capítulo 2

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Nos llamaron a casa a las cuatro de la mañana. Sólo dos días antes, papá había sido internado en el hospital para un chequeo.

Al principio le dolía un poco el pecho,pero el médico le aconsejó que se internara porque notó algunas irregularidades en su ritmo cardíaco.

Dicen que fue durmiendo. Supongo que debe ser mejor. ¿Como será? ¿Con qué soñará una persona en ese momento? ¿será como pasar de un sueño a otro? ¿O será como despertar? Como despertar de un largo sueño y decir "¡Uf,qué raro, soñé que era un tipo tal o cual aspecto,que me llamaba fulano de tal,que vivía en tal país y tenía tal familia".

Como consuelo, muchos allegados me dijeron que lo mejor es morir mientras se duerme.

Sonaban algo envidiosos del fin de mi padre. No tengo manera de saber si es cierto o no. Cuesta pensarlo. Cuesta elegir un tipo de muerte. Casi me suena contradictorio decir "Yo quiero morir de tal manera" "Querer" Y "morir" me parecen palabras incompatibles.

Yo no quiero morir. Ni ahogando,ni quemado,ni asesinado,ni durmiendo,ni de risa. Simplemente no quiero. Y sin embargo es algo inevitable. "Morir" tiene más peso que "querer". "Querer" es casi un invento,una fantasía, porque casi nunca se cumple lo que queremos.

Así que,¿que sentido tiene decir "Yo quiero esto"? Es sólo una expresión de deseo,una idea ficticia,sólo una palabra que no indica nada verdadero. En cambio,"morir" es realidad.

Morir es pura realidad. Tanta realidad que no alcanza ninguna palabra. Decimos "muerte" como podríamos decir "mesa","casa" o "pato de goma": hablamos de Algo que nos supera.

Llegamos al hospital sabiendo lo que íbamos a encontrar: No por eso dejé inventar salidas a la situación.

Mientras viajábamos en taxi imaginaba que al llegar nos explicarían que todo había sido un error,que se referían a otra persona con el mismo nombre o talvez con un nombre distinto,un nombre gracioso. Ruperto Haroldino. Todo fue un error. Lamentamos mucho más molestias causadas. Y correríamos a casa a mi padre y,¡ Cómo se reiría! Luego,ya en casa, todos juntos nos reiríamos del asunto y Ruperto Haroldino se volvería un código interno ya que mi padre no dejará pasar la oportunidad de decir.

"¡Ni que yo fuera Ruperto Haroldino!",y de inmediato agregaría avergonzado: "Que en paz descanse",porque no corresponde andar haciendo chistes con los muertos.

Nunca supe por qué nos hicieron pasar separados. Nos sentaron en un pasillo primero a m i madre,luego a mi hermano y por último a mí. Una enfermera se acercó, tomó la mano de mi madre y la hizo entrar. Después vino por mí de la misma manera.

No entiendo bien para qué todo eso. Parecía algo armado,una especie de ceremonia. Mientras la enfermera me conducía a la cama donde yacía mi padre no pude evitar sentirme ridículo.

Me parecía ser trasladado a un extraño show armado únicamente para mí. Era como entrar a la carpa de un circo,pero no para contemplar gente que traga espadas o se acuesta sobre clavos,sino para ser testigo de algo mucho más fantástico e inconveniente:el propio padre muerto. Y ahí estaba,tendido en una cama de hospital.

Lo contemplé durante un rato. Ver un cadáver produce una sensación extraña. Más si es alguien cercano. Uno ve a una persona a la que conocía y la ve igual que siempre. Todo está en el mismo lugar. La misma cara,el mismo cuerpo,las mismas manos,el mismo pelo. Pero hay algo raro. Algo falta. Hasta que uno se da cuenta de qué es lo que falta: esa persona no está más allí.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2017 ⏰

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