Si te dijeran que los mitos griegos fueron reales, es decir, aquellas historias que nos contaron en la escuela sobre Zeus, Hércules y demás, pasaron realmente en la vida y, más loco aun, que esos dioses griegos siguen existiendo ¿Qué harías? Por supuesto, contestar que es imposible, obviamente eso no tiene sentido. Eso hice yo y casi termino calcinado por un rayo. Un rayo que un adolescente de 18 años convocó. Un chico que decía ser hijo de Zeus... decía que era un semidiós. Y luego más cosas raras sucedieron que me confirmaron la existencia de los dioses y monstruos griegos que contaré más adelante. También me dijeron algo aún más loco, algo que era imposible de todas las formas: que era un semidiós.
Un mestizo o un semidiós, es aquel nacido de un humano y de un dios.
Está bien. Pudieron convencerme acerca de que los dioses eran reales y realmente lo creo, pero ¿Yo? ¿Un semidiós? Estaban en un gran error. Toda mi vida había escuchado que era un perdedor y terminé creyéndolo (un poco). No era nada más que un niño con muchos problemas. Jamás podría convertirme en un héroe. Simplemente... no podía ser posible.
Fue entonces, el día que me di cuenta que era un semidiós, cuando fui capaz de usar mis poderes. Hacer cosas que ningún adolescente de 16 años era capaz. Cuando un holograma brillante apareció arriba de mi cabeza indicando quien era mi padre divino. Cuando todos se arrodillaron ante mí, incluso aquella chica que había empezado a odiarme... incluso Louis lo hizo (el chico que casi me mató de un rayo y el cual me caía bastante bien). Cuando me asignaron una misión que no debía fallar, no obstante, el mundo acabaría.
Comenzaré a contar mi historia desde el día que acontecí el primer "momento raro". Un momento raro es, básicamente, algo que no se supone que suceda en la vida real. Como, por ejemplo, escuchar a animales hablar o ver monstruos parecidos a los que están en un libro de mitología griega caminando por la calle de enfrente.
Fue cuando tenía 12 años. El colegio nos había llevado a una excursión a una granja. Alguien nos estaba contando la historia del establecimiento lo cual me parecía completamente aburrido así que decidí alejarme del grupo y observar a los animales. Me dirigí al corral de los caballos y uno muy grande y de color marrón se me acercó. Le sonreí y le comenté que era un día muy caluroso, solo para divertirme, porque sabía que de ninguna forma existía la posibilidad de que el animal contestara.
—Sí, realmente lo es señor— escuché y casi me tiré hacia atrás sorprendido. Luego pensé que seguramente alguien a mis espaldas me había contestado así que me di la vuelta e increíblemente no había nadie allí. Ningún niño o adulto. Lentamente volví a ponerme cara a cara con el caballo.
Lo miré fijamente y él hacía lo mismo. Entonces volví a escuchar la voz.
—Señor, no quisiera molestarlo, pero ¿Me alcanzaría las zanahorias que están detrás de usted?
Estaba embobado observándolo. Realmente no había ninguna persona allí así que era seguro que el que me hablaba era el caballo, además ¿Quién me pediría zanahorias? Por supuesto la segunda explicación -y la màs probable- era que me había vuelto loco.
Me giré, agarré la caja de las zanahorias y la metí dentro del corral: si escuchaba algo parecido a un agradecimiento, indudablemente era el caballo con el cual estaba hablando. O, claro, mi mente se estaba confundiendo demasiado.
—Muchas gracias señor —respondió la voz. Entonces el caballo comenzó a comer las zanahorias.
Apareció mi maestro y empezó a gritarme por haberme salido del grupo y por darle las zanahorias al animal. Me agarró del brazo muy enojado y me llevó hasta donde estaban mis demás compañeros, no sin antes gritarle "DE NADAA" al caballo. Mi maestro se enojó aún más pensando que estaba burlándome de él lo que me dio doble castigo.
