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Despertó con todo el cuerpo dormido y un punzante dolor en la cabeza. Se sentó con dificultad y se encontró en una cama junto a otros cinco chicos y una chica que temblaban y lloraban. Miro a varias direcciones, intentando distinguir el lugar a pesar de la poca luz. Estaban en una especie de habitación con tres literas, tres roperos y sin ventanas. Se revisó con velocidad los bolsillos, el pelo y los zapatos en busca de sus agujas pero no estaban, lo que era increíble pues no eran fáciles de encontrar.

Uno de los muchachos, que se notaba más grande y más musculoso que los demás, se acercó a él y le acaricio las mejillas, haciéndolo echarse hacia atrás.

—no te voy a lastimar, solo quiero ver tus ojos. Tal vez ya se terminó el efecto de la droga. — el muchacho de ojos oscuros y cabello rojo volvió a estirar sus brazos y esta vez, Lay decidió fingir que era otro asustado chico. —vaya, no hay rastros de ella.

Le palmo las muñecas y le hizo señas, enfatizando que estaba bien.

—bien. — el pelirrojo se levantó y se puso en frente de todos. —supongo que ya saben que esto no es bueno y no les diré que no les pasara nada, ni yo sé si todos van al mismo lugar pero no se hagan ilusiones, no saldrán de aquí.

Los otros tres chicos y la chica empezaron a llorar más fuerte, molestando los oídos de YiXing. El asesino rodo los ojos con disimulo, no sabía como pero había terminado con traficantes de personas. Casi se carcajeaba; los bastardos se harían encima cuando supieran a quien habían capturado pero sea quien sea, era un conocedor de las agujas que usaba. Y quería conocerlo.

— ¿q-que van a hacernos? — lloro la chica.

—ya te dije que no sé, tal vez te vuelvas una puta o te saquen algún órgano. De todos modos te vas a morir. — y eso hizo que la chica se desesperara e irritara a YiXing. De verdad odiaba los gritos.

El pelirrojo rodo los ojos y camino hacia hasta salir de la habitación. Seguro iba por el jefe, a veces les gustaba ver su nueva mercancía y si les gustaba, la disfrutaban antes de decidir qué hacer con ella.

Escucho a los chicos llamar a sus padres, pedirles perdón y rogar porque los dejaran ir y eso le daba unas fuertes ganas de golpearlos para que se callaran. Por suerte llego el pez gordo y lo hizo tragarse una sonrisa. Era el desgraciado de LuHan, este abrió mucho los ojos cuando lo vio ahí pero mantuvo la compostura.

—escuchen, si se les ocurre gritar les cortare la lengua. — el hombre de rasgos delicados y cabello cobrizo parecía mucho más intimidante de lo que Lay estaba acostumbrado a verlo. —fueron atrapados por mis hombres y como les dijeron, no saldrán de ahí. Ahora son míos.

Los jóvenes se mordieron los labios, hipando ahora con el miedo de la amenaza del chico. LuHan se acercó a cada uno y los inspecciono, incluso lo hizo con YiXing, divirtiéndose de poder tocarlo más allá de lo que SeHun le permitía en su presencia.

—tu eres precioso, no puedo dejarte con la basura. — su sonrisa sádica hizo que Lay volteara los ojos. El bastardo se divertía. —serás solo mío. —tomo del brazo a Lay y lo levanto con fuerza, apegándolo contra su pecho. Lo hizo caminar pegado a él hasta que salieron de la habitación.

El asesino se soltó del agarre con fuerza una vez llegaron a la oficina del traficante. El chino de cabello cobrizo aprovecho que el menor se acercó a su escritorio para abrazarlo por detrás y rozarse con todo el descaro del mundo.

—fue toda una agradable sorpresa encontrarte ahí, ¿ya te decidiste a ser mío? — LuHan había estado ofreciéndole una buena sesión de sexo y YiXing lo había rechazado pero no significaba que no dejara que el mayor acariciara su cuerpo o se restregara contra él. Le gustaba el lado atrevido y seductor de Xiao.

M| EM *[KrAy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora