TENTAR A UN LOBO PARTE 2

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—Tienes razón. La mayoría de las veces, la única razón para aceptar un trabajo era por el dinero que conseguiría. Esa no es una motivación suficiente como para que el trabajo me satisfaga. ¿Pero escribir? Es divertido, Bryn. Me satisface de una manera que no sabía que necesitara.

—Me alegro profundamente por ti, Hayley. Ahora dejemos este tema tan serio a un lado, te recogeré a las seis cuarenta y cinco. Logan nos espera allí a la siete.

—Estaré lista. ¿En cuanto al vestuario?

—Estrictamente informal. Con un par de vaqueros es suficiente.

—Eso es fácil. Te veo en un momento.

—Adiós.

Hayley colgó el teléfono y se dirigió al dormitorio para desenterrar sus vaqueros favoritos, que conjuntaría con un top de algodón rojo. Después de tomar una ducha rápida y secarse el pelo, se puso un sujetador de encaje rojo y unas bragas a juego. Se aplicó el maquillaje con mano experta, una ligera base con un poco de rimel. Una vez vestida, se guardó en los bolsillos su permiso de conducir, algo de efectivo, un peine, las llaves de su casa y un lápiz de labios.

Se calzó un par de sandalias, y acababa de coger una cazadora de ante color rojo intenso, por si llegaba a refrescar, cuando escuchó el claxon de Bryn en el camino de entrada.

—Justo a tiempo

—comentó con una sonrisa y se dirigió a la puerta de la calle. Salió, se aseguró de cerrar bien con llave y se unió a su hermana en el coche.

El viaje fue corto y llegaron a los diez minutos. Morgan’s estaba situada a las afueras de la ciudad. Estaba flanqueada a un lado por una gasolinera, reconvertida en una tienda de veinticuatro horas, y al otro por una bolera.

Al ser temprano,

el aparcamiento estaba medianamente libre. Morgan’s era un lugar muy frecuentado, sobre todo, y con el desconocimiento de Hayley, por las dos manadas de hombres lobos de la localidad. David Morgan, el dueño, miembro de Torre de Hierro, manejaba y controlaba el lugar de manera muy diplomática. No se permitía ningún tipo de disputa; si alguien rompía las normas,

quedaba expulsado

sin ningún tipo de

rodeo

y no se le volvía a permitir la entrada.

Como no querían

perder sus privilegios, la mayoría de los clientes encontraban la manera de mantener la paz.

Las dos hermanas atrajeron muchas miradas de admiración cuando atravesaron la puerta. La gente del lugar conocía a Bryn y sabían que era la compañera de Logan Sutherland, además de ser la copropietaria de la Librería Whispering Springs. Y los chismes de la pequeña ciudad ya habían dado la noticia de la llegada de su hermana Hayley.

David captó su llegada desde detrás de la barra y la rodeó para acercarse y saludarlas con una sonrisa de

bienvenida.

—Bryn,

me alegro mucho de verte. ¿Va a venir Logan?

—Sí, debería llegar de un momento a otro. David, me gustaría presentarte a mi hermana, Hayley. Hayley, este es David Morgan. Es el dueño de este estupendo local.

David amplió su

sonrisa.

—Encantado

de conocerte, Hayley.

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