"En atardeceres como este Rukia no podía evitar recordarlo... fue un día tal como este que ambos decidieron, a la orilla de un acantilado convertirse en lo que sería toda su vida ... y luego, la causa de la muerte de Renji.
Habían pasado ya casi veinte años desde que perdió la vida con honor, en el cumplimiento de su deber, dándole muerte a un poderoso arrancar que había hecho su aparición en el mundo de los vivos, Renji le había dado muerte, pero se lo había llevado con él, tan trágica, tan abruptamente que ella jamás logró decirle adiós ... o algo de todo lo que había sentido dentro tanto tiempo y nunca había logrado encontrar el valor de decir.
Para cuando llegó a su lado y lo tomó en brazos, su cuerpo ya no tenía rastros de vida, ni siquiera una última mirada, algo que le demostrara cuánto lo amaba antes de partir.
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"Hora de volver a mis deberes" se animó a sí misma a levantarse y sacudirse la nostalgia que la atrapaba inexorablemente en momentos como este, tiempos, lugares, situaciones tan parecidas a las que había compartido con su compañero de toda una vida, algo más que un amigo, algo a lo que jamás le dieron nombre, algo a lo que nunca se atrevieron. Paso su ahora largo y lacio pelo tras la oreja, mientras paseando, cosa que hacía en esos momentos de lamento, se encamino por las calles ya oscuras.
Rukia llegó a la tienda de Urahara justo a tiempo para el comienzo de la reunión semanal en la que rendían informes sobre lo ocurrido en las distintas zonas de Karakura. Ella había decido quedarse allí, a cargo del exterminio de hollows en una de las zonas más activas del mundo de los vivos. Ahora tenía un pequeño escuadrón a cargo: diez oficiales y algunos internos recién graduados que enviaban de tanto en tanto a entrenar en el mundo de los vivos, para luego, completada su pasantía, asignarlos a distintas partes del mundo.
Poco después de la muerte de Renji, Kuchiki taicho, su hermano, le había ofrecido el puesto de teniente de la sexta división, pero ella lo habría sentido como una traición, el puesto que había pertenecido a su mejor amigo, no podía ocuparlo ella, prefirió quedarse en Karakura, donde pasó los últimos años a su lado.
Ichigo y los demás le ayudaban, pero veinte años habían pasado, todos habían crecido, ahora algunos de ellos eran padres, tenían familias y trabajos que les demandaban tiempo, la única que había quedado estancada y sola en esta eterna juventud, era ella, la princesa del hielo.
La reunión terminó pronto, lo mismo de siempre, algunos hollows, algunas almas encadenadas, nada cambiaba nunca.
Mientras los oficiales dejaban los informes escritos en el escritorio de Rukia, ella se puso de pie para anunciar una idea que se le había ocurrido repentinamente en un desesperado intento de romper la rutina.
- Esta semana probaremos algo distinto, cambiaremos las zonas de patrullaje y yo personalmente, tomaré una.
- Pero, capitana, usted no necesita ... nosotros podemos encargarnos ... - comenzó su segundo al mando, pero pronto fue interrumpido.
- Lo sé Hanataro, pero yo necesito algo de acción, siento que me estoy oxidando. - mintió.
La verdad es que esperaba escapar un poco de la rutina que la tenía tan nostálgica últimamente.
- Bien. - respondieron todos con una leve inclinación de cabeza.
- Mañana tendré listo el diagrama de patrullaje y la distribución de zonas para cada uno. Pueden retirarse a descansar. - concluyó.
Contenta con su nueva decisión se quedó hasta tarde diagramando las nuevas rutas de patrullaje. Luego se retiró a su habitación que se encontraba junto a la de los demás, dentro de la tienda de Urahara que era la sede del escuadrón. La suya era la que una vez había sido la de Renji. A veces le parecía que podía sentir su aroma en la cama. Tantos años habían pasado ... su mente le jugaba trucos a menudo, le daba vívidos recuerdos y sensaciones, como si hubiera sido ayer que estaba a su lado, sólo para hacerla sentir aún más sola y desdichada.
Por la mañana temprano repartió las nuevas rutas y envió a todos a sus nuevos destinos, ella misma tomó a Sode no Shirayuki que hacía tanto tiempo que no desenvainaba y se encaminó a su zona de patrullaje. Había escogido para ella misma una de las zonas más sombrías de Karakura, una en la que nunca había estado en sus largos años como shinigami a cargo.
Cuando llegó allí se apostó en la azotea de un edificio abandonado desde donde tenía una buena perspectiva de su dominio. En cierto modo le recordaba vagamente al distrito 78, niños descalzos corrían por las calles, sólo que estas eran de un antiguo empedrado y no de tierra como en el Inuzuri, casas humildes se amontonaban una junto a otra tristemente, dando a todo el cuadro un aire deprimente de abandono y pobreza. Sin embargo, los niños reían, eran felices con lo poco que tenían a su alcance, la dulce ignorancia de la niñez, como añoraba aquellos tiempos de risas, de sufrimiento anestesiado por la compañía del otro, de la familia "elegida", de la seudo-felicidad de compartir lo poco que tenían, que es aún más valioso que compartir cuando "sobra", y mucho más importante, tenía con quien compartir. Unidos por el hambre y el abandono, ya no estaban solos, eran una unidad, en las buenas y en las malas, para reír, para robar, para jugar, para aplacar las noches de frío y estómagos vacíos ...
Trató de dirigir sus pensamientos en otra dirección, los recuerdos eran dolorosos ... pensó en que había oído hablar de este barrio, por las noches se volvía muy peligroso, las pandillas dominaban las calles y ya nadie se atrevía a salir de sus casas, ya que muchos aparecían muertos al día siguiente sin pistas de lo ocurrido, si es que siquiera aparecían. Todos culpaban a las pandillas, pero Rukia sabía más que eso, algo debía estar alimentándose allí de almas, y ella iba a atraparlo.
Durante la tarde fue igual de tranquilo que por la mañana, lo que fuera que andaba suelto por ahí sólo salía por las noches. Así que resolvió quedarse esa primera noche sin regresar a la tienda para ver cómo iban las cosas.Cuando la noche cayó, decidió bajar a inspeccionar más de cerca el territorio. Caminó por las calles oscuras y desiertas poniendo especial atención en sentir energías extrañas.
De vez en cuando cruzaba en alguna esquina un grupo de jóvenes alrededor de un fuego improvisado que definitivamente lucían como pandilleros, pero nada de violencia, no parecían ser los causantes de las extrañas muertes.
De repente lo sintió, una energía poderosa a unas pocas cuadras, donde debía estar el oscuro y desértico parque, según el plano que había estudiado detalladamente, ese era el lugar perfecto para esconderse para un hollow o un espíritu errante en proceso de convertirse en uno. Sin embargo había algo familiar en esa energía, aunque llegaba a sus sentidos mezclada con algo más ... sombrío.
Cuando llegó al parque usando un shunpo digno de un Kuchiki, con su mano siempre posada sobre el mango de su zanpakuto, preparada para desenvainarla en un abrir y cerrar de ojos, lo que vio la detuvo en seco, no podía moverse ... un joven de unos diecinueve años se encontraba parado frente a un enorme hollow que se inclinaba sobre él peligrosamente. Pero eso no fue lo que la detuvo, ella era una shinigami, sabía cómo manejar eso, pero el muchacho ... su mente estaba jugando con ella nuevamente?
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El Destino.
Fanfiction🌸Y si Renji... antes de decir lo que sentía muriera. Rukia en silencio sentía lo mismo por él, pero por ser la princesa Kuchiki debía de estar en silencio y llorarlo; y si un suceso del destino, aun años después, lo trae de vuelta a ella.🌸 » Los p...