golpes y objetos; como si llevara tanto tiempo haciéndolo que ya se había acostumbrado.

Cuando por fin pasaron por todas las ramas, Ally cerró sus ojos. Ambos se acercaban a un lago rápidamente; de agua cristalina y de un azul brillante, donde ésta era muy fría pero a la vez muy refrescante.

Cuando Ally cayó al lago, no pudo moverse debido a los golpes de las ramas, así que se hundió lentamente hasta perder el conocimiento por la falta de oxígeno. El gato, que milagrosamente ya había llegado a la orilla arenosa, ya estaba secándose.

—Espero que no te de un resfriado—dijo el gato, secándose la cola con las patas—¿ah?—expresó al voltearse y percatarse de que la humana ya no se encontraba a su lado. Miró hacia al lago, y al entrecerrar sus ojos, pudo distinguir una silueta que se hundía lentamente en aquel profundo lago—¡Ay! no puede ser. Tiene que ser una broma—se quejó el felino. Corrió a toda velocidad y se sumergió de nuevo en aquel lago de agua cristalina.

A cuestas, pudo llevar a Ally hacia la orilla. Donde se vio obligado a realizarle una reanimación, lo cual fue... algo perturbador para él. Cuando dio por terminada la tarea, esperó a que la chica recobrara el conocimiento.

Después de unos segundos, mientras el gato se lamia una de sus patas delanteras, Ally comenzó a toser, expulsando un poco de agua desde sus pulmones. El felino, alzo la mirada a la par en que Ally comenzaba a incorporarse.

Tierra Escondida I: Más allá de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora