Primera oportunidad.

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Ese día era completamente diferente a los demás. El taller todavía no había comenzado y todos nos sentábamos en nuestros escritorios. Te habías sentado detrás de mí y yo a penas podía hacer un movimiento sin que me lo estuviera pensando mil veces. Sentía muchísimo miedo de hacer algo equivocado. Estaba tan concentrada en tranquilizarme y actuar relajada, que no noté cuando una de las chicas del taller, Katy, me tocó el hombro, llamándome. Ella era persona muy sonriente y alegre. Siempre había pensado que ustedes dos congeniaban muy bien y me parecían un par muy compatible. Las buenas vibras estaban donde ustedes estaban y yo los admiraba por eso.

Katy me agradaba, muchísimo. Siempre venía a saludarme con una sonrisa afectuosa y hablábamos de nuestros intereses y gustos seguido. Pensé que me llamaba para eso mismo, para entablar una conversación. Pero no era el caso. Señaló detrás mío y se acercó un poco más a mi.

—A Joonie le gusta tu cuaderno.

Yo no sabía qué decir. Probablemente no significaba nada en especial, pero estaba medio impactada por la situación. ¿Puedes creer que ni siquiera pude decir gracias o hacer algún tipo de comentario? Solo asentí y extrañamente, te mostré mi pulgar en alto. A ti, que estabas sentado viéndome atentamente. Estaba tan aturdida que tuve que darme la vuelta. Y gracias a Dios que en ese momento se dio comienzo al taller, porque iba a enloquecer por mi estúpida forma de actuar.

Si antes parecía que yo no le agradaba, pensé que ahora seguramente pensabas que yo era un bichito raro incapaz de comunicarse con los demás. Genial. 

Fue un día difícil. Miles de pensamientos se me juntaban en la cabeza y me hacían sentir como si fuera a explotar. Traté de acallar las voces en mi mente con música, pero mi memoria no fallaba al recordarme con mínimo detalle lo que había ocurrido momentos antes y me avergonzaba enormemente.

Ese día no pude mirarte a la cara. Casi salí corriendo cuando finalizó el taller. Y ahora que lo pienso, tal vez Katy quería que entablaramos una conversación, pero ya era demasiado tarde para eso, solo pude quedarme con lo que hice y aprender de ello.

Esa fue la primera oportunidad que perdimos; que perdí.

Diario de un amor no correspondido: Las palabras que nunca dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora