Hace mucho tiempo, en un sitio donde no suelen suceder sucesos bizarros ni extravagantes, había un adolescente llamado Fausto, que llevaba su vida normal, su familia, sus amigos, sus estudios, todo era normal. Un día salió de la casa de su amigo de noche muy de noche por haberse quedado haciendo tareas que tenía que presentar para el día siguiente, siguió la ruta que normalmente llevaba hasta su casa, la noche aparentaba más oscura que de costumbre por el hecho que los faros de la calle estaban apagados, no había luz por las calles y por ello más perturbadora, a unas cuadras de llegar a su casa sopló un viento muy fuerte que hizo volar un papel y chocó a su pecho, sin mirarlo iba a botarlo pero se dio cuenta que tenía algo escrito, lo guardó en el bolsillo y siguió su camino. Una vez en su casa se pudo dar cuenta que no había nadie, a su vez que no había luz, por ello no había alumbrado público, buscó unas velas y se sentó en la silla de la cocina, ahí fue donde se acordó del papel escrito que se encontró en la calle, lo puso sobre la mesa y aprovechando la luz de la vela empezó a leer el papel, Fausto se sintió intrigado y perturbado por lo que había leído, y mencionó en voz alta “tengo que hacer un ritual o toda mi familia morirá hoy mismo”.
Muy preocupado por lo que había leído, rápidamente buscó entre sus cajones de la cocina una caja de fósforos, una vez que ya los tenía en la mano, siguió leyendo, después de eso, arrugó la hoja de papel y la botó, se dirigió hasta su habitación, ingresó a su armario, se sentó cogiendo sus rodillas, entre toda la oscuridad que invadía el armario, Fausto no podía ver ni siquiera su mano, miró para el techo, para los costado y dijo a mediana voz “muéstrame la luz o déjame la oscuridad”, sin haber pasado nada, nuevamente dijo la frase “muéstrame la luz o déjame la oscuridad”, luego de ello se escucharon pasos y murmullos dentro de la habitación de Fausto inmediatamente encendió un fósforo y ya no se escuchó ningún ruido raro; se quedó un momento en silencio y nuevamente dijo “muéstrame la luz o déjame la oscuridad” esta vez el ruido fue más escandaloso, se escuchaba un zumbido dentro de la habitación, y los pasos cada vez más cerca de fausto, nuevamente prendió un fósforo y todo se quedó mudo, pasado 5 minutos después nuevamente dijo “por última vez, “muéstrame la luz o déjame la oscuridad”, con esto último se escucharon sonidos extraños dentro de la casa y se escuchaba los pasos que estaban cerca al armario del dormitorio de Fausto, él muy desesperado abrió la caja, sacó un fósforo pero no prendía, sacó otro más y de igual manera tampoco prendía, en ese instante se había percatado que todos los fósforos estaban quemados, luego vio que la puerta del armario se abrió por completo y pudo ver una mujer arrodillada frente a él con todo el cabello tapándole el rostro, Fausto sin reacción la miró aterrorizado, cuando de repente vio que los ojos de esta chica empezaron a llorar sangre, eran ojos rojos con pupilas negras en sus mejillas se veía cortes sin sanar, en ese entonces fue cuando se le acercó y Fausto sólo vio un destello de luz y gritó fuerte.
Media hora después, llegaron sus padres, y al no encontrar a Fausto buscaron por toda la casa, encontrándolo muerto sin ojos en el armario de su habitación al ver terrible suceso el padre llamó a la policía mientras que la madre quebrada en llanto se abrazaba el cadáver de su hijo.
Ese mismo día, se dieron cuenta que en la cocina hubieron dos velas prendidas, nunca supieron el por qué ya que en ningún momento se fue la luz, a su vez encontraron una hoja de papel arrugada en el piso de la cocina el padre abrió la carta arrugada y no encontró más que garabatos, nada escrito.