Mutuo.

79 7 8
                                    

Joon aceptó mi cuarderno y ambos reconocimos haber estado mal aquel día. Después de todo, la culpa era de ambos. 

— Tal vez algún día— dijo, mientras se estaba yendo—, podamos hacer de nuestro nada un todo. 

Le sonreí. — Tal vez, sí. 

Se fue con la misma sonrisa con la que llegó a mi vida. Todavía lo quería muchísimo, lo sabía reconocer. Pero poco a poco, comenzaba a avanzar. 

Lo extrañaría. A él y a mis sentimientos. Sé que es un poco inusual de escuchar, pero realmente pienso que ese sentimiento que lleve conmigo por tanto tiempo, era una de los más lindos e increíbles que existen. Se sentía bien saber que había tenido la oportunidad de experimentarlo. 


Tomé mis cosas y me fui yo también. Tenía cosas que hacer: era el cumpleaños de mi mamá. Y como vi la primera florería más cercana, entré. 

El aroma del lugar me encantaba. Hacía un tiempo bastante largo que no entraba a una florería y volver me trajo varios recuerdos de mi infancia. 

— Bienvenida, ¿puedo ayudarla?

Me giré de inmediato cuando reconocí la voz. Taehyung llevaba un delantal rosado, con una gorra puesta al revés en conjunto. No hubiera esperado jamás encontrarlo trabajando aquí, pero él era así: alguien completamente incierto e inesperado.

— No puede ser. 

  — Definitivamente puede, ¿que no me estás viendo?

Me reí. — Tienes razón. 

Se tomó el delantal por los lados y lo ladeó, como presumiéndolo.— ¿No me veo increíble? Creo que solo apliqué aquí para ponerme estos uniformes. 

— ¿De verdad?

— En realidad no, es el local de mi mamá — se encogió de hombros—, pero los uniformes cambian casi todos los meses y me encanta coleccionarlos todos. 

Jamás había escuchado semejante cosa. Me impresionó y no tuve más remedio que dejar salir la sonrisa que estaba escondiendo. 

— Haces que lo extraño suene increíble. 

Me guiñó el ojo. — Me lo dicen seguido. 

— Por supuesto que sí — dije, riéndome. 

— Oye, ¿te estás burl...?

— Deja de tontear, muchacho — escuchamos la orden desde detrás del mostrador. Al parecer, el encargado —. Trabaja. 

Taehyung pisoteó el suelo, como un niño, refunfuñando. — ¿Qué estás buscando, entonces?

Señalé las lilas. — Un ramo, por favor. 

Taehyung asintió. Lo seguí hasta el mostrador para arreglar las flores.

— Lo hice — le dije. 

Subió la mirada hasta mi, dejando las flores en un segundo plano. — ¿Y...?

Me encogí de hombros.— Solo eso.

Su mirada se tornó preocupada. — ¿Estás bien?

— Dijiste que tenía que estar segura de que podía soportarlo, ¿no es así? Estoy segura de que puedo. 

Me revolvió el cabello. — Buena chica. Has crecido bien. 

Quité su mano, frunciendo el ceño y volviéndome a tratar de acomodar mi peinado. 

— Te ves bien, Hani.

— Me siento bien, Tae. 

— Me alegra escuchar eso — dijo, extendiéndome el ramo. Había envuelto las flores perfecta y delicadamente, con detalles aquí y allá, muy bonitos. 

La tomé con cuidado. — ¿Cuánto es, entonces?

Negó con la cabeza. — Va de parte mía, Hani. 

— No tienes que...

— Quiero hacer esto.

Me lo dijo que tanta sinceridad que asentí. — Gracias.

Sonrió. — Buena suerte.

Me di la vuelta mientras le decía adiós. Y caminé unos cuantos pasos.

Lo voltee a mirar. Él continuaba mirándome y nuestras miradas se encontraron por un momento.

Me detuve. Volví atrás, mientras él me seguía con la mirada, preguntándose qué estaba haciendo. Ni yo lo sabía muy bien.

— Es el cumpleaños de mi madre y sé que esto puede sonar algo extraño pero, ¿te gustaría acompañarme?

— Es definitivamente algo extraño. 

— Dijo que llevara a alguien — insistí —. Y ya que me estás regalando estas flores, ¿no sería mejor que se la entregaras tu mismo, de tu parte?

— Mi turno aún no termina...

— Aún tengo un regalo que comprar, puedo esperar.

— Whoa, estás muy empeñada en llevarme. 

Me encogí de hombros. — Disfruto de tu compañía.

Eso le sacó una sonrisa de nuevo. Extendió su mano hacia las flores. — Las guardaré hasta que regreses por mí. 

Me alegré. De verdad quería que fuese conmigo.

—  Tienes dos horas —  me dijo —, no llegues tarde. 

Le sonreí. — Nunca de nuevo.




Fin.  

Diario de un amor no correspondido: Las palabras que nunca dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora