Parte I

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Lluvia intermitente
Procuro llegar al infinito para no ir más allá… si pudiera ir más lejos tal vez no era el infinito pues encontré el fin, o tal vez continúo en un infinito más extenso que el que recorrí. Ya pensé demasiado para poder seguir adelante. Mi infinito está aquí y llegue a su final.
Capítulo I
LA LLUVIA
Otro día más de lluvia, parece que no va a terminar más, lleva dos meses esta rara y copiosa lluvia. Ayer por la tarde cuando caía con menos fuerza decidí ir a casa de Natalie. Ya habían pasado dos semanas que no nos veíamos. Tampoco era que la extrañaba demasiado, tan solo me había empezado a acostumbrar a ella, a verla, a oírla, a olerla y más que nada, a estar con ella. Mis amigos siempre me dicen, “realmente la extrañas”, pues no es así realmente. Cuando extrañamos a alguien nuestro corazón nos palpita de un modo extraño, nuestra mente se entorpece y no sirve para nada más que para pensar en esa persona, tu cuerpo no soporta los latidos y tu cabeza no se quiere quedar solo con los recuerdos.
Mi corazón no latía de esa forma, jamás lo había hecho, al menos eso creo. Mi cabeza se acostumbra a recordar o yo lo hago, no lo sé realmente. Supongo que querer estar con alguien no significa precisamente que queramos a ese alguien.
Miro la ventana y tomo mi piloto amarillo, noto que me ajusta un poco. No me sorprende, hace dos meses que uno no puede salir con esta lluvia intermitente, hace dos meses que no hago más que comer y dormir en casa. Natalie dice que me extraña, no la culpo ella es así. Pasamos horas hablando por skype, enviándonos mensajes de textos, etiquetándome frases de amor  y hasta me etiqueta fotos viejas, me dice cosas dulces en ellas, y mis amigos por los grupos no tardan en cargarme por ello, no me molesta pero hay momentos en que me aburren. Cuando salgo a la calle veo que pronto volverá a llover con más fuerza, no me molesta la lluvia me gusta y a pesar de lo copiosa que se hace día a día no deja de gustarme. Aunque aquí entre nosotros me gustaría ver un poco de sol, al menos un día soleado, solo uno, pues como todo amante de los días lluviosos y fríos, detesto el calor. Cuando llego a la esquina veo un charco de agua, es inevitable no ver uno en estos días, pero este tiene una particularidad, es profundo y cuando paso cerca de él no veo mi reflejo, la lluvia deforma todo lo que el agua trata de dibujar con su reflejo, pero en el mismo instante un auto, lo vacía prácticamente y me lanza todo el contenido que en él se encuentra. Maldita coincidencia.
Cuando estoy en casa de Nat, que es así como le digo, toco el timbre y por el  altavoz me contesta ella, que al enterarse que era yo quien llama a su puerta suelta un pequeño grito de felicidad diciendo mí nombre. Esta vez no le importó la lluvia. En un instante abrió la puerta y me rodeó en sus brazos, no le importó que estuviera empapado, más bien mojado. Supongo que cuando uno echa de menos a alguien esas cosas son solo pormenores, no nos importan, solo importa ver a esa persona, sentirla y tocarla.
Ese día hablamos de todo, a pesar de haberlo hablado ya por skype. No me importo escucharla otra vez, su voz me relajaba y no sé porque, estar con ella me sacaba mis pesares, me molestaba estar allí, iba cuando mis pesares no me dejaban dormir. Jamás fui porque quisiera estar con ella, soy una persona desagradable. Eso no quiere decir que no la quiera a ella, después de todo estamos con las personas que nos hacen bien, o creemos que nos hacen bien.
Nat era una mujer sencilla, ojos oscuros como la noche, cabello claro, no rubio solo claro. Su piel era simplemente blancas sus mejillas rosas resaltaban. Era delgada, aunque no tanto, tenía lo suyo era divertida sonreía todo el tiempo y sabia como hacerlo. Su risa se inclinaba exactamente al punto de mostrar sus perfectos dientes blancos, eso era lo que más me gustaba. Sinceramente todo ella me gustaba.
Ya eran las nueve de la noche cuando me fui, me dijo que le avisara cuando llegara a casa; tal vez se me olvidaría como siempre y así fue. No es que no la quiera, es que no se demostrárselo. No es que no la quiera, creo que estoy enamorado de ella. Vaya contradicción.
















Capítulo II
PARA TOM
“¿Sabes Tom? A veces creo que las cosas irían mejor si estuvieras aquí. Estas tan lejos que me es insoportable esperarte. Ya ni me llamas por skype como lo hacías antes, antes eras más divertido. Escribía para contarte que hace más de dos meses que no ha dejado de llover, apenas hace una semana vi a Nat. Si sigue siendo la mujer que tanto admiras y amas en secreto, lo sé, aún conserva su figura, su tierna mirada y su sonrisa aún podría derretirte como siempre lo hizo.
Hay cosas que no puedo entender de esta lluvia, siempre veo en las noticias que cuando las lluvias son tan frecuentes los lugares quedan cubiertos casi en su completitud por el agua. Aquí el agua se va, llegué a pensar que la misma agua que cae es la que retorna a las nubes para que siga lloviendo, es algo estúpido lo que creo, lo sé, pero el encierro no me deja poner en claro mis ideas.
De los juegos que me dejaste, ya los gané a todos, creo que God of War es el mejor.
No entiendo como la gente normal puede continuar con su vida a pesar de la lluvia, yo no puedo, ¿tú podrías?
El otro día hable con papá y volvió a ocurrir, cuando me pregunto por mis estudios le dije que ya había terminado que ser profesor de matemáticas no era la gran cosa, por más que a todos le pareciera que para lograr eso deberías ser una especie de genio. A veces me canso de esa situación, ojala estuvieras aquí, sabemos que de los dos papá te prefiere a ti, tal vez por ello me golpeaba tanto,  y no es que te esté dando toda la culpa, solamente recordé porque no estás aquí y me fue imposible evitarlo. Creo que tu podrías ayudarme con mis pequeños o raros (como quieras llamarle) cambios de humor, es mas, quien más que tú, que eres la causa, podría ayudarme con esto”
Capitulo III
UNA BUENA NOCHE
La voz de mamá gritando que fuera a cenar era demasiado audible, no sé porque gritaba, la casa era pequeña. Y si, éramos cinco, ahora cuatro desde que se fue Tom, no había demasiado ruido como para gritar tanto, ni siquiera la lluvia azotaba tan fuerte las paredes ni el techo como para hacer tal alboroto. Cuándo baje a cenar, mi vecina Katherine toco a la puerta tuve yo que ir a atenderla, los demás ya estaban en la mesa. ¿Por qué me habré demorado?. Cuando abrí la puerta estaba ella sonriente, mostrando todos sus dientes, que eran blancos, pero que comprados con los de Nat no eran tan blancos. Me ofreció una fuente con comida dijo que quería que probara su lasaña especial con champiñones, lo acepte de buena gana y se lo agradecí, se despidió y fui a la mesa.
Allí estaba papá de nuevo, él se sentaba en la punta de la mesa, como casi todos los padres. Eso le daba como un aire de autoridad a la hora de comer. Mamá se encontraba a su derecha, Brai a su izquierda y yo al lado de Brai. Papá me observaba de reojo, mamá me miraba agachando la cabeza como si quisiera que no la notara y Brai me miraba de costado, no sé qué les pasaba. Decidí romper el hielo y hablar de Katherine y de la comida que había enviado, solo era una porción y decidieron que la comiera yo, ellos decían que “esa chica está enamorada” yo jamás gustaría de una mujer como ella, solo de Nat, que Dios sabe cómo es eso posible. La lasaña no estaba mal, pero había algo que le faltaba, no fue excusa para dejar de comerla.
Cuando papá empezó a llorar, me levante de la mesa, me dirigí a mi habitación y Brai comenzó a gritar cosas como: “¿Por qué siempre te vas y nos dejas solos?” O “Siempre haces lo mismo”. Mamá trataba de contenerlo pero el continuaba gritando. Subí a mi habitación y prendí los auriculares al mp3 y empecé a rockear con todo el volumen. Odio el rock. Odio esa situación.
Cuando me desperté al día siguiente, baje al comedor a desayunar, todo era un desastre parece que la furia de Brai se desató por completo en la cena de anoche después que me fui. Estoy seguro de que salieron a desayunar a fuera, como si nada hubiera pasado, era tal vez como mamá y papá trataban de lograr que Brai se calmara, él no es de las personas que se tranquilizan de un día para otro. Una vez hace como un año o más, su amigo Phil, le jugo una broma, pequeña broma. Llego a la mañana un sábado y se dio con la novedad de que Brai estaba dormido en su recamara, entro corriendo y gritando como si fuera el fin del mundo, claramente Brai en la desesperación siguió a su amigo hacia fuera de la habitación, tal vez se olvidó que el primer escalón de la escalera tiene unos dos o tres centímetros más que los demás, y empezó a caer. Se fisuró el hombro y el pie, pese a los golpe y quedar consciente, no lloró, solo miró con una profundidad aterradora a su amigo acusándolo de su dolor reprimido en una mirada asesina, como varias que había visto antes de su parte.
Esa tarde decidí salir de casa, las actividades de la empresa estaban en cese por algunos reajustes de personal, me resigne a aceptar que estaba despedido. Me costaba creerlo, el señor Reit siempre me decía que desde que yo estaba en su gabinete las cosas iban viento en popa. Como les dije soy profesor de matemáticas y a la vez un contador frustrado.
La lluvia había disminuido en cuanto a su fuerza, pero no por ello dejo de caer. Las calles de la ciudad rebosaban de agua, eso me gustaba, siempre aprovechba para mojar mis pies. Me recuerda a cuando Brai era pequeño y le gustaba que nos metiéramos en el rio, solo con mojarnos los pies la felicidad nos avasallaba.
Camine hasta lo de Nat, esta vez lleve dinero, no quería quedarme en su casa y sé que le gusta ir a los bares, así que la invite a tomar algo, cuando llegue me abrazo llorando. Dijo que me había llamado y escrito por todos los medios posibles y que jamás le conteste. Acabo de darme cuenta que hace como una semana que mi celular esta sin batería y jamás lo volví a encender. El fijo de mi casa está apagado, desconectado, detesto las llamadas de condolencias. Sinceramente cualquier llamada que no sea de Nat me pone de mal humor. Todo el mundo me dice que soy un cascarrabias. No vivo de lo que todo el mundo piense de mí.
Llamamos y esperamos el taxi en su casa aproveche para ponerme un poco de ropa seca que había dejado en su casa. Noté que había bajado de peso de una manera preocupante. La ropa me quedaba muy grande. Cuando baje Nat no demoró en darse cuenta. Las mujeres tienen una visión muy aguda para ciertas cosas, más bien, para esas cosas particularmente. Me presto ropa de su hermano Rodrik. Sencillamente solo tengo una camisa, pantalón de vestir y zapatos, aprietan un poco pero son bastante elegantes como para despreciarlos. El taxi estaba en la puerta, ya se había demorado más de lo debido, supongo que las calles no son muy aptas para transitarlas después de casi tres meses de lluvia.
Viajamos solo diez minutos, llegamos al bar, y en todo el viaje no dejo de abrazarme. Hacía ya unas dos semanas que no nos veíamos, menos que la vez anterior, y había echado de menos ya todos sus abrazos. Nos acercamos a la barra y pedimos, cerveza roja para mí y ella solo bebió un vaso de gaseosa.
Esa noche pude disfrutarla, en casa casi siempre era lo mismo. Es decir, mamá llamaba para la cena y papá en medio de la comida empezaba a llorar.
Con Nat las cosas eran distintas ella siempre sonreía y me contaba las cosas buenas que le pasaban. Por ejemplo hace un día su padre propuso que salieran a un shopping, le dijo que debía comprar unas cosas para la empresa, y necesitaba el ojo experto de Nat para ello. No dudó en ir. La cuestión es que para ella fue beneficioso, pues ser la única hija mujer en una casa de tres hombres tenía sus privilegios y ayudar a papá hacia que esos privilegios se multiplicaran. Su padre, por la ayuda le había regalado ese vestido que tan bien se le veía puesto.
Esa noche fue la primera noche que la lluvia cesó, supongo que la noche estaba feliz de vernos juntos caminando de la mano. Habíamos comprado un gran paraguas, tan grande que creo que cuatro personas podrían albergarse fácilmente debajo de él.  El parque se había llenado de personas, más de una pareja en el bar pagó apresurada para salir a disfrutar de la noche sin lluvia, de la noche completamente preparada para los enamorados. Así durara dos minutos, una hora, o solo un instante besarse una noche sin lluvia era una hazaña que rompería records en estos días. Todos se besaban menos nosotros.
Cuando Nat me miro a los ojos vi una especie de brillo en ellos que me cautivo como hacía mucho tiempo, o mejor dicho, jamás vi. Jamás nos habíamos besado en público, no pude resistirme al encanto de su sonrisa. Tome su rostro con mis dos manos, la agarre cerca de las mejillas, por debajo de su aun húmedo cabello, poco a poco acerque su rostro al mío. El acto fue delicioso, el contacto placentero y el sentimiento puro. Ya no había dudas. Ya no hay dudas. La amo.




Capítulo IV
SIN REPUESTAS
“¿Sabes Tom? Hoy creo que las cosas están mejorando. Ha parado de llover por más de 6 horas. Parece que mamá, papá y Brai se fueron de nuevo sin avisar. Siempre este día hacen lo mismo.
Con Nat caminamos toda la noche por el parque hasta nos quedamos a ver el amanecer juntos. Pese a que no se veía el sol por las nubes la claridad también mostraban el esplendor de una extraña mañana sin lluvia.
Sé que te molesta que escriba de esta forma, pero ya me conoces, así escribo cuando estoy contento y muy feliz. Esta vez mamá y papá no dejaron notas al irse. Brai dejo una señal muy notoria en su cuarto, la mitad de su ropa está en su cama y sus zapatillas “para salir” como él les llama tampoco están. Tal vez se fueron a lo de la tía Christin, si se fueron hacia allí y no me llevaron estarán en problemas cuando regresen, pues saben lo mucho que me gusta ver a la tía Christin.
Aun no sé por qué no respondes a mis cartas. Esta es la segunda que te escribo, y no tengo respuestas de ti. Espero que sepas que donde estés, espero que estés bien. Quiero que sepas que te echo de menos, que te extraño y que no sé cuánto podré seguir así. Por favor cuando puedas ven a verme.
Hermano no me culpes por algo que no hice”












Capitulo V
LECHO DE MUERTE
Ha empezado a llover otra vez.
Fueron pocas horas de felicidad para muchos, la lluvia se había detenido alrededor de diez horas y todos aprovecharon para salir. Suelo ser cruel, pues me divierte la idea de que la lluvia estropeara los planes de casi toda la ciudad.
Esta vez la lluvia cae con menos fuerza, pero más fría, estamos obligados a utilizar más ropa. Tal vez, la vez anterior confundí el sobrepeso con ropa de más, el piloto me quedaba bien pero la ropa en casa de Nat me quedaba grande.
Siento que estoy perdiendo mi tiempo. Podría estar con Nat, ahora que no hay nadie en casa. Podría llamarla para que pasara un día aquí conmigo. Tal vez lo haga. Mejor lo hago. Hoy no es un buen día para estar solo, me siento intranquilo con ganas de llorar, recordar lo que paso hoy hace unos años atrás me destruye.
Su padre dijo que no estaba, que había ido al hospital, quise saber si le había pasado algo, solo se limitó a decirme “que raro que no lo recuerdes, fue por tu causa que debe ir todos los meses”.
Si, como pueden entender entre el señor Withmore y yo no hay una relación de aceptación mutua. A mí no me agrada su forma de ser y a él no le agrada que yo salga con su hija. Cuando estoy en su casa Nat evita con todas sus fuerza que su papá y yo nos crucemos o hablemos, sabe que eso desemboca inmediatamente en discusión o que mi frustración al tener que soportar los mensajes indirectos de su padre me hagan dejar su casa en tan poco tiempo después de haber llegado.
Mientras camino por las veredas veo en los arboles como el musgo ha empezado a crecer, es sorprendente, la humedad ya me está preocupando. Si hay algo bueno que debo recatar de tanta lluvia es que abarca la mayor parte del tiempo en las noticias, es verdaderamente fantástico saber que disminuyeron los accidentes a causa de la irresponsabilidad de los adolescentes alcoholizados, solía ver cada tanto por las calles a los grupos de adolescentes con sus bolsitas de crack, fumando marihuana y quien sabe que otras porquerías, bueno de hecho yo lo sé.
Me detengo a comprar un ramo de flores en la entrada del cementerio, no sé cómo este hombre puede trabajar debajo de esta lluvia. Supongo que a veces la necesidad supera las excusas.
Tulipanes, a Marcus le gustaban mucho los tulipanes. Cuando estaba vivo e iba a casarse  Carol dijo que en su boda quería rosas de tres colores Lilas, Blancas, y Amarillas, pero que para la habitación de casados quería pétalos de rosas color rojo sobre su cama de sábanas blancas de seda, entonces Marcus le dijo que el cedería si llevaba un ramo de tulipanes al altar, sabía que eso no combinaba con las rosas, pero aun así ella cedió. Marcus murió el día después que las flores fueron la decisión de la boda. Los sueños de las rosas suelen ser tristes y a veces felices, estas fueron invitadas a una boda, y terminaron en un féretro. La muerte de Marcus es una de las pocas cosas que recuerdo.
Caminaba entre los monumentos y empecé a sentir con cada paso, como la tristeza se acrecentaba a medida que me acercaba a la tumba de él. Ir a un cementerio un día de lluvia no era extraño, muchas escenas tristes que vi en películas eran así, solo que sucedían cuando la persona acababa de morir e iba a ser enterrada. En mi caso, estaba solo debajo de la lluvia fría con un gran paraguas que me cubría más de lo que  debido. Si alguien me viera así saldría corriendo. Reconozco su tumba como si fuera que viví en ella, aun cada vez que me acordaba de él, lloraba con una dura expresión en mi rostro, lo sé porque un día me vi en el espejo mientras lo recordaba, jamás pensé que podría dar tanta pena.
Ni siquiera llegué y ya estaba llorando. En un instante recordaba todo lo que había pasado junto a él. Con el fui muy feliz, más de lo que puedo describir. Es por eso que sufro más y más.
Regresar después de ir a visitar ese cementerio era devastador, saber que él no era el único que estaba ahí me destruía cada vez más. Mientras me dirigía hacia allí, lo vi de espaldas estaba llorando con las manos sobre el cajón más pequeño, el llanto no me dejaba hablar. Estaba sin voz por la tristeza. Su nombre salió de mi estómago con fuerzas. Esa espalda me había cargado muchas veces cuando era niño. Esos brazos me habían socorrido muchas veces cuando lo necesité. Tenía que ser él. Tenía que ser Tom.
-¡¿TOM?!- sonó más como un grito desgarrador que como un simple grito. Por un instante la insistente música que generaban las gotas de esta aburrida lluvia que no paraba más, se vio opacada por ese rugido que acababa de dar. Él volteo a verme. Movió su cabeza en signo de negación, como si hubiera deseado no hacerlo. Empezó a caminar hacia la salida a paso ligero. Empecé a seguirlo, y a pesar que la tristeza no disminuía y mucho menos el dolor, corrí tras él hasta alcanzarlo. Llevaba su uniforme de combatiente, vi que había dejado algo en la tumba, cuando pase por ahí supe que era una medalla. Solo se resignó a mirarme, no me dirigió ninguna palabra. Sus ojos rojos con lágrimas no me permitían descifrar que es lo que pensaba.
-¿Por qué no me dijiste que estabas aquí?- dije, pero no me contestó. Se resignó a mirarme de nuevo con desprecio, de repente pude ver esa mirada de pena por mi estado, sentí su lastima al verme, note su cariño aun por su hermano menor que tanto lo había hecho sufrir.
Pero no noté su rabia cuando me dio un golpe en la cara.





Capítulo VI
DESCONCIERTOS
-Inconsciente- dijo el médico en el hospital –solo fue un golpe en la cara, aunque sus defensas están muy bajas, me temo que debe quedarse unos días. Se nota que no está alimentándose adecuadamente- Nat lo escuchaba  mientras yo recuperaba la conciencia.
- ¿Estás bien?- le pregunte, mientras el doctor salía de la habitación.
- Eso debería preguntártelo yo- dijo Nat tomando mi mano, era tan cálida.
- Tu papá me dijo que fuiste al hospital hoy cuando llamé. ¿Qué te sucede?- le dije.
- De verdad no lo recuerdas- contestó
- Créeme que no- le dije.
Tal vez jamás debí preguntar. A veces odio esta realidad.
-¿Recuerdas lo que pasó hace unos años este mismo día?- me dijo Nat. Su mirada era de dolor mezclada con lástima.
-No me mires así- dije susurrando, -hace un año, exactamente un 19 de febrero como hoy Marcus iba a casarse, pero murió- ella aparto su mirada para no hacerme sentir peor de lo que estaba.
-Claro- contestó, sabía que algo me estaba ocultando – ¿Has estado viendo al doctor Sterm?- dijo.
Sinceramente no sé qué me oculta ni que es lo que está pasando. ¿Doctor Sterm? ¿Quién demonios se supone que es ese tipo? Su apellido suena como el de un abogado de un importante buffet. No quise peguntarle nada más a Nat, temía que si seguíamos hablando viejas heridas que no quiero abrir se abrirían, aunque son heridas que siento pero no logro ver. No podía dejar de pensar en porque Nat iba al hospital cada mes como dijo su padre, solo espero que ella también no me deje.
Claramente no me iba a quedar en el hospital así que firme una ficha médica quitando la responsabilidad a mi doctor por si algo me sucedía, ya tengo veinticinco años y no necesito que mis padres vengan a socorrerme, aunque me sorprendió que Nat estuviera aquí.
Caminamos juntos de regreso. No dijimos ninguna palabra. Fuimos primero a su casa, nos detuvimos en la entrada, ella me abrazo y me dijo que sus padres habían adelantado sus vacaciones y se irían de viaje por un mes, quería que fuera con ellos y me opuse, no quería que su padre me quisiera matar cada día con la mirada, claramente solo le dije que disfrutara, y que cuando regresara le ayudaría con sus estudios, solo le faltaba defender su tesis para recibirse de licenciada en matemáticas. Sí, eso me daba un poco de envidia, ese había sido mi objetivo después de estudiar para ser contador, solo alcance el profesorado.
Hay cosas en esta vida que se oponen a nuestros sueños.
Cuando llegue a casa entre por la puerta trasera, mamá estaba toda lastimada, papá estaba tendido en el suelo con fuertes golpes en su cuerpo, y Brai estaba un poco golpeado, arrinconado al lado del hogar. La casa estaba hecha un desastre. La policía estaba a fuera pidiendo permiso para entrar, golpeaba con mucha fuerza, cuando fui a abrir, mamá se opuso y dijo que no que no dijera nada, ella y papá se fueron al depósito que está en el patio de atrás de casa, levanto con mucha dificultad a Brai y lo llevo con ellos. Abrí la puerta y ahí estaba él, parece que alguien había llamado después de escuchar grandes ruidos en casa. Negué todo. No lo deje pasar fue difícil pero sin una orden era sencillo rehusarse. Cuando me desperté me di cuenta que estaba soñando.
Sueños difíciles de entender.
Me fije en la heladera y había una nota de mamá diciendo que papá volvía hoy a trabajar y que ella y Brai estaban en el centro comercial. Al lado el número del doctor Sterm.
Lo más raro que me paso en la vida fue un día levantarme de un sueño y encontrarme con uno de los juguetes que el día anterior la había dicho a mamá que tanto quería, estaba tan feliz por ello que sinceramente estallaba de la emoción. Me desperté frustrado al ver que era un sueño, pero al ver que mi avión soñado estaba al lado de mi almohada, me devolvió la felicidad que había perdido. Al rato todo se tornó raro cuando note que podía volar, subía y bajaba con mi pequeño avión de regalo. Luego desperté. Mira que despertarse de un segundo sueño es tan decepcionante y desconcertante como cuando te dicen que el hada de los dientes no existe. Algo parecido me pasó con el doctor Sterm, ver su número en la heladera fue el primero de mis desconciertos. No dude en llamarlo, Nat lo había nombrado y fue la primera vez que lo escuchaba nombrar.
-Comité de psicólogos Madrid. ¿En qué puedo ayudarlo?-  mi segundo desconcierto.
¿Un comité de psicólogos? ¿Qué es esta locura? ni que estuviera loco como para necesitar un comité de psicólogos. La voz de la señora que hablaba detrás de la línea era tan seductora como la de una mujer que trabaja en un sex-call. Di un titubeo no improvisado al responder pero luego me tranquilice y puse en orden mis ideas.
-Qui… siera hablar con el doctor Sterm- dije para comenzar, antes de llamar lo había planeado en mi cabeza y esto no estaba nada acorde al plan.
-¿De parte de quién?- no entiendo cómo podría responder algo así, mi pregunta iba dirigida a algo concreto, tampoco planeaba matarlo.
Cuando estuve a punto de darle mi nombre, respondió entusiasmada y con gran sorpresa. Su voz de sex-call había desaparecido en un instante.
-¡Oh!- exclamo –es usted, inmediatamente lo comunico con él- pienso si este hombre no estará en alguna consulta con algún paciente. Tal vez esta  recepcionista era tan despistada como para llamarlo con o sin paciente. Como para cortar el ambiente que el psicólogo debe preparar en una sesión.
-gracias…- cuando trate de seguir hablando un sonido en la línea me interrumpió, una molesta música de espera empezó a sonar y en solo unos diez segundos una vos masculina, suave y muy pasible, sonó por el altavoz.
-¿Dor?- fue lo primero que dijo. Detesto los diminutivos de mi nombre, al igual que mi nombre completo –muchacho pensé que no llamarías otra vez. ¿Cuándo volverás a la consulta?- ¿volver? ¿Qué rayos está pasando? No entiendo esto en lo más mínimo.
-¿Nos conocemos?- fue lo primero que salió de entre mis labios.
-Claro que si chico- dijo riendo. Lo imaginaba en su gran sillón de cuero reclinable con ruedas, su cabeza calva, unos lentes finos sobre de su nariz y unos dientes de un extraño tono amarillento. Lo imaginaba con una camisa a cuadros con leves tonos de salmón, un Bremer color verde, un pantalón vaquero marrón y unos impecables zapatos de charol, de esos que prácticamente reflejan tu rostro por su textura y pulcritud. –Hace casi un año que no nos vemos. Mira ahora estoy con un paciente pero si quieres venir a dar una vuelta dime el horario y podemos arreglar una cita- titubeo un momento, - más bien, reunirnos a charlar. ¿Qué opinas?- dijo
-Claro- fue mi primer impulso –supongo que el lunes sería una buena oportunidad- dije sin saber el día en el que estábamos en este momento.
-Muchacho- dijo riendo –hoy es lunes- no sabía que decir. Tercer desconcierto. Solo tenía que tratar de arreglar el ridículo que me había logrado en ese momento.
-Claro. Esta semana me será imposible, por esa razón quisiera verlo directamente el lunes- dije, sentía que había logrado recuperar aunque sea un poco mi pisoteada dignidad.
-Vale- contestó – entonces el lunes a las quince horas en mi consulta- solo había un pequeño problema. No tengo la más remota idea de donde es la consulta de este tipo que formaba parte de un gran comité de psicólogos.
-Ok. Hasta el lunes- dije y colgué.
Debía llamar a Nat, si ella sabía de este doctor entonces sabía dónde era su consulta.
La llame para consultárselo. Jamás respondió la llamada. Tal vez su padre la obligó a dejar su celular para no tener como hablar conmigo. Se iban unas semanas a una cabaña. Ahí no había forma alguna de comunicarnos.
En ese momento llego un mensaje a mi celular “nos vemos en la cafetería en boulevard rose. Dr. Sterm” leer eso me quito una preocupación que llevaría la semana completa en mi cabeza.
Estuve todo el día en la cama recostado, creo que no hay posiciones en las cuales no haya tratado de encontrar un poco de comodidad y cada intento había fracasado. Me senté en el escritorio de mi habitación y comencé a leer uno de los tantos libros en mi biblioteca, soy fan de las historias de terror, más aun si se trata del terror psicológico. No puedo creer que lo haya terminado en solo cuatro horas, ya son las nueve de la noche. Fueron cuatrocientas catorce páginas. De repente suena el timbre, al fin algo para hacer. Supuse que era mamá o papá, pero no, ninguno de ellos estaba en casa. Era mi vecina Katherine traía una pizza, que a primera vista parecía deliciosa. La invite a pasar y ella aceptó, no estaba mal, tenía un mejor cuerpo que Nat pero no era Nat.
-Tu casa es un desastre- dijo. Solo sonreí
-Mamá salió temprano y aun no volvió. Papá debe de estar regresando de su trabajo- respondí.
Vi su mirada caer al suelo y una pequeña muestra de decepción en sus ojos. Parecía que un aura de tristeza la rodeaba en este momento. Fue muy incómodo. No sabía que decir, entonces de repente levanto la cabeza y su aura cambio en un instante.
-¿Quieres que te ayude a limpiar? no sería ningún problema para mí- dijo sonriendo. Creo que realmente esta chica gusta de mí
-Vale- respondí – ¿por qué no?, ni si quiera tengo algo más que hacer
Comenzamos en el comedor, había una cantidad enorme de platos sucios y me sorprendió el estado de la suciedad que había en ellos, era como si estuviesen cobrando vida cada uno de ellos por la enormes colonias de hongos que tenían. Los metimos con repugnancia al fregadero con abundante agua caliente y lavandina. –Esto debe de tener más de dos meses de suciedad- dije asombrado – por lo visto mama jamás lava platos- ella sonrió y dijo que se encargaría de mi habitación. Quise oponerme pero es terca como Nat, así que la deje.
Eran ya la una de la mañana cuando comenzamos a lavar esos asquerosos platos, mamá no me había mandado ni siquiera un mensaje, papá no podía, no tenía celular. Los platos al fin tenían su forma original, además de su limpieza, a Katherine parecía no darle asco algo como eso. Una vez que terminó, porque realmente no me dejo hacer nada, nos tiramos al sofá, ella dejo salir una exclamación de “uuuuf” como si se hubiese cansado. Y lo parecía. Al menos su cara delataba eso yo solo hacia compañía.
-¿Recuerdas la vez que Marcus engaño a la profesora de historia diciéndole que había una amenaza de bomba en el establecimiento y nos enviaron a casa luego de la ronda antibombas?- dijo como para romper el silencio- y luego al otro día la profe le preguntó porque había mentido y él dijo “para que tenga una buena historia para contar a sus alumnos”- comenzó a reír, no sé que era lo que tanta gracia le causaba. Me limite a regalarle una conformadora sonrisa.
Por más que me esforzara no podía recordarlo. ¿Qué pasa conmigo? ¿Cómo puedo olvidarme de una de las etapas más felices de mi vida? Aun no entiendo cómo es que no recuerdo mi paso por a secundaria. Hablamos de cosas, que al menos si recordaba, como cuando ella vino a vivir al frente de casa, y las cosas que pasamos como amigos el uno con el otro. Solo eso.
Se fue a las tres de la madrugada, mamá llego a esa hora con papá y Brai. Dijeron que habían visto salir a Katherine  y que a estas horas una simple amiga no se va tan contenta como ella. Ellos no saben nada e imaginan cosas. Hablamos de la suciedad que había en casa, mamá dijo que no tenía tiempo que iba a llamar a Katherine para que le hiciera el favor de limpiarla por ella, pero por lo visto ya habíamos hecho un gran trabajo solos. Me comí la pizza que trajo ella, mamá dijo que ya habían comido en un restorán Brai se acercó a mí y me dio un fuerte abrazo.
-Sé que hoy se cumplió un aniversario más de la muerte de Marcus- dijo –quiero que estés bien. Cuenta conmigo para lo que necesites-
-Gracias- dije correspondiendo el abrazo. Solo quince años, me pregunto qué es lo que le falta aún por conocer y por descubrir, supongo que beso a más chicas que yo.
Mientras aprovechas la vida la juventud no acaba, eso es un hecho muy importante.
















Capítulo VII
KATHERINE
“camino por este lugar que no tiene fin, siento que este pasillo no acabara jamás, creo que hice miles de pasos y aún estoy en el mismo lugar, mi historia no avanza. No avanzará”
Cuando llegue a la casa donde ahora vivo, la primera persona que mire fue a Dorian. Pensé que mi vida sería una completa pérdida de tiempo en esa nueva casa lejos de todo lo que conocía hasta entonces. Pero cuando lo vi jugando con sus hermanos no dude en expresarle la mejor de mis sonrisas. Sé que a la edad de diez años no es común que una niña anduviera regalando sonrisas a los niños de su edad pero aun así no dude en obsequiarle algo sin un valor expresado en la moneda local.
Cuando baje del coche corrí hasta donde se encontraban ellos. Me miraron y el primero en saludarme fue su hermano mayor que se llamaba Tom, él no me interesaba en lo más mínimo, era mucho más grande que nosotros, no podía dejar de mirar a Dorian. Su hermano pequeño que debía tener unos cinco o seis años se acercó tímido y me ofreció un saludo, educadamente se lo correspondí. Dorian en cambio se quedó mirándome como si hubiese visto un fantasma y corrió hasta los brazos de su mamá que estaba embarazada. Mi mamá es linda, pero no podía creer que la mamá de otro niño, y más del niño que me gustaba, fuera más linda que mi mamá. No podía aceptarlo.
Hace dos meses que esta lluvia no para, no para. Estoy al borde de la locura total, tener que cuidar a Benji las veinticuatro horas del día todos los días es mucho. Lo quiero pero no sé hasta cuándo podré hacerlo. Hace unas semanas vino Tom a verlo, nunca vi tanto amor por un hermano. Yo no tengo hermanos. El me entrego una gran suma de dinero y dijo que vendría a verlo dentro de unos días antes de irse de nuevo a cumplir servicios en Afganistán. Me duele saber que su deber lo obliga a mantenerse lejos de sus hermanos. Me duele que esté lejos de Dorian.
A medida que pasaban los días y los años Dorian y yo nos hicimos más unidos, fuimos compañeros de colegio desde que mis padres se mudaron a la nueva casa. Fue hasta los dieciocho años que me di cuenta que no sentía amor por él, que solo estaba buscando un amigo con el cual compartir en aquel lugar, que a pesar de haber vivido ya ocho años no conocía. Supe que no estaba enamorada de él cuándo lo vi besarse con Nat, no me dolió, no sentí celos y mucho menos envidia. Pero desde que empezó a salir con ella me di cuenta que empezó a distanciarse de mí. No pensé que sería como los demás, jamás había demostrado ser como los demás.
La tarde que vino Tom a casa a ver a Benji se quedó mirando a través de la ventana hacia su casa. Observaba a Dorian.
-¿Cómo lo ves?- me dijo. Yo sabía que no debía decir lo que le dije, no debía abrir esa puerta.
-Si te preocupa cómo está ve a verlo tú mismo- le dije –deberías hablar con el tratar de cambiar su situación- su respuesta fue inesperada.
-jajajajajaja- una risa fingida -Si supieras que cada día que despierto ruego a los cielos que se muera, solo quiero saber si al menos está muriendo de dolor, o de soledad- debí guardar silencio, pero no quería hacerlo estaba indignada por su forma de hablar.
-Deberías ir a verlo, después de todo es tu hermano, lo que sea que haya pasado con ustedes no debería ser motivos de tanto odio- sabía que sí lo era, todos entendemos por qué, ya es más que obvio. Quisiera que las cosas no fueran así. No tanto por Dorian si no por Tom, no quería que se hiciera ese daño, a él lo empecé a querer sin haberlo planeado.
Tom se había convertido en un chico muy guapo. Pese a que sus rasgos son muy similares a los de Dorian, él tenía un atractivo particular. Ambos tenían ojos verdes, nariz respingada, tez clara y un cabello negro azabache que sinceramente parecía pintado, lo que los diferenciaba al uno del otro aparte de la edad (Dorian era cinco años menor que Tom), era que tenía los labios finos, mientras que Dorian tenía unos labios gruesos no muy pronunciados, lo suficiente como para notar la diferencia, pues a medida que crecían se parecían cada vez más.
Cuando Tom se fue de casa me dijo adiós y me dio un beso en los labios, lo abrace tan fuerte como pude. Por un momento cuando lo abracé pensé que la lluvia se había detenido, al lado de esos grandes brazos yo era muy pequeña, pasarían unas semanas hasta que pudiera abrazarlo de nuevo y eso me ponía triste, hubiese querido que se quedara a dormir conmigo en esta noche, pero no podía retenerlo, su deber lo llamaba. Trate de que su olor me impregnara lo suficiente como para no extrañarlo, pero entendí que su aroma lo traía a mi mente con mayor facilidad y eso era desolador algunos días.
Cuando se fue le lleve una Lasaña a Dorian, se encontraba sentado en la mesa, lo vi por su ventana, se levantó y me abrió la puerta, en ese momento le dije que lo disfrutara, no sé si me habrá escuchado, como casi siempre desde que eso sucedió, tenía la mirada perdida y estaba tan desalineado que casi me abalanzo hacia él para abrazarlo y traerlo a la realidad y cambiar sus harapos. Me agradeció, no lo escuche claramente estaba como en trance con su otra realidad, con esa realidad que año a año se repetía, por momentos estaba aquí, en esta realidad, por otros estaba en la dura realidad donde siempre vivía: con un hermano en el ejército, con una madre ejemplar, un padre que sufría, y un hermano que vivía.







Capítulo VIII
TOM
“Eh aprendido de mis errores, pero ya no los puedo remendar”
Estos días de lluvia son tan extraños, más aun sin Katherine. La extraño, extraño mucho a Benji, quisiera tenerlos a ambos aquí conmigo, quisiera que estén bien quisiera que estén conmigo, pero este no es un lugar seguro. No, no es seguro.
Estuve casi un año ausente, Benji debe estar por cumplir sus cuatro años, hace una semana hicimos una video llamada por skype con Katherine, mantiene esa belleza tan propia que la caracteriza, vi a Benjii, creo que es la persona que más feliz me hace sentir al verlo, no lo creo, es la persona que me hace más feliz en el mundo. Ahora habla con más claridad solía costarle decir mi nombre, ahora no tiene dificultad, Katherine está haciéndome un gran favor, no solo cuida de mi amado hermano, me ama a mí y eso es algo que siempre necesito. Si las cosas salen como planeamos mañana saldremos a casa.
Me registre en el ejército como voluntario a los dieciocho años, ese imbécil en ese tiempo solo tenía trece, con toda una trayectoria por realizar, pero decidió tirar todo por la tubería del retrete. No sé por qué lo traigo al caso. Mamá y papá estaban muy contentos por mi decisión, mamá estaba triste, veía en los ojos de papá orgullo, en los ojos de él veía una felicidad extraña, en los ojos de Brai veía admiración, como amaría ver de nuevo su mirada.
Fue poco después de irme que Dorian perdió el rumbo, empezó a consumir drogas.
Mis misiones en zonas de riesgo son muy importantes debemos mantener con vida a quienes se encuentran en allí, la prioridad son los civiles, luego los heridos. Nuestro pelotón estába formado por un equipo de seis personas, Pock, Tori, Milo, Jack, Granada y yo. Pock tenía ojos azules; en nuestra primera misión era imposible negar el miedo que había en su mirada, el miedo que se hacía palpable al estar cerca de él, era un genio estratégico, sin embargos en la zona de guerra a veces hay variables que son muy difíciles de prever. Tori era una sargentona, muy delicada físicamente, pero una voluntad de piedra que parecía tener una sensibilidad tan dura como un diamante en bruto, ni siquiera reía. Milo tenía que ser por desgracia el más pequeño, en el veía un poco de lo que veía en Brai, solo que siempre estaba con miedo, su habilidad de franco tirador era increíble. Jack era el segundo capitán a mando, ocuparía mi lugar si algo me pasara y seria él quien debería tomar las decisiones desde ese preciso momento, y eso es muy complicado. Granada es el sobrenombre que le pusimos a Lucke siempre decía que una granada lo mataría, es una maldita ironía que así haya sido, pero lo más estúpido de todo es que haya sido su propia granada la que lo haya matado. Esta vez tengo un nuevo pelotón pero no quiero saber nada de ellos, involucrarme seria perder más seres conocidos.
Son más de las seis de la tarde en Irak, mañana debería estar en casa con Benji y Kath. Nuestra misión fue exitosa.
En la formación me dieron la mejor noticia que podría esperar, la baja de mis servicios.

























Capitulo IX
EL ENCUENTRO
Me levanto y preparo una taza de café, camino en dirección al baño mientras espero que la cafetera haga su trabajo, levanto la tapa del váter y no me esfuerzo por hacer pis, cuando me levanto siento mis riñones por explotar de líquidos, solo hace falta vaciarlo. Cuando me siento en la mesa veo que nadie se ha levantado aun, o al menos no han desayunado hoy, tal vez hoy sea uno de esos días en los que mamá se levanta tarde y corren con papá y Brai por todos lados tratando de ganarle al reloj el descuido de haberse quedado dormida. Ahora puede que sea más rápida pero cuando debía lidiar con Tom y conmigo era una verdadera hazaña. Lo sé, a pesar de haber tenido cuatro años en ese entonces, papá no dudó en prender la cámara y filmar el acto, aún tenemos la cinta. A estas alturas ya pasaron casi veinte años.
Tomo el celular y activo los datos móviles para poder recibir los mensajes, tengo uno de Natalie y uno de Katherine. Leo el de Natalie dice que me extraña y que en apenas unos dos días regresa. Leo su mensaje y me doy cuenta que se arriesgó a llevar consigo el celular de saberlo su papá se molestaría demasiado con ella. El mensaje de Katherine, me deja pasmado: “hoy tienes cita con el Dr. Sterm :D” ¿Cómo sabe de eso? ¿Acaso se lo dije cuando limpiamos la casa? Aun no sé porque olvido demasiadas cosas. Lo que no puedo evitar es estar agradecido a que me lo haya recordado, sinceramente no lo recordaba.
Boulevard rose a las quince horas. ¿Cómo diablos lucirá este tipo? De hecho no lo recuerdo de ninguna otra parte, de no ser por Nat no sabría nada de esto, es más, no estaría metido en esto. Llego a las catorce treinta, así que mientras lo espero pido un café la dirección no es alejada de casa, aun no almorcé mamá no había llegado hasta entonces, Brai come en su escuela y papá no sé qué hace al medio día. Tengo puesta una remera roja con cuello de camisa, rayada horizontalmente con rayas blancas y negras, unos jeans azules y zapatillas blancas. Jamás combino lo que uso pero al pasar por frente de la cafetería y verme, me siento contento por haber logrado usar ropa decente sin necesidad de que Nat me vistiera. Al entrar al café, Magguie la recepcionista me saluda contenta y no duda en girar alrededor del mostrador y algunas mesas hasta llegar a mí y abrazarme. Entre tantos besos y abrazos de una extraña, se aparta unos centímetros y me observa de pies a cabeza
-¡Estas muy delgado muchacho!- exclama con preocupación con una voz que aturde un poco, demasiado, diría yo. Solo sonrío evitando demostrar que no tengo idea de quién es, pero al menos su traje tiene su nombre en una pequeña plaqueta de cobre, lo que me lleva a contestarle
-Solo es la ropa, Maggie- le dijo – Mamá me alimenta bien- y de nuevo ahí está. Detesto esa mirada. Lo diferente es que ella no lo disimula y sus lagrimales empiezan a llenar sus fuentes color azul, y se desbordan por sus mejillas regordetas y rojas. Seca sus lágrimas y me lleva hasta la mesa al lado de una gran ventana que tiene vista hacia la calle.
-Siéntate aquí corazón, te traeré una orden  especial, cortesía de la casa-
- Gracias- sinceramente esto es mucho mejor que beber un café.
Cuando son las quince horas un elegante hombre, con la misma ropa que imagine cuando lo llamé, se acerca al vidrio de la ventana y da unos golpecitos para captar mi atención, es demasiado familiar para ser un completo desconocido. Entra y guarda su paraguas al lado de la puerta, Magguie lo saluda cordialmente mientras hablan del aguacero que hay a fuera. Hoy ni siquiera le preste atención a la constante lluvia que hay a fuera. Se acerca a mi mesa y estira su mano para saludarme. La estrecho y me saluda con toda la educación que un profesional de su categoría (supongo) debe saludar a las personas o conocidos pacientes, lo raro es que yo no me siento como un paciente. Y si lo fuera, mi duda seria, ¿Por qué?
-Desde que comenzó a llover que no vienes al consultorio- me dice dejándome más desorientado de lo que ya estoy. ¿A caso todo el mundo conspira en confundirme en estos días?
-Justamente por la lluvia- digo sonriendo y como un bocado de lemmon pie que Magguie me obsequió.
-Vale- dice, hago tiempo para que el comience hablando mientras mastico el lemmon pie, que está buenísimo –Dorian- dice esta vez con un tono más serio – ¿Recuerdas realmente la última vez que fuiste a una sesión a mi consulta?- pregunta mientras bebo un sorbo de agua para pasar el postre.
-No- contesto y de alguna manera, me siento avergonzado de no poder mentirle y decirle que sí.
-Nuestra última sesión no fue hace tres meses como te dije, hoy hace un año, y sigues haciendo lo mismo desde hace cinco- siento que el peso de mi cuerpo se aumentó exponencialmente evitando que me pare y me vaya de ese lugar. ¿Cinco años? Esto es imposible jamás vi a una persona como él. De repente empiezo a poner en orden mis ideas, ¿porque lo imagine así vestido? ¿Será que ya lo había visto antes? Quisiera que un meteorito cayera sobre este lugar exactamente, sobre mí precisamente, inmediatamente.
-No entiendo, ni siquiera recuerdo conocerlo- es lo único que sale de mi boca. Pasan tantas cosas por mi cabeza en estos momentos que no estoy seguro si son reales o solo son recuerdos inventados.
-Es común en tu estado-
Y me pierdo otra vez, y otra vez.
Siento que quiero que el mundo acabe. ¿Por qué tanto misterio? Mi vida es lo más simple y aburrida. Estoy en casa, y si no estoy ahí estoy con Nat. Eso es todo. ¿Acaso la lluvia deja hacer algo más? Es evidente que no. Pues entonces ¿qué es todo esto que me dicen? Quisiera no enterarme de nada más. Pero no puedo evitar preguntar, siempre mi boca y mi cabeza se contradicen en todo lo que pienso y digo
-¿Mi estado?- no puedo parar -¿Cuál es mi estado? No tengo nada, no estoy enfermo no estoy loco, ¿Cuál es mi problema? ¿Cuál es mi problemaaa?- ni siquiera me doy cuenta de que estoy gritando y la gente se voltea asustada a mirarme. Siento vergüenza de mí mismo, pero esto que me dice, tal vez sea lo que explica el porqué de tantas lagunas en mi memoria. ¿Qué estoy pensando? No debo mostrar debilidad ahora, por más que este mareo que siento no me deje levantar no debo dejar de mantener mi postura. Incluso Nat me mira como a un enfermo, lo sé porque ahora lo veo en la mirada del doctor, detrás de esos malditos lentes color magenta, ¡¿pero qué persona normal usa lentes de ese color?! Esto tiene que ser una mala broma –Debo irme señor Sterm, hay cosas más importantes para mí que quedarme aquí hablando sobre enfermedades que no tengo, con alguien que no conozco- él se sonríe, como si se burlara de mí. Empiezo a perder la paciencia.
-Debo reconocer que esto es nuevo, jamás habías reaccionado de esta forma antes, es sorprendente-
-No hable como si me conociera señor- me molesta su actitud.
Magguie se acerca
-Aléjese no se acerque señora- lanzo una mirada fulminante para mantenerla alejada de la situación. Pero las palabras de Sterm. Esas palabras. Malditas palabras. No me dejan respirar.
-Déjame adivinar Dorian, hace unos días llegaste a tu casa y tu mamá, tu papá y tu hermano Brai, estaban en tu casa todos golpeados y la policía llegó y cuando te preguntaron qué había pasado dijiste que nada, porque tu mamá te dijo que así lo dijeras- dice las cosas con tal seguridad que me irrita cada vez más. ¿Cómo sabia eso? Nadie más que yo lo sabía. Tal vez mamá se lo contó. Si eso es. Pero no calla aun viendo mi enojo – y no- dice –tu mamá no me conto nada de esto- pero, ¿no fue eso un sueño?
Que mierda sucede. ¿Acaso este tipo lee mi mente? ¿Estoy bajo hipnosis? Esa pregunta en mi mente suena tan estúpida como es. Quisiera golpearlo en la cara para que se callar de una vez por todas.
Parece que mi rostro expresa todo esto que estoy sintiendo, porque de repente dos tipos se paran al lado de él y me observan como queriendo detener cualquier agresión. Pero no se calla, y cuando me levanto agrega una última cosa a su conjunto de verdades que sorprendían, esta me destruye y me deja en shock.
-Ya hace cinco años que ellos murieron Dorian- lagrimas caen de mis ojos. Mientras camino como si no existiera nada más en el mundo que el suelo debajo de mis pies y los sin sentidos que siento en mi corazón. Y esta lluvia, esta lluvia que me devuelve a mi realidad llena de confusión, y agradezco que llueva, porque cuando uno está verdaderamente triste la lluvia confunde con sus constantes gotas las dolorosas lágrimas de una cruda verdad. Dolorosa verdad. Espantosa y culposa verdad.
-Huyes como cada año Dorian ¿vas a seguir así el resto de tu vida?- no quiero seguir escuchándolo ¿por qué me sigue gritando? aunque ya no entiendo sigo doliéndome por lo que le hice a mamá a papá y a Brai. Ahora sé porque Tom me odia. Lo entiendo y si fuera él yo también me odiaría, es más, me odio. Recuerdo todo y cada una de las cosas que hice mal. Lo siento por todos aquellos que me quieren o me cuidan, como Katherine, pero no puedo vivir sabiendo que maté a toda mi familia.























Capítulo X
MONOTONÍA
No sé qué lo habrá desatado esta vez.
Sé por el desastre de su casa que ya lo recordó. Camino entre los vidrios rotos de la puerta de entrada, me deslizo despacio procurando no hacer ruidos, hace cuatro años que estas cosas suceden.
Recuerdo que la primera vez que fui a verlo fue casi al año del accidente, estuvo nueve meses en coma inducido debido a la gravedad de sus heridas. Cuando estábamos en el hospital Tom dejo una de sus misiones por venir, en el accidente Brai había sobrevivido y se encontraba en un terrible estado de coma, en las salas de terapia intensiva. Recuerdo a Tom llorando todas las noches, no fue al velorio de sus padres se quedó al lado de Brai los nueve meses que vivió en el hospital. De alguna forma en el ejército se lo habían permitido. El diagnóstico del doctor decía que si en algún momento Brai despertaba no podría mover ninguna parte de su cuerpo, no podría comer sin asistencia personalizada y que no resistiría sin el caro aparataje medico necesario, dijo que cada semana debería venir a fisioterapia para que estimularan sus músculos, no para que volviera a caminar, si no para que al menos eso lo mantuviera estable hasta cierto grado. Dijo que un golpe en la nuca había logrado lastimar su medula, dijo tantas cosas que Tom en su pose más valiente se obligó a contener las lágrimas. Solo lloraba en frente de mí y su hermano.
No lo supo hasta ese día, en el que dio la orden, su dolor se logró disminuir de manera muy precoz pero no lo suficiente para dejar de sentirlo. Como fui yo quien se hizo cargo de la familia y de todos los trámites para que Brai estuviese internado y sus padres fueran sepultados, Solo yo sabía que en las salas de neonatología se encontraba Benji, una pequeña luz en medio de las tragedias que a pesar del tiempo no dejaba de cubrir con su oscuridad. Ese día Tom me dijo que le había dado un motivo para seguir con vida. Y fue la primera vez que me besó.
Cuando llego a la cocina veo a Dorian tendido sobre la mesa con la boca llena de sangre. Corro hacia él para ver si está con vida, logro erguirlo sobre una silla y comienza a toser y nos mancha a ambos con su sangre, esto era nuevo generalmente tomaba pastillas. Llamo a los paramédicos que me esperaban a fuera de la casa y ellos entran, lo cargan hasta la ambulancia y se lo llevan al hospital. Me quedo y le doy las instrucciones correspondientes y mi número ante cualquier problema. Benji está en casa mirando por la ventana, sus dinosaurios no cobran vida si no estoy para jugar con él.
En el hospital me dijeron que ya le habían dado el alta que la sangre se debía a un golpe en la nariz que lo había dejado inconsciente y que por la posición en la que estaba, sumado a una importante ingesta de alcohol, se había ahogado. Llegue a tiempo de otra manera podría haber muerto por asfixia.
Cuando llegue ya se había ido. Pero al menos yo sabía dónde estaría, o al menos eso pensé.
Dos semanas después vuelvo a verlo. Salió de su casa en un estado deprimente, no sé a dónde irá pero Tom no deja que saliera detrás de él, yo no me rehúso a su orden, me siento entre sus piernas con solo su remera encima y el con sus pantalones cortos y el torso desnudo. Me abraza y me besa por el cuello entrelazamos los dedos de nuestras manos y tomamos juntos la taza, primero la llevo a mi boca y luego a la suya. Luego recibo un delicioso beso sabor a café, un beso tibio y húmedo. Lo aparto lentamente de mí y llevo su cabeza hacia mi pecho, como señal de nuestro sencillo ritual. Así le hacía saber que este donde este mis latidos eran suyos y de Benji. Aparta su cabeza y me dice que no, que no hace falta hacer esas cosas, esos actos que siempre decían que ya debíamos separarnos otra vez por su labor.
-Ya no harán falta- me dice al oído con suavidad y me besa la oreja- ya no hay más misiones- una lagrima de felicidad cae por mi mejilla y vuelvo a besarlo –mi única misión ahora es estar con ustedes.

















Capítulo XI
UNA DECISIÓN
“Recuerdo el día en que caminó por primera vez Brai. El muy obstinado no cedió ante el primer golpe de sus primeros pasos, menos habiendo chocado con su cabeza en una de las rodillas de papá. Con Tom nos limitamos a lanzar una carcajada tan ruidosa que Brai nos miró y su expresión fue de enojo con indiferencia, solo diez meses y ya tenía esas actitudes que lo caracterizarían el resto de su vida. Cuando Brai cumplió trece celebramos el hecho de haber logrado un título nacional en karate, había ascendido a cinta verde creo. Las mejores notas, no era de sorprenderse, siempre fue muy aplicado, a diferencia de Tom y yo, siempre estuvo bajo el cobijo de mamá algo que jamás hicimos con Tom, debió de ser que sabía los líos en los que nos íbamos a meter, o tal vez supo lo que yo precisamente le haría”. Lo siento mucho Brai.
Miro el video y no me explico cómo puede ser. Esto fue hace un año según el doctor Sterm. No recuerdo nada de veras. El doctor me dijo que siempre que le contaba algo eran recuerdos aislados y a veces sin sentido y que sucedían cada vez que recordaba todo o al menos algo de lo que había de marcarme así. “Nadie sabe que no lo recuerdo” es lo que me digo a mi mismo e incluso ni yo me lo creo. Salgo del consultorio.
Es lo primero que hice después de dos semanas de estar en casa tirado en cama abrazado a los recuerdos que en algún momento genere con mi familia, una dolorosa familia que ya no está y que estuvo y no le di la importancia que tenía que darles de verdad, la importancia que debían tener mientras los tenia.
Camino a casa. Las funciones motoras involuntarias siguen sin ningún problema, llevo un pie delante de otro de manera continua y constante, la cabeza gacha y la mirada perdida hacia el suelo, sinceramente si al cruzar la calle un auto o lo que fuera me quitara este pesar mandándome a la completa nada, me sentiría agradecido por acelerar un proceso al que estoy decidido completar tarde o temprano. Y prefiero que sea pronto cuando todas estas imágenes y recuerdos lleguen a estar organizados completamente y entienda, que fue y como lo hice. Como acabe con aquellos que se llevaron mi felicidad con ellos.
Me duele saber que no tengo 25 años como lo creía, son treinta de los cuales cinco se vuelven el infierno de la historia de mi vida.
No supe más de Natalie. De verdad no quería involucrarla en esto, ya no quería que formara parte de mis pesadillas, o de la pesadilla que sería para ella vivir con alguien como yo.
Comencé a odiar la lluvia, me recordaba aquel momento. A demás se detuvo a las dos horas que recordé el infierno que cause en mi familia, a lo que fue mi familia. Desde ahora y para siempre hablare en pasado de ellos para no olvidar lo que les hice. Aun intento poner en orden mis ideas y traigo a mi memoria lo último que hice.
No acometeré el acto hasta que no tenga en claro que es lo que hice, o al menos como. Porque sinceramente ya lo sé. Pero no lo recuerdo.
























Capitulo XII
CONFUSION
Desde que estoy aquí eh notado el comportamiento de ese cretino, no sé porque siempre me preocupo por él, pero lo observo, lo noto a pesar que lo odio. Pero aun así hay una parte de mí que me pide que lo perdone es porque él es la viva imagen de Benji. Aunque quisiera que fuera como Brai, que mi Beni sea como Brai y no como él.
Camina por la casa como si alguien estuviera con él, aunque generalmente está en la habitación mirando por la ventana, me mantengo oculto para que no me vea, no quiero que me hostigue a cada rato, si supiera que vivo aquí vendría cada día y no soportaría los golpes que quisiera darle. Lo he visto por las calles el otro día, cuando salimos con Kath al parque junto a Beni, al notarlo Kath me distrajo, o al menos eso intento, me llevó a mirar una vidriera leí una frase que me mantuvo distraído, decia algo como “si pensamos que el error es la verdad, y creamos un mundo a partir de ello, siempre consideraríamos la verdad una gran mentira”. Pasó a mi lado sentía su presencia como un hormigueo por mi espalda, quería voltear y descargar el hato de ira que había en mi ser. Aprendí de Benji que no debía enojarme con él, o al menos eso creo, Kath noto mi tensión me abrazo de lado y me besó, pero Beni aun no entiende de esas cosas, no sé cómo sabia de él, seguro Kath se lo enseño, la cuestión es que en ese descuido Kath dejo que saliera de nuestra seguridad y corrió hasta él, lo abrazó y le dijo una de las palabras que creí que despreciaría pero fue tan tierno que casi lloro cuando de su boca salió –Hermano- solo se limitó a mirarlo como si fuera un completo desconocido, empezó a llorar restregó su mano sobre su cabeza y le dijo
-Creo que me confundes amiguito- sollozaba y secaba sus lágrimas.
-¿Por qué lloras?- dijo Beni. De inmediato Kath fue por él, yo camine hacia la dirección del parque, contraria a la de él, porque llorar por las palabras de Beni era más doloroso que verlos abrazados y dolía aún más querer volver a unirme a ese cálido abrazo, dolió peor escuchar a ese idiota decir que se parecía a una persona que él había perdido hace mucho tiempo, y entendí que a pesar de la ausencia de alguien que uno ama, si su recuerdo es importante su presencia vive con nosotros para siempre, y no digo su recuerdo, es imposible olvidar a alguien amado que se fue, como mucho nos acostumbramos a no estar con él, como mucho creamos un mundo en base a errores que nos hacen creer que las más dolorosas mentiras, como la esperanza y como creer que vamos a tener una segunda oportunidad de vernos en el más allá o en otra vida, van a calmar nuestro dolor. El dolor es el que cambia a las personas, no la felicidad.
La esperanza se convirtió para mí, en el error que llegó al mundo para dar ilusiones donde solo hay miedo en aquello que no conocemos, lo que no entendemos.
En el parque estuve distante de kath, en casa no pude evitarla debíamos hablar. Tengo que aprender a controlar mi mal genio
-¿Por qué se lo dijiste a Benji?- dije aireado arrojando una taza en contra de la pared.
-Jamás dijiste que no se lo dijera- me contestó. En sus ojos vi miedo. Así que decidí no descargar mi enojo con ella.
-¿Cómo pudiste siquiera hablarle de ese desgraciado?- dije más calmado, mientras mis cuencas derramaban una lagrima.
-porque es su hermano Tom, no puedes negarle esto. No sabes si el dolor de todo esto lo llevaría a cometer otra locura de aquellas, como hace un año atrás. Por su aspecto eh notado que ya sabe la verdad.
- y a mí que..- dije, luego me interrumpió.
-  A ti todo…
-..Sabes que espero por horas que deje de estar en esa casa para poder ir a ella y llevarlo a Beni y tú vayas conmigo, con nosotros...-no termine de hablar cuando me dijo
-… Es tu hermano lo quieras o no, ¿no has llegado a pensar en algún momento que tal vez las cosas no fueron como dijeron las pericias?- y las sombras de la duda me rodean en este momento. Las corro en el preciso instante en el que creo que ellas me dejaran perdonar a ese imbécil. “si pensamos que el error es la verdad…” ahora odio esa frase y sé que no hay lugar a error. Él fue el culpable, pero me rodea la duda. ¿Por qué tuvo Kath que decir eso?













Capítulo XIII
DESPEDIDA
Si Katherine venía a casa es porque sabe lo que pasó, sabia lo del doctor Sterm después de todo. Sé que vive en frente, sé que tiene un hijo y su marido lo vi solo una vez. Lo malo de mi situación es que no se si lo invente o realmente es así. Supongo que la labor de su novio o marido, implica dejar la casa mucho tiempo porque solo lo vi una vez y generalmente la veo sola.
Tomo una hoja de mi resma de papel y empiezo a escribir las cosas, los recuerdos que llegan como instantáneas a mi cabeza.
Lo primero que recordé fue el acto de mi graduación, ahí están ellos mamá llorando de emoción, Tom con su uniforme y Brai con sus quince años y un parecido increíble a Tom.
De repente me doy cuenta que no hacen falta esas cosas, mamá solía sacar fotos de hechos importantes, subo la escalera y entro en la habitación de mis padres, hay demasiado polvo, me entristece saber que se debe a la ausencia de ellos. Mamá me dice que salga que estaba por salir del baño a cambiarse, sonrío negándome a cumplir sus órdenes, sé que solo soy yo, veo en su placar grande una caja abierta, con solo unas cuantas fotos, viejas por lo que veo, pero solo unas pocas. Donde estarán o quienes las tendrán lo sé, o al menos tengo una idea de quién será que las tiene, Tom.
Decido cruzar a lo de Kath, por lo que me había contado sus padres le habían regalado la casa después que se recibió de arquitecto, eso era lo bueno de nuestro lugar, teníamos donde estudiar cosas importantes, no quiero menospreciar las carreras que aquí no están, pero es cierto. Sale riendo con su hijo en brazos, y se congela al verme parado en la entrada, su casa tenía unas rejas muy delicadas supongo que fueron unos de sus primeros arreglos. El niño en brazos sonríe alegre y me grita hermano y solo me petrifico en mi lugar pensando ¿Por qué? ya era la segunda vez que me lo decía. Yo sostenía la misma impresión, era muy parecido a Brai.
Mis piernas de repente se aligeraron, se volvieron débiles, mis ojos solo veían oscuridad, y el impacto contra el suelo se hizo doloroso. Entre las sombras distinguía algunas imágenes, presentes y pasadas. Me asustaban. Veía a Tom que me levantaba y me subía al auto de Kath. Veía a mamá embarazada, veía a Brai con sangre en mis brazos, me veía a mí junto a Marcus en una gran fiesta riendo y disfrutando. Y de repente cuando desperté sabía que había pasado y cuanto mayor era la culpa que tenía. En el hospital Natalie se acercó cuando me vio despierto.
-Se supone que seguimos siendo novios- dijo sin mirarme a los ojos mientras sujetaba mi mano derecha. -¿Es que acaso me vas a negar que me evitaste todo este mes? ¿Hasta cuándo me lo ibas a ocultar? Sabes, ya estoy cansada de esta situación, siempre que colapsas estoy para ti, y créeme que a pesar de amarte cada día mas no puedo seguir con una relación no correspondida.
-¿Qué quieres decir?
-Lo que entendiste, nada más que eso. Mi salud está cada día peor, sabía que ese implante no era suficiente para mantenerme más tiempo. Recuerda que ya solo me queda un año.
-Lo siento- no quiero llorar así que solo la beso -ven a casa conmigo. Quiero que me perdones por esto que te hice. Ya lo sé todo, lo recordé.
-Papá no me dejará, pero no se lo diré, cree que estoy con mi doctor. Vámonos.
Llegamos a casa y no pude detenerme y ella no quería que me detuviera. Lo que hicimos esa noche no lo olvidaríamos jamás. Así como yo no la olvidaría nunca. Ella fue mi primer amor, mi único y verdadero amor. Puedo, hoy, decir que viví todo, ame, reí, me descontrolé, sufrí, morí y volví a vivir. Si algo me falta por hacer, no me arrepiento yo me siento completo, pero estoy a la vez hecho pedazos.
En la mañana nos sentamos cara a cara y le pedí que habláramos sobre la noche del incidente, ella me dijo que ya habíamos hecho esto cada año, pero que no le molestaba hacerlo una vez más. Yo relataba y ella me decía que era cierto y que no, y así pude confirmarlo. Confío demasiado en ella como para dudar cada vez que vaya a asentir mi relato o cuando vaya a negarlo. Lo confirma todo. Se va a su hogar y luego, veo a la soledad y la tristeza que toman de mi mano, veo a la demencia que sonríe fervientemente pidiendo que obedezca, y la cordura se va con cada paso de Natalie.
Yo me fui con cada uno de ellos. Era una parte de mí, cada uno de ellos ¿Cómo puede mi todo aun estar vivo sin sus partes? Sin embargo lo está, pero no por mucho tiempo.
Entiendo el odio de Tom hacia mí. ¿Quién podría quererme?
Lo entiendo todo. Y hasta aquí será. No sin antes despedirme de cada uno.










Capítulo XIV
PASADO
Una semana antes del incidente
Me desperté con un fuerte grito de angustia, mamá gritaba a toda voz desde la cocina. Baje corriendo las escaleras de casa para ver qué sucedía. Cuando llegué, ví a Brai sentado a la mesa junto con papá leyendo el diario, mientras mamá preparaba el desayuno
-Otra vez- dijo papá en su tono de voz tranquila y penetrante -¿no te parece que ya es suficiente? Ya no vamos a tolerar estas cosas en esta casa. No trabajas porque así lo decidiste y lo aceptamos. Pero no puedes traer más a gente desconocida a casa, y mucho menos en ese estado.
Cuántas veces no me dijo eso, ya me cansaba, pero pensándolo bien, tenía razón las cosas estaban descontrolandose. Hace unos días Brai me contó que un hombre se acercó a él para dejarme un mensaje. Se acercó a mí familia, a Brai, eso no debería suceder nunca más ni haber pasado antes, eso era más peligroso de lo que en ese entonces pensé. Hace dos años había salido de rehabilitación y papá sabía, no lo sé cómo, pero sabía que había recaído, no de manera completa, pero al fin y al cabo lo había hecho. Mamá también aunque ella no quería que yo lo supiera, en su grupo de la iglesia le decían que siempre había que orar, que Él me daría la salida y me daría las fuerzas para salir adelante.
Por otro lado tenía a Marcus, él había dejado de hablarme cuando lo golpee en el rostro cuando intentó quitarme una inyección de metanfetaminas. Recuerdo la escena a la perfección y me duele haber sido tan idiota como para perder a un gran amigo. Si hay algo que oculte perfectamente a papá, es el hecho de que, no es que no quisiera trabajar, me habían despedido hace tres años y tenía tan malas referencias que las empresas en las que quería trabajar no dudaban en rechazarme. Tenía deudas y sin un trabajo que me diera los ingresos necesarios para pagarlas pondría las cosas más difíciles, ese fue el mensaje que le dieron a Brai, agradecí el hecho que no se los haya dicho a papá y a mamá eso habría desencadenado el enojo de papá y el inmediato desalojamiento de casa, supongo que la casa de la tía Christin era una buena alternativa para vivir, si eso sucedía por supuesto.
Esa noche llegue con Paul a casa, un muchacho que tenía 24 años, como yo, pero su estado de ebriedad era notorio, y en el aire de casa quedo impregnado todo el día, por ello papá dijo lo que dijo. Cuando Paul se fue, esperaba que papá soltara lo que tenía que decir
-Necesitamos hablar. Vamos al despacho- eso no sonaba bien, nada bien. De mala gana accedí. No sé que me pasaba ese día, pero no tenía ganas de que nada ni nadie me dijera que debía hacer, pero no tenía opción, papá era un hombre duro realmente. Tom es igual a papá.
-¿Qué?- dije sin medir mi frustración, no debería haber respondido de esa forma, papá detestaba la falta de respeto.
- Para comenzar modera ese tono y mírame cuando te hablo, y también cuando me hables. Brai me conto todo- cuando dijo eso se me heló la sangre, sabía lo que venía a partir de este punto –no tiene que volver a pasar, ni va a pasar de nuevo, no voy a tolerar que por las estupideces que hiciste en el pasado pongan en peligro a mi hijo- sonreí, me pareció demasiado irónico que se refiriera a Brai como “mi hijo”, yo también lo soy, pero jamás sentí que tuviera afecto hacia mí. Lo escuchaba aireado. Estaba aireado. Tomo de repente su vaso de whisky y lo estrelló con todas sus fuerzas contra la pared, rompió un recuerdo de sus viajes con mamá, golpeo con sus puños el escritorio, me lanzo el agua de uno de sus vasos en la cara. Me encontraba atónito por esa reacción, tenía razón, pero me estaba faltando el respeto, iba a contestarle cuando volteo y note en su rostro dolor, sus ojos estaban rojos y brillantes como si fuera a romper en llanto. Pero no lo hizo, a papá jamás lo había visto llorar.
- Lo siento- fue lo único que logre decir.
- ¡NO LO HACES!- gritó con una entrecortada voz – hace tres años que tu madre llora porque estas sin rumbo por ahí, vagado por la casa pudiendo trabajar. Para que estudiaste dos carreras si no trabajaras con ninguna, y ahora esto, ¿sabes por qué aun no te corrí de casa? Porque tu mamá me implora que no lo hiciera, porque Brai te adora, porque no puedo dejarte a la deriva sabiendo con quienes estas, pero esto se acaba hoy, no voy a dejar que tus estupideces pongan en riesgo a las personas que amo. Y a ti también te amo, eres mi hijo, nada va a cambiar eso, pero no muestras interés en cambiar
-Voy a cambiar, por ti, por mamá y por Brai- dije al borde de las lagrimas
-¿Recuerdas acaso la cantidad de veces que me dijiste eso? No sabes lo que es rezar junto a tu madre cada noche, pidiendo que nada malo te suceda, es jodidamente irónico Doriam, deberíamos rezar por tu hermano que está en el frente de la guerra, pero tú que estas aquí, ni siquiera te empeñas en  cuidarte. No voy a correrte de casa, eso destruiría a tu mamá y en su estado prefiero evitar darle malos noticias, y a tu hermano tampoco le haría bien. Pero vas a buscar trabajo y vas a salir a delante en el grupo de ayuda de la iglesia a la que vamos con tu madre, y si no consigues trabajo, vas a trabajar conmigo, en la empresa necesitamos siempre a alguien. ¿De acuerdo?
-Si, pero…-
-Nada de peros, si quieres seguir viviendo aquí vas a hacer lo que yo te diga- su mirada tenia rabia.
- Déjame hablar papá- dije, se limito a mirarme detenidamente, no podía ocultárselo más – la empresa en la que trabajaba no quebró como te había dicho, realmente me despidieron por malversación de fondos
-¿Crees que no lo sabía? Revisaba tus balances y papeles en la oficina que tienes aquí en casa, vamos Doriam, en serio pensaste que soy tan iluso como para no darme cuenta de algo tan evidente. A demás tu madre me lo había dicho. Siempre fuiste confidente con ella.
Supe que seguir hablando solo haría perder el tiempo a papá, así que solo me limite a cumplir con lo que me había pedido.
Al cabo de dos días, empecé a trabajar con papá. Al tercer día se presento una situación.
Salíamos temprano de casa para llegar a horario al trabajo, el transito nos quitaba un mínimo de treinta minutos de viaje, esa noche al salir de la oficina con papá encontré a Marcus. Esa noche hacia demasiado calor, Marcus me invito a tomar algo frio, papá lo conocía bien sabia que no era mala influencia así que accedió, dijo que me esperaría en el bar del edificio en frente de su oficina, así que una vez que me desocupara de Marcus iría allí y regresaríamos a casa.
-.. y después fuimos a comer a un bar solos, sus padres estaban furiosos, no me aceptan, pero igual no me importaba en ese entonces, mucho menos ahora, vamos a casarnos y estoy muy feliz- estaba tan feliz, un raro halo de luz se veía a su alrededor, me contagiaba y podía sentir su felicidad.
- En tu invitación dice que la fiesta seria este sábado, y hoy es miércoles, ¿no deberías estar con esas cosas del casamiento?
- Suenas igual a Carol, pero ella se está haciendo cargo de todo, incluso de mi traje, deberías verlo es alucinante, me pidió que todo estuviera adornado de rosas lilas y blancas, blancas y amarillas, y que en la habitación del hotel al que vamos a ir, debía tener sobre la cama pétalos de rosas rojas sobre las sabanas de seda blanca. Claro, todo esto tiene algo a cambio, le pedí que al altar llevara…
- Tulipanes- dije, sabía que diría eso. Hace unos años atrás, cuando Marcus tenía quince años, su madre cayó en el hospital por una extraña enfermedad, curiosamente alucinaba y hablaba incoherencias, pero con Marcus era distinta, lo abrazaba cada vez que lo veía, y lloraba. Marcus me conto que cuando estuvieron juntos, la última noche que su madre estuvo viva, no lloraba estaba tan feliz, que incluso los médicos pensaron que estaba mejorando. Le había dicho que en sus sueños lo había visto caminar por un extenso campo, en el que los montes perdían belleza por los tulipanes que se llevaban toda la atención, le dijo que él había sido el hombre más importante en su vida y que había aparecido allí en ese lugar perfecto. Resulta ser que cuando se lo contó a su padre, su padre lleno de lágrimas, le dijo que el sueño de su madre siempre había sido conocer los campos de tulipanes en Holanda, y que su luna de miel fue allí y allí fue donde quedo embarazada de Marcus. Marcus me dijo que en los últimos momentos de vida de su madre, tenía la mirada perdida, llena de luz y que a pesar de haber quedado ciega, claramente decía que veía campos interminables de tulipanes y un hombre que la esperaba en ellos, que la invitaba a pasear.
- Así es- dijo sonriendo. Continuamos la charla desvariando en muchos temas, le dije que el viernes debía estar libre que nuestros compañeros de colación y yo habíamos programado una fiesta para él. Muy contento accedió a que lo buscara para que fuéramos. Nos despedimos con un abrazo fuerte, de esos que se dan a las personas que extrañábamos de hace mucho tiempo, uno de esos abrazos que te hacen saber que todo está bien, que todo va mejorando.
Camine hacia el edificio donde estaba papá, cuando llegue había muchas personas amontonadas, algo había pasado. La policía hablaba con papá mientras sostenía una gran servilleta sobre su rostro, corrí a verlo, hasta que llegue a él, la policía se llevaba al tipo que había generado el atraco contra mi padre, era Paul, el maldito que lleve a dormir a mi casa. Salte a increparlo y solo pude darle dos puñetazos en la cara, aun con la sangre en la cara reía burlándose de mí, la policía me apartó –paga lo que debes- me dijo –ellos saben dónde vives- mi ira estallo de nuevo pero por más que lo intente no pude soltarme de los policías.
De vuelta a casa papá me preguntó cuánto debía y a quien. Era un tipo al que recurría para obtener drogas, cerca de diez mil euros. Mi padre dijo que me daría el dinero para pagar, que le diríamos a mamá que se había dado con una puerta de vidrio, solía pasar en su oficina así que no sospecharía, y yo esta misma noche debo saldar esa deuda.
Cuando llegamos a casa mamá se angustio muchísimo al ver a papá en ese estado, su ojo delataba un moretón alrededor de él, en su estado era de esperarse que reaccionara así, al cabo de unos minutos se descompuso y se desmayó, papá tomo el auto y a Brai mientras yo cargaba a mamá hasta el auto, salieron al hospital de inmediato, en la puerta papá me indicó donde guardaba el dinero, me dio la clave de seguridad de la caja fuerte en su habitación.
Si hay algo que me cansa de la abstinencia, es esa previsión de lo que uno tiene y tratar convertirlo en lo que uno quiere consumir, ya sea algo material o el mismo efectivo que tengo en esta mano. Hay demasiado dinero aquí como para que noten si algo llegase a faltar, cuando estoy contando el dinero entra Taitan, el perro de Brai, lo debe extrañar. Gracias a él, cambie de perspectiva, no llevare más dinero del que me corresponde, solo el necesario para pagar mi deuda. Brai adora ese perro y yo adoro a Brai. Quiero a Tom, pero la última carta que le escribí no fue contestada aún, y la última que me envió no era muy agradable.
Salí de casa, no sin antes pasar por lo de Kath. Había empezado a salir con Tom hace unos dos años y ya estaba impaciente porque no tenía noticias de él. Fue una charla breve, le pedí su auto para hacer lo que debía y me fui. Llegue al antro de Jeremías, estaba custodiado por dos hombres grandes quienes no hacían caso a sus risotadas histéricas al disfrutar de una pelea de perros. Lo más probable  es que estén tan drogados como los perros, sin embargo al verme, Jere, como suelen decirle, cambió de humor ni bien noto mi presencia.
- Vaya, vaya, miren lo que trajo ¿una camioneta?- empezó a reír como desquiciado, pero de manera más silenciosa mientras acariciaba la mochila en mi espalda.
- Vine a pagar lo que te debo- dije queriendo liberarme ya de esta carga. Pero se complicó más de lo que debía, me agarraron ambos de los brazos y me llevaron a un lugar más calmo, debo decir que el aroma a tantas sustancias juntas despertaba mí más eufórico hambre por eso, después de tanto tiempo de abstinencia, me sentían intranquilo, ahora entiendo porque en el grupo de ayuda nos pedían lavar o tirar la ropa que estuviera impregnada de olor. Me siento como una bestia a punto de atacar una presa que está a su alcance, pero, debo controlarme y enfocarme en el cuchillo que trae Jere en manos.
- ¿Sabes?- dijo mirándome serio –hay cosas que están fuera de mi alcance, y las quiero, pero ciertos asuntos demoraron mi adquisición. No por no poder obtenerla, si hubiese querido ya la tendría en mis manos. Pero hay cuestiones que no se manejan cuantitativamente, quiero decir, el dinero no me importaba, y no era completamente necesario para eso, pero, un día, así como si nada, desapareces y yo estaba preocupado por ti. De veras – pasó su cuchillo por mi cara, sentí el frio acero correr por mi mejilla, no me lastimó, pero la adrenalina en mi sangre hacia que no me sintiera  cien por ciento cuerdo, y una risa nerviosa lo irritó. Y con su irritamiento a flor de piel, empezó a apretar el cuchillo, que era tan filoso y estaba tan limpio que veía en su reflejo una gota de sangre que caía por ahí. El dolor supero los límites de mi poca cordura y empecé a pedir que dejara de hacerlo. Sabía que rogar lo tranquilizaba y lo hacía sentir poderoso, alguna vez me dijo eso –bien, disculpa mi desvarío, como sabes a veces no puedo controlarme a mí mismo.  Como te decía, tu demora me llevo a hacer algunas modificaciones  a nuestro contrato hablado, necesito de tus servicios y no de tu dinero. Así que puedes devolver eso de donde lo sacaste. Vas a hacer una entrega, sabemos que nos vienen investigando hace un año, debe haber un topo entre nosotros- dijo observándome minuciosamente, como esperando a ver si yo era el topo –Así que mi amigo de aquí te va a decir que es lo que tienes que hacer.
-No lo hare- dije determinado –prometí a mi familia que ya no estaría involucrado de ninguna manera contigo o con esto de nuevo, me rehúso a ayudarte, toma el dinero y quedamos a mano, ese era el trato- el silencio era tan perturbador que no me animaba a romperlo con ninguna palabra más, me había olvidado de su cuchillo, lo recordé cuando tomo mi brazo y lo empezó a cortar lentamente, primero uno, luego dos y así fueron diez cortes, veía como disfrutaba haciéndolo pero no me doblegue no lo haría de verdad quería cambiar, no grite a pesar del insoportable dolor. El decimo corte  fue el peor, los primeros fueron en paralelo, el ultimo atravesó a los anteriores perpendicularmente. A esas alturas mi brazo estaba bañado en sangre.
-Jamás fuiste tan determinado al hablar, me sorprendes cada vez más, pero sabemos que esta situación no es la última, vas a volver como lo hiciste la vez anterior y la anterior y las anteriores a esas. Llévate tu bolsa, tu deuda conmigo esta saldada ¿sabes por qué? Porque a un cliente se le puede perdonar una falta dos no. Piensa en esto mi querido Doriam, nadie comete el mismo error tres veces, la tercera se llama decisión.  Sáquenlo de mi vista. Y cuando vuelvas estaré aquí en el mismo lugar esperando con las cosas que te gustan.
Cuando me empujaron a fuera de ese antro, subí al auto de Kath busque con que detener la sangre solo encontré una bolsa de toallas femeninas, no tenia mas opción me dirigí urgente al hospital, el doctor que me atendió  dijo que había perdido una cantidad considerable de sangre pero no la suficiente como para desmayarme. Me vendaron el brazo, esterilizaron antes la herida. Cuando me preguntaron que me había pasado solo me mantuve en silencio, pues se que hay vergüenzas que deben mantenerse en secreto del mundo.
Podía moverlo y conducir tranquilamente, cuando papá me vio con el dinero salió preocupado y se lo conté todo, no me creyó, lo vi en sus ojos. Antes de ir a casa compre una remera para no mostrar mis heridas. Me acosté a dormir, mañana debo ir a trabajar con papá.
Este jueves es distinto, mañana es la despedida de Marcus. En el ambiente hay una pesadez que me preocupa como si cosas malas fueran a pasar, es esa sensación de Dejavú que alarma, que me hace sentir como si una pesada sobra tenebrosa se estuviera acomodando en mis hombros. Estoy desganado, no me quiero levantar y a pesar que son las 6:30 de la mañana no puedo seguir durmiendo, así que me siento al borde de la cama y observo un zapato que aparece debajo de mi placar, como llego allí no lo sé, solo sé que solo veo la punta, tal vez así me ve papá, como un zapato que apenas aparece. Debe creer que solo muestro lo que me conviene.
Esta vez no es así.
Me vestí con el traje que papá me obliga a llevar a la oficina, no quería usar los zapatos que estaban ocultos así que saque los de Tom, estaban mejores cuidados que los míos y eran más cómodos. Me peine en frente del espejo en el ante baño, lave mis dientes, mi cara y metí la cabeza en el lavabo un buen rato. Cuando baje mamá estaba sentada al lado de la ventana mirando a fuera. Aun la noche no se había esparcido del todo y los primeros rayos de luz de la mañana empezaban a aparecer en el cielo. Estaba nublado, eso sentía. Podía observar en su expresión que no había sido una buena noche, su barriga prominente estaba tan rígida que me sorprendió cuando la toque, me explico que a veces Leo no la dejaba dormir. Me sirvió café que había estado preparando para cuando papá saliera de bañarse. Anoche ente tantos vaivenes no pudo con el cansancio y se durmió sin bañarse. Ya eran las 7 de la mañana cuando salimos al trabajo con papá, abrace a mamá antes de irme y hasta yo me sorprendí por eso. Durante el camino no hablamos. Papá se veía cansado.
Al medio día nos desocupamos, papá me había hecho trabajar como nunca, no iba a doblegarme por un poco de trabajo duro. Me dio la tarde libre así que volví a casa, Brai no fue a la escuela así que lo encontré en casa, mamá dormía y el practicaba remates con su pelota de vóley. Decidí ayudarlo y hacerle unos pases, me conto que a las seis de la tarde tenía un partido que jugar, y me propuse a llevarlo. Le dijimos a mamá lo que haríamos y le pedimos a Kath si podía cuidarla hasta que llegara papá, serian solo unos minutos, ella accedió.
Cuando salimos pasamos por casa de Nat, ella estaba perfecta como siempre, se sentó a mi lado me dio un golpe en el brazo y lo recompenso con un beso como hace mucho no lo había hecho, Brai no dudo en mostrar su incomodidad y solo nos limitamos a reír, el también sonrió, me abrazo por el cuello desde atrás -quiero y vamos a ganar este partido y tu lloraras porque tu hermano tendrá un campeonato antes que tu- me dijo riendo.
Nat saco su celular y nos tomo una foto en ese momento había una luz especial en nuestras sonrisas.
Cuando llegamos al playón donde jugarían, me sorprendí al ver tantos equipos, reconocía a varios porque en mis años anteriores había jugado con Marcus, el vóley fue lo que nos unió. Nat nos saco fotos, los tres juntos, solo a Brai con su equipo y a mí con ella, jamás lo veía sonreír  tanto, era completamente otra persona.
Cuando los proclamaron campeones, corrí a abrazarlo me correspondió como nunca lo había hecho -te lo dije- me dijo al borde de las lagrimas –ahora iremos a la capital para el torneo nacional- entre festejos y la alegría siento la pesadez de que algo malo va a pasar, al parecer Nat lo notó porque me agarro fuerte del brazo para traerme de nuevo a la realidad, solo sonreí y nos unimos al festejo. Por un momento su sonrisa disipo todas las sombras que me cubren.
Ya era de noche cuando dejamos a Nat en su casa.
-Mañana es la despedida de soltero de Marcus, no puedes ir, pero como todo terminara temprano vendré a buscarte e iremos al lugar que quieras  ¿Qué opinas?- dije
-Claro- dijo sonriendo, sonrisa perfecta –me lo debes, podríamos luego festejar con Marcus los tres, al fin y al cabo es mi mejor amigo también- y así era con Nat nos conocimos gracias a él.
-Me parece perfecto-
Eran casi las doce de la noche cuando llegamos a casa. Antes de que bajara del auto abrace a Brai y lo felicite por el logro, no quería soltarlo pero finalmente lo hice, el entro a casa mientras dejaba el auto en la cochera. Sentía la mirada de alguien clavada en mi nuca, salí a inspeccionar por cualquier cosa y no había nadie. Era raro, ya era tarde y papá aun no se había acostado, estaba sonriendo, cosas que no hacia frecuentemente, y mamá cocinaba Lasaña mientras hablaba con Kath.
-¿Vamos a celebrar el campeonato de Brai? De saber eso traía algo para el brindis- le dije a papá. Estrepitosamente Brai grito mi nombre desde el segundo piso
-Ve, ¿qué esperas?- me dijo papá. Corrí escaleras arriba y estaba el abrazándolo mientras lloraba en sus brazos. Cuando lo vi, las sombras que me molestaron durante todo el día desaparecieron, se encendieron las luces de la alegría que erradicaron la idea de que lo que sentía podía ser la misma muerte que me acechaba.  Era Tom.
Habían regresado junto a su escuadrón por unas horas, y él decidió vernos. Ahora entiendo porque estaba aquí  Kath. La noche no se dio cuenta cuando el día estaba asomándose. Era tarde, papá no iba a trabajar por ende yo tampoco, Brai no iría a la escuela de nuevo, mamá no sentía ningún malestar, yo me sentía feliz, Nat llego diez minutos después que yo, ella lo sabia Kath se lo había dicho.
Cuando se fue, mamá no contuvo las lágrimas, ninguno lo hizo. El miedo de no verlo de nuevo nos espantaba cada vez que nos despedíamos.
Antes de irse Tom y yo hablamos. No recuerdo que fue lo que me dijo, pero aun siento la luz en sus palabras que dispersaron la oscuridad en mi interior. Jamás creí que los miedos fueran tan cobardes y se alejaran con simples palabras cariño.
Dormimos apenas unas horas. Al levantarme lleve a Nat a su casa, Kath durmió en el cuarto de Tom siempre que venía lo hacía. Brai aun dormía. Cuando llegamos a lo de Nat me abrazó, yo estaba parado al lado del auto y lleve su espalda junto a él, apoye mis manos en su cintura y la apreté a mi cuerpo, su calidez era éxtasis para mí en cualquier momento, sus besos tranquilizantes y dulces me liberaban de las cosas que pasaron. Ya terminaba la semana y ella hacía que eso sea fantástico, quedamos en que me esperaría a las once de la noche en la salida de Botton Place, el bar donde seria la despedida de Marcus y le dije que sí.
Cuando regrese a casa mamá había preparado el almuerzo, papá y Brai estaban armando un avión de esos que vienen en las revistas semanales con piezas para mejoras, nos sentamos y mamá pidió rezar, baje mi cabeza por respeto, no creo en esas cosas, sin embargo la respeto más a ella que a mis propios prejuicios.
-Gracias por cada una de las cosas que me dejaste vivir y por las que me darás. Gracias Señor por mis hijos y por guardar sus vidas cada día, has escuchado mis ruegos y has cuidado de mi amado Tom- empezó a llorar –Gracias por esta vida nueva que me das, vamos a amar a Benji, como ame y aún amo a mis hijos. Sé que tienes muchas cosas preparadas para nosotros. Gracias por todo lo que nos diste y nos das. Gracias por la esperanza. Te amamos Señor. Amén
Comimos como si la vida no importara, como si las simples cosas fueran el motivo de mayor felicidad en nuestras vida, ver reír a mamá me llenaba de luz, ver a Brai riendo me llevaba paz pero que papá me abrazara después de cuatro años me llenó de vida, sabía que jamás volveríamos a pelear de nuevo.
Esa tarde lleve a Brai a caminar por el parque  y llevamos a Taitan nuestro Beagle, los veía mientras jugaban hasta que sus manos me taparon los ojos, esa fragancia inconfundible y su risa a tono exacto con mis tímpanos. La besé, y comenzamos a caminar de la mano mientras Brai jugaba con unos amigos. Me habló de sus planes para el fin de semana que estaba avecinándonos, quedamos en que esta noche seria inolvidable para los tres Marcus, ella y yo.
Después de la plaza caminamos hasta la heladería que está cerca de casa, Nat se había ido al doctor, algo que yo no sabía la llevaba de vez en cuando.
Brai y su típico sabor a limón, nos sentamos a mirar pasar el tren que siempre pasa a la misma hora. Lo emocionaba mirar a la gente que iba en el tren, me sorprende la capacidad que tiene para crear historias con solo verlos, eso lo hace feliz, aunque no se le note en la cara, no sé porque, no importaba mientras estuviera conmigo.
Llegamos a casa aproximadamente a las ocho de la noche. Me cambie, pedí el auto a mamá y luego de bañarme y cambiarme de ropa, salí directo a Botton Place.




