Nick Cassidy se desperezó con el pelo revuelto y los ojos legañosos. Miró el despertador digital de la mesilla de noche y comprobó que eran las ocho menos cuarto. No tenía muchas ganas de levantarse, pero era lunes y tenía un examen importante de biología marina en la universidad. Había estado estudiando hasta tarde, y su cuerpo necesitaba más descanso.
Para evitar dormirse, se levantó a darse una ducha fría. Mientras estaba bajo el agua, recordó que hoy debía ir a buscar a Michael Thompson a su casa, ya que su coche se había estropeado y no tenía con qué ir al campus. Le había dicho mil veces que se mudara a la residencia de la universidad, pero Michael llevaba casi cuatro años viviendo con su novia Lea y no quería separarse de ella, ni siquiera lo que duraba el último curso que le faltaba para terminar sus estudios.
Nick suspiró y se preparó un tazón de leche con cereales de trigo. Su frugal desayuno nada tenía que ver con el de Michael, que era deportista. Jugaba al fútbol con el equipo universitario, y todas las mañanas empezaba el día con huevos revueltos, beicon y tostadas integrales con mermelada. Nick solía bromear y decirle a Michael que pronto tendrían que despegar su hígado de su cuerpo con una palanca en caso de que muriera repentinamente con esa dosis de grasas y proteínas. Su amigo reía ya que sabía que quemaba todo eso en el campo de juego y en el gimnasio y no tenía motivos para preocuparse.
Mientras masticaba sus cereales, Nick echó un vistazo a su móvil. Como siempre, tenía un whatsapp de buenos días de su novia Megan. Sonrió mientras un sentimiento cálido le atravesaba el pecho. Le contestó con una sola mano al tiempo que insertaba unos emoticonos de corazones. Nick era un joven de veinte años sensible y cariñoso, y no le importaba mostrar sus sentimientos a su pareja, así como a sus amistades.
Había conocido a Megan un año antes, en casa de unos amigos de sus padres. Habían ido a celebrar el cumpleaños de Emily, la hermana pequeña de Nick. El patio de la casa tenía tamaño suficiente para organizar la fiesta, y esa tarde estaba lleno de pequeños con edades de entre seis y nueve años. Emily cumplía siete, y estaba muy emocionada jugando y correteando con sus amiguitos, cuando Nick, ya aburrido y con ganas de irse, vio una chica de pelo castaño con unos ojos azules inmensos. Megan Jones se percató de que estaba siendo observada y fue sonriente a presentarse. Gracias a ello, Nick pudo vencer su timidez natural, e hicieron amistad enseguida.
A los pocos meses se enamoró de ella y grata fue su sorpresa al comprobar que era correspondido. Nick sólo se había enamorado una vez, hacía mucho tiempo, y en circunstancias que no quería rememorar. Conoció a la familia de Megan, que eran encantadores. Ella también tenía un hermano pequeño, un niño de rizos oscuros y pecas llamado Eric, hablador y travieso, que enseguida hizo buenas migas con Emily.
Megan también tenía veinte años y trabajaba en una guardería de la ciudad llamada "Peces Mágicos", cuidando a niños de entre dos y cinco años. Era su vocación desde siempre, y disfrutaba mucho haciéndolo.
Nick comprobó que Megan había visto sus emoticonos y satisfecho terminó de desayunar. Fue al garaje y arrancó su coche, en dirección a la casa de Michael y Lea.
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EL JUEGO DEL ASESINO 2
Mistério / SuspenseEsta es la segunda parte de mi historia El juego del asesino. Recomiendo leer la primera para entender mejor la segunda. Que la disfruten.