La pequeña y fina taza de té con todo su estruendo caía al suelo interrumpiendo la conversación amena de los amos y los nuevos visitantes. Él con sus ojos azul intenso miraba a la joven que con la bandeja en mano permanecía parada, pálida y temblando intensamente.
— ¡Oh no! Es la vajilla que mi tía nos heredó – decía Isabelle la joven patrona de bellos ojos verdes y rubios cabellos.
— Mil disculpas señora, de verdad yo no… - Aidryl se apresuraba a levantar los restos de taza, pero era imposible para ella concentrarse. Quería evitar ver a aquel joven al fondo del salón, pero su mirada sin remedio se dirigía hacia él, su corazón palpitaba tanto que se sentía perturbada. Le era difícil distinguir si aquello ocurría o solo era algún sueño.
— Déjalo así, ya luego hablamos de eso – Isabelle serena y con dulzura le hablaba – mejor apresúrate a servir el té.
Aidryl asintiendo y disculpándose comenzaba a servir el té. Tuvo que respirar profundamente varias veces para que no le temblaran las manos. No quería alzar la mirada para verlo, pero a su vez su mente le decía que debía hacerlo, su corazón saltaba cada vez que escuchaba los susurros de su voz. Le tocó servirle el té, se concentró todo lo que pudo en mirar la taza y tratar de no fallar, pero fue imposible no observarlo, tan solo miró sus manos y tuvo que subir la mirada para ver su rostro, esos ojos ya la habían visto, ella había acariciado aquellos cabellos, era él no tenía duda de ello. Él no entendía porque aquella sirvienta lo miraba con tanta atención, más aún le extrañaba aquello que sentía cada vez que sus ojos se topaban con los de ella, era extraño y un fuerte dolor de cabeza comenzó a atacarlo.
Aidryl dándose cuenta de su atrevimiento se alejó rápido de él. Sirvió el té del joven Louis Burh, uno al que estaba acostumbrada a ver por ahí y se disponía a retirarse, pero algo de la conversación de su patrona con el señor Lauda la hizo detenerse.
— El joven Edward Hendrick es el prometido de mi hija, no sé cómo se me olvidó decírselo señora Thompson, por eso hemos venido a Londres quiero conseguir lo mejor para la boda de mi única hija.
El señor Lauda era más bien joven para tener dos hijos ya crecidos, su forma de hablar era muy agradable. Aidryl solo veía como el señor Lauda posaba su mano sobre el hombro de aquel joven de ojos azules y con orgullo lo presentaba como el futuro esposo de su hija “¿Edward? No eres Edward, no es ese tu nombre ¿qué te ocurre? ¿Por qué no me reconoces?”
— Aidryl ¿qué te ocurre? – Constance la otra sirvienta entraba a su habitación – vamos a que hagamos juntas las habitaciones para los invitados.
— Vi a Leonardo – decía en un susurro, presionando a su pecho aquel medallón que guardara desde hace 4 años.
— No entendí nada.
— Te estoy diciendo que lo vi Constance, lo acabé de ver, es él está vivo – emocionada sonreía – siempre supe que estaba vivo. Es aquel joven que llegó con las visitas.
— ¿El que se va a casar con la niña? – sin más comenzó a reír a carcajadas – Aidryl para empezar no se llama Leonardo.
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The Real and True Love
Short StoryAidryl ha pasado tres años buscando al amor de su vida, a aquel joven que amara desde niña y que sin razón alguna alejaron de ella. Ahora todas sus plegarias parecen ser respondidas, sin embargo, tenerlo frente a ella parece solo un sueño, por otro...