INCIDENTE
Tuve que escribirle a Nat para que la cita se postergara hasta las dos de la mañana, la fiesta apenas comenzaba a las 23 horas.
Lo mejor de toda la fiesta fue ver a mis compañeros de la universidad y algunos de la secundaria, compartir viejos momentos contados por ellos me ponía de muy buen humor, sentía que las cosas con Marcus siempre habían ido bien, pese a mi percance. La noche se volvió fantástica y luego la sorpresa, habían pagado a Linda Hudson para que bailara un Streep dance para Marcus. Fue una de las bromas que más lo avergonzaron, Linda que en nuestra época de universitarios había sido la más linda de nuestras profesoras ayudantes de cátedra, fue quien le quito la castidad al puro de Marcus. No entendía cómo es que había cedido para algo como esto. Allí estaba y Marcus moría de la vergüenza.
La parte más emocionante estuvo por parte de Joe, la nostalgia de saber la vida dura que llevaba Marcus desde que su mamá murió nos conmovió, no sé si culpar por nuestras lágrimas a la historia o el hecho que el alcohol ya nos estaba surtiendo efecto.
A las tres nos fuimos, la noche prometía mejorar con cada minuto transcurrido. A fuera Nat nos esperaba en el auto con una sonrisa llena de picardía pues sabía que nuestro estado no era muy prometedor. Fuimos a un pub bailable, donde prometimos no tomar más alcohol, solo cenar algo y bailar. Disfrutar era el plan principal.
Marcus estaba muy feliz al fin y al cabo esta noche seria su fiesta de bodas.
BRAI
Con papá nos quedamos todo el día armando estas naves de madera que venían en el artículo que salía semanalmente en mi revista favorita. El día anterior había sido el mejor de muchos, habíamos ganado el partido final y clasificamos a las nacionales del intercolegial de vóley. Había visto a Tom, que lo note un poco más grande, es lo normal pues paso mucho tiempo desde la última vez que lo veía.
Papá estaba dormido y mamá también, los últimos días que pasamos con Doriam fueron muy agradables, pensé que no me tenía en cuenta en cuanto a sus planes, en general creí que no le importaba, pero en el parque me dijo que estaba muy orgulloso de la persona en la que me estaba convirtiendo. Eso me gusto mucho, lo note que lo decía en serio cuando me llevo a la heladería y fuimos a ver el tren. Sabe que eso me encanta.
Ahora me toca dormir, pero por alguna extraña razón, puedo sentir que algo pasará. Leí hasta el cansancio, pero el sueño no llega.
Mañana no hay clases así que podre dormir hasta el mediodía. No puedo dormir. Decidí dejar mis aviones y naves de guerra en la habitación de Tom, serian mi regalo para cuando llegara la próxima vez. Le escribí una carta y la deje en uno de los aviones, así no tenía que pasar la vergüenza de decirle cuanto lo quiero. Deje un auto debajo de la cama de Doriam, no le deje cartas solo el auto.
Me sentía nervioso, pues mamá pronto daría a luz a Benji, yo estoy ansioso por verlo nacer, pero según ella aun falta un poco creo que me dijo que dos semanas, supongo que eso es relativo las madres de algunos de mis compañeros tenían sus hijos antes de tiempo.
Eran las cinco treinta de la mañana cuando la escuche gritar, corrí hasta su habitación para ver que sucedía aun no podía dormir y su grito me había asustado mucho. Veía a papá correr de un lado a otro recolectando cosas. Entonces mamá en la desesperación me dijo que juntara ciertas cosas en su bolso. No debía repetirlo dos veces, con papá habíamos practicado muchas veces en caso que esta situación se presentara. Cargamos todo en el auto, papá era un hombre grande y fuerte, así que mientras yo cargaba los bolsos, el llevó a mamá.
Salimos a toda prisa. Mamá gritaba cada vez con más dolor.
DORIAM
Cuando fueron las cinco de la mañana decidimos que las energías ya no eran las mismas, el entusiasmo se mantenía presente pero el cuerpo no lo entendía, necesitaba descansar así que apuntamos el regreso a casa.
Marcus estaba muy ebrio y yo sabía que su futura esposa lo mataría por eso, y a mí también por dejarlo regresar en ese estado, por llevarlo en ese estado.
Decidí que estaba en condiciones para poder manejar y se lo hice saber a Nat. Ella cedió a pesar de no haber tomado alcohol, decía que no había problema, de repente siento unas terribles ganas de orinar, el exceso de líquido me lleva inmediatamente al baño donde mis fluidos se van, pero mi suerte no estaba de mi parte. Lo supe cuando vi a Jeremías y sus dos matones entrar antes de pudiera salir.
-Mira, para serte sincero, te eh echado de menos- dijo sonriendo –quería que regresaras. Corrijo. Quiero que regreses- movió la cabeza en señal de orden a sus dos matones quienes me sujetaron de los brazos. Cuando intente gritar me dio de lleno en la boca del estomago. Me faltaba el aire y las fuerzas, ataron una banda de goma sobre mi brazo izquierdo y me inyectaron –veras, esto es uno de los regalos que salen mañana en nuestros puntos, se que lo vas a disfrutar, y vas a venir por más. Ahora ve y saluda a esa nena que tienes por novia- Camine hasta el auto, aun no había efectos de eso en mi organismo, cualquier cosa podía pasar.
Ordene a Nat que subiera, me miro confusa y obedeció, vi que habían empezado a seguirme así que acelere hasta que los perdimos, nos embistió dos veces, en la segunda volcaron por alguna razón, tomamos la autopista que nos llevaba a casa luego un desvió donde el transito era mínimo, el mismo nos llevaba directo a casa, Nat gritaba desesperada por la velocidad que llevaba. Marcus dormía su estado era lamentable.
De repente, en una curva una luz me cegó, fue un duro impacto.
BRAI
Siempre admire a papá por su forma de conducir, por lo responsable que era. Él es todo lo que quiero ser. También quiero ser como Tom, alto fuerte y amable. Doriam sin embargo no tenía muchos puntos que admirara, salvo su cariño, a pesar de parecer frio y duro era muy amable. Creo que eso es lo que más me agrada de su forma de ser.
Papá hacía rato que había superado el límite de velocidad, mamá aun gritaba de dolor, el miedo que yo tenía no debía ser demostrado, debía ser un sostén más para papá que para mamá si llegaban a necesitar algo en el hospital yo debería ir.
Tenía miedo, pero no me iba a doblegar.
Cuando giramos en una curva, pronto para llegar a la avenida que nos llevaba directo al hospital deje de ver, una luz me cegó y fue el principio de un horror que no podría contar.
NATALIE
Cuando regreso del baño lo vi diferente, sabía que algo andaba mal, no quería admitir pero lo confirme cuando me ordeno subir al auto y decidió manejar. Comenzó a acelerar de una manera espantosa y pese a que Marcus y yo tratamos de persuadirlo que se detuviera, no lo hizo.
Estaba como en un trance, y yo sabía que es lo que lo había producido, sabía que era Jere quien lo había interceptado en el baño. Algo debió de haber comprado, no quería aceptarlo pero sé que volvió a caer.
Cuando llegamos al camino de su casa, ya habíamos golpeado una docena de vehículos que estaban estacionados, pero en una curva, dijo haber visto una luz que lo enceguecía. La verdad allí no había nada. Pero no escuchaba. Volanteó y el auto empezó a dar giros, por suerte teníamos los cinturones, volvió a tomar el volante y siguió conduciendo, estaba perdido, no tenia control sobre su cuerpo, en la siguiente curva un auto que venía a gran velocidad nos cegó.
Quiso maniobrar. Pero ya era demasiado tarde.
Desperté varios minutos más tarde, mi abdomen estaba muy apretado por el auto y no sentía prácticamente nada desde mis piernas para abajo, gritar me era imposible, golpeaba con fuerzas por si alguien me escuchaba, era inútil no había nadie, solo escuchaba el llanto de un niño y los gritos de Doriam.
BRAI
En el pequeño instante en el que sucedió todo, antes que sucediera lo que no podíamos evitar, solo pude gritar a mamá, cuando papá estiro el brazo y me sujeto del pecho, por primera vez lo vi llorar. No sabía que sería la última vez que lo vería vivo.
DORIAM
Estoy muy confundido, me duelen las piernas y todo el cuerpo, más las piernas que cualquier otra parte del cuerpo.
Cuando pude pararme no pude moverme tan fácilmente, recordé a Marcus y a Nat. La desesperación corría como adrenalina por mi cuerpo. Nada bueno podía resultar de un desastre así. Había una extraña sensación en mi cabeza como si hubiese visto algo familiar, pero al ver a Marcus tendido en el pavimento que emanaba vapor, se fue en un instante. Me acerqué corriendo y lo tome en mis brazos, aun respiraba. Había un brazo que no estaba y cuando lo moví, me miró. Estaba como ausente, sonrió y me dijo –En esos campos, los colores de los tulipanes son increíbles, ¿no mamá?- deliraba
-No me dejes Marcus, no de esta forma- fue lo único que pude decirle. Su mirada absorbió las estrellas de esa noche. Y no volvió a despertar. Mi llanto no duro en llegar.
-¡AYUDAAAA!- fue lo primero que lo escuche decir. Su voz gruesa era inconfundible pero jamás lo había escuchado de esa forma, era papá. Jamás la desesperación me había llevado a un límite irracional de no hacer nada. Cuando volví en sí, corrí como pude hasta él.
Lo encontré abrazando el cuerpo inmóvil de Brai, llorando como nunca antes lo había visto. Tenía una pierna menos, el dolor no lo molestaba. Era un dolor mucho peor lo que lo mantenía cuerdo. Me miro a los ojos y vi su asombro, de pronto su mirada se volvió enojo y me ordeno ver a mamá.
Mamá permanecía inmóvil tendida sobre el pavimento, papá se arrastró con sus últimas fuerzas llorando, me pidió que llevara a Brai. Cuando lo levante sentí la liviandad de su cuerpo que se deslizaba como una hoja mecida por el viento sobre mis brazos. Su vida pasó frente a mí. Sabía que lo iba a perder.
Cuando lo lleve hasta papá, lo deje al lado del cuerpo de mamá, papá me agarró por el cuello me abofeteó y me gritó como cuando era niño, me dejo entrever que la culpa de todo era mía. Entonces los dejé a su suerte, la verdad me había vuelto un cobarde. La verdad mostro mi verdadera forma de ser, mostró tal cual era y a pesar de no haber sido intencional mi culpa los había matado y dejado solos directo a la muerte.
El estado de Marcus era peor. Logré ver, mientras pude, una de sus piernas en el asfalto su cuerpo yacía a unos cuarenta metros del auto, Nat se dirigía hacia mi caminando con sus heridas corrí como pude hasta que pude abrazarla -¿Qué sucedió?- dijo llorando
-Marcus ya no está- dije a penas sollozando, la abrace con más fuerza y el impacto consiguiente me dejo solo la imagen de una mujer gritando desesperada mientras observaba a Nat tirada a la orilla de la carretera dando arcadas y haciendo su mayor esfuerzo por respirar, en cada bocanada de aire yo seguía sufriendo por el estado de la mujer que amaba y por haber llevado la vida de aquellos que lo eran todo para mí.
BRAI
No me puedo mover, quiero hacerlo pero no puedo. Escucho a mamá gritar y a una mujer hablando con ella. Tal vez esto sea una de esas pesadillas en las que el cuerpo se queda inmóvil y solo después de un momento te puedes recuperar. Pero aun tengo mucho sueño y solo veo luces verdes, azules y rojas, no puedo mover mi cabeza ni hablar, esto es muy feo. No me gusta escuchar así a mamá.
Todo mi cuerpo duele. Quiero llorar. Pero no puedo.
DORIAM
Por mi cuerpo corre la electricidad que no me ayuda en nada lo que me pasa. Empiezo a vomitar, y no puedo  detenerme. Un enfermero me lleva hasta la ambulancia, es poco lo que puedo ver, escucho a mamá gritar, llanto y caos. Escucho que alguien murió, algo me dice que es Brai, grito para poder verlo, pero todo empieza a volverse oscuro. Creo que el cadáver que va a mi lado es el de Papá.
BRAI
La luz blanca aquí no me deja abrir los ojos, la pesadilla no termina, aún no me puedo mover, tengo hambre.
Cuando lo veo dormido en mis piernas, me gana la desesperación por hablar con él y abrazarlo, pero no puedo, es enfermiza la desesperación por hacerlo. Entonces vuelve el sueño, y me empiezo a dormir, no sé porque pero todas las cosas buenas que me pasaron estos día se vuelven vagos recuerdos que desaparecen uno a uno con el transcurso de los minutos.
Cierro los ojos y escucho la puerta abrirse, estoy seguro que la que habla es Kath. El sueño se vuelve tan pesado que no los puedo escuchar claramente. ¿Qué significa que me quieren desconectar?
Escucho a Tom hablándome, esta vez lo escucho claramente, su voz alivia un poco el dolor en mi cuerpo. No sé muy bien si abrí los ojos o puedo verlo por una inexplicable razón, pero hace unos días atrás un hombre entro a mi habitación y decía que mi estado era muy delicado, que solo soy un gasto para el hospital que si Tom no accedía por las buenas iban a tomar medidas legales. Estoy consciente de todo lo que pasa a mí alrededor, pero no de lo que me pasa a mí. Muero de rabia. Dormir es lo único que puedo hacer bien. Algo me dice que esta vez será mi última vez.
TOM
Estoy acostumbrado a perder camaradas en el campo, es normal en zona de guerra. Al menos es una tranquilidad que mi familia este lejos de aquí. En la base ya con nuestro equipo, celebramos el regreso con vida nuevamente del campo de batalla.
-Tom- me dice uno de mis compañeros –Te llaman desde el centro de control- lanzo los dados y llego con una sonrisa por haber obtenido ese siete.
-¡Señor!- digo en pose de presentación llevando mi mano a la frente.
-Capitán, se solicita una baja de sus servicios por parte de la base central en nuestro país. Y debe tomar el primer vuelo directo a nuestro país.
-No lo entiendo señor ¿hice algo malo? ¿Voy a ser degradado?- es muy grande mi desconcierto.
- Lo siento capitán, pero nada nos fue informado. Solo nos limitamos a darle la información, las causas escapan de nuestras manos- no lo entiendo
-A la orden general- me retiro y tomo el primer vuelo. Llamo a Kath y me cuenta lo que jamás podría haber imaginado. Me cubro de acero para que nadie vea mi dolor, es imposible que mamá y papá hayan muerto.
Cuando decidí desconectar a Brai, la vida y mis ganas de vivir se fueron con él. Su fuerte abrazo la última vez que lo vi me ata a la ilusión de que puedo volver a sentirlo otra vez, pero los doctores me dijeron que sería imposible. Dejarlo ir es matar una parte de mí que jamás recuperaría. Ya no había motivos para seguir con vida, siempre salve vidas de desconocidos en la guerra, pero la vida de él no la podría salvar con ninguna arma, no existieron milagros que lo trajeran, mamá se aferraba a supersticiones. Eso ni siquiera funcionaria con Brai.
Hoy llevare su cuerpo al monumento donde pusieron a mis padres. El cuerpo de Marcus está muy cerca del de donde están los restos de las personas que jamás volveré a ver.











Capitulo XV
SOLEDAD
Aún no entiendo qué pasó con Taitan. Estoy seguro que él no murió en el accidente, supongo que ya está muerto desde hace tiempo, yo no podría haberlo cuidado. Kath no lo tiene en su casa ella tiene otros perros, ella lo sabe todo, tal vez deba preguntarle qué pasó con él, es el único recuerdo vivo que puede mostrarme a Brai en su felicidad al verme, en el caso que estuviese vivo.
Cuando llegue a su casa salió apresurada a verme, la entiendo soy como un niño que necesita de cuidados extremos.
-¿Que vas a hacer ahora?- me pregunta con mucha preocupación -espero que no te vayas a ir de casa. Doriam cada año sucede lo mismo y a pesar de eso nunca sabemos cómo podremos ayudarte.
-¿Sabemos? Solo tú has intentado ayudarme por lo que veo, tu y Natalie, nadie más. Pero no es sobre esto lo que quiero hablar. Quiero que me digas qué pasó con Taitan.
-Creo que deberías pasar a casa hay cosas que debo contarte- entramos y su casa estaba regada de juguetes de niños en la sala de estar, pero no había ningún niño. Nos sentamos y me ofreció agua, no me negué tenía mucha sed la noche anterior había tomado las botellas de licores que papá tenía en su despacho lo mejor de esa noche es que el me acompañó a beberlas.
-Tom regresó al día siguiente del accidente- lanzó un bufido de frustración al aire como si estuviera molesta, - Doriam cada año hablamos de esto, sucede entre una y dos veces por año. En fin, tus padres, al igual que Marcus, murieron en el accidente. Natalie permaneció internada casi un año, sufrió muchos daños en el accidente. En cuanto a Brai…- hizo una pausa y tragó saliva vi sus ojos enrojecerse y mirar a otro lado que su visión no me percibiera -estuvo nueve meses en coma, nueve meses en los que Tom estuvo en su habitación sin saber y ni siquiera importarle sobre ti. Te odiaba y te odia aún Dor, eso lo sabes, te va a culpar toda la vida por lo que le quitaste.
     >> Fueron los nueve meses más difíciles que viví. Que vivió Tom. Y así mantuvo su ilusión despierta con la esperanza puesta en esas máquinas que mantenían a Brai vivo, el me juraba que sentía que Brai nos escuchaba. Decía que lo sentía. Pero los médicos nos dijeron que no había remedio ni curas para lo que le pasaba, en el octavo mes Tom se resigno a que Brai tenía el deber de dejarnos- note rabia en su mirada -¿cómo pudiste dejar a tu hermano tal responsabilidad Doriam?-
-No entiendo- dije contrariado -¿De qué hablas?
-Tú hiciste que Tom asesinara a su hermano menor- dijo llorando mientras arrojaba una taza al aire y estampando la misma en la pared. Hecha añicos. Destruida y en cada pedazo gotas de café frío, como el dolor que siento cada vez más y más -eso fue peor que perder a tus padres. Ellos ya habían vivido, Brai tenía muchos años por vivir aún y quedaron todos ellos en una carretera por tu culpa...-
“No tiene porque ser tan cruel, no vine para que me dijera lo que ya se” pensar en una situación así es en vano, pero creo que ella debe sacar las cosas que tiene guardadas después de todo ella también adoraba a Brai.
-Doriam. Yo me encargué día a día de alimentar a Taitan, pero a medida que transcurrían los días se negaba a comer, lo extrañaba eso no lo dudo y así se debilitó. Cuándo Tom decidió desconectar a Brai, el día anterior a la fecha programada, yo fui por Taitan lo lleve a que se despidiera de Brai, fue ahí cuando recuperó su alegría. Así como si nada. De un momento para otro se convirtió en el perro fuerte y vivaz que siempre fue. Luego comenzó a llorar subió a la cama junto a Brai y allí se quedó. Estuvo reposado un largo rato, pero no volvió a despertar. Se fue con Brai ese día. Al menos más allá de la muerte estarían juntos- me miró y yo aparte mi mirada.
-Gracias… creo… solo necesitaba saber eso- me levanté y me fui ella echó a llorar detrás de mí.
Cuando estuve abriendo el portón para salir, la escuché gritar desde adentro -Hay algo más que debo decirte, aunque debo ser sincera contigo Dor, de los años que venimos pasando por las mismas cosas jamás te lo había dicho antes. La verdad es que debo decirte un par de cosas más no sé cómo empezar-
-¿Que puede ser peor que todo esto Katherine? ¿De verdad me lo dices? Por favor se directa ya sé cómo lidiar con todo, creo-
-Tienes razón. Dorian en el accidente…- miraba al suelo como con miedo sin querer decir lo que quisiera decir, lo que iba a decirme. En ese momento los frenos del auto en la entrada nos distrajo y ella quedó rígida en su lugar. Del auto bajo Tom que la saludo con un desconcertante “hola mi amor” rodeó el auto y sacó del lado trasero a un niño. En mi mente solo cabía una conclusión era hijo de ellos. “Kathy” dijo el niño corriendo a sus brazos, yo ya había abierto la puerta. Tom me miró y se quedó quieto en su lugar
-¿Qué haces aquí?- ni siquiera un “hola ¿qué haces aquí?” su tono era frío y hostil.
-De esto te quería hablar, Tom y yo somos pareja desde hace cinco años. El es Beni y…-
-¡Ya déjalo ahí Katherine!- dijo Tom pasando por mi lado evitando siquiera rozarme
-Ya no Tom- dijo con una voz suave.
La cara de Tom se desfiguró al mirarme, pensé que me atacaría de nuevo pero esta vez yo quería que lo hiciera, si es que eso lo hacía sentir mejor o bien. