Antes de meterse en la ducha, eligió unos pantalones de color beige y una blusa de seda de tono marfil. Los completó con unos zapatos bajos y se recogió el pelo con una pinza de nácar.
Respiró hondo y salió del cuarto de baño, pero no vio a Harry por ninguna parte. Quince minutos más tarde, lo seguía esperando mientras recorría nervioso la habitación.
No podía tardar tanto en vestirse. ¿Dónde estaría? ¿Intentaba postergar su reunión lo más posible?
El sonido de la puerta al abrirse la sobresaltó. Se humedeció los labios y se volvió.
Harry se hallaba de pie en el otro extremo de la habitación, el rostro un estudio de aplomo mientras la evaluaba.
—Veo que encontraste la ropa que hice que te enviaran de Saks.
—Sí.
—Es el conjunto más conservador de todos — comentó al captar al instante el significado de su elección.
—Es cómodo —respondió con suavidad.
—Lamento haberte hecho esperar. Fui a recoger las carpetas que necesitaremos. Y a solicitar que nos subieran ya unos chuletones con patatas asadas y ensalada. Espero que te guste.
—Es perfecto —técnicamente, como jefa de seguridad, debería ser ella quien decidiera esas cosas, pero al parecer Harry Dos Santos se sentía como en su casa en los dominios de ella.
Harry cruzó el cuarto y depositó varias carpetas sobre la mesa.
—Tengo un dossier de la CÍA sobre Duarte. Un mapa de la isla. Información de algunos de sus visitantes. Y un dossier sobre mí mismo. Tienes que memorizarlo para que puedas decir cosas como que estudié en Georgia Tech. Mantendremos los hechos lo más próximos a la verdad que sea posible, para facilitarnos recordar cómo se supone que son nuestras historias. Necesitaré información similar sobre ti. Puedo empezar con tu historial personal, pero es probable que requiera más detalles.
— ¿Tipo si tengo calambres menstruales? —espetó.
—Sí, esas cosas. ¿Los tienes?
—De vez en cuando —deseó no haberle respondido de esa manera.
—Como has sacado el tema, ¿se te sensibilizan los pechos?
—No es asumo tuyo —te lanzó una mirada de advertencia.
—Siento discrepar. Todo sobre ti es asunto mío. Hace más de un año que eres mi amante. Necesito saber si te crispa el período, o si te pone más ansiosa para el sexo.
—Las dos cosas —replicó.
—Pareces tensa —comentó con sequedad—. ¿Te ayudaría a relajarte una copa de vino?
—Blanco, por favor —asintió.
—Creo que hay una botella de Chardonnay en la nevera —la sacó—. De mil novecientos noventa y seis. Un buen año —extrajo un sacacorchos del cajón y con habilidad comenzó a descorcharla.
Ella lo observó un momento antes de comentar:
—Quizá me sentiría más cómoda si intercambiáramos información íntima en vez de ser tú quien quiere sonsacarlo todo —estudió sus hombros anchos—. ¿Dónde poseíste por primera vez a una chica? ¿En el asiento trasero de un coche? ¿Cuántos años tenías?
Tuvo la momentánea satisfacción de ver que la mano que sostenía el sacacorchos vacilaba. Pero ese fue el único signo que ofreció.
—Esa no es necesariamente una información que vaya a compartir con mis amantes, a menos que sea la clase de hombre al que le guste alardear de sus conquistas sexuales.
— ¿Lo eres?
Harry sacó el corcho de la botella, dos copas del armario y se puso a servir el vino.
—El personaje que estoy creando para Jack Duarte probablemente sí —concedió al entregarle una copa; luego, bebió un sorbo de la suya antes de responder—. Fue el verano en que tenía quince años. Mi padre tenía un viejo compañero del ejército, Ed Wyatt, de cuya familia éramos amigos. Su hija, Bethany, tenía diecisiete años y me gustaba. Pero como era dos años mayor que yo,no pensé que pudiera disfrutar de una oportunidad. Mis padres y yo pasábamos el fin de semana en la casa de los Wyatt y las dos parejas habían salido a cenar fuera. Yo me encontraba en el salón, nervioso por estar a solas con Bethany. Buscaba en el televisor un programa que me distrajera cuando ella se acercó por detrás, me rodeó la cintura y apoyó la mano en mi pene.
Bebió otro sorbo de vino con los ojos clavados en la cara de _______. Ella tenía la boca seca, pero no bebió, porque por el momento había perdido la capacidad de moverse.
—Me excité al instante. Pensé que iba a abochornarme allí mismo, pero ella sabía lo que hacía. Era evidente que tenía experiencia. Nos desnudó a los dos y me introdujo en ella en un tiempo récord —sus ojos adquirieron una expresión lejana—. Creí que aquella primera vez había sido increíble. La segunda aminoró un poco... empezó a mostrarme cómo acariciar y besar a una mujer para darle el máximo placer. La tercera vez... —se encogió de hombros—. Ese fue el momento en que me dio una lección de sexo oral.
_______ no pudo evitarlo. Sintió que la humedad se acumulaba entre sus piernas. No te resultó difícil imaginar a la adolescente Bethany seduciendo a un Harry de quince años. Era un hombre asombrosamente masculino. La joven debió de tomar esa sensualidad intacta como un desafío... y un regalo que sus padres le habían hecho sin saberlo.
—Aquel verano realizamos varias visitas de igual intensidad. Pero al año siguiente ella se fue a la universidad y volvió a casa acompañada de un chico de primer año. Yo seguía en el instituto y ella, a partir de entonces, ni siquiera quería darme la hora. Fue un golpe duro para mi ego.
Con un movimiento brusco, _______ se bebió el vino de un trago.
— ¿Y tú? —preguntó Harry en voz baja y seductora.
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Compañeros de Trabajo
Romance________ estaba acostumbrada a trabajar de incógnito, pero hacerse pasar por la amante de un hombre rico era una misión demasiado peligrosa. Especialmente si el "hombre rico" era su compañero Harry Styles, quien exigía que hicieran el amor de verdad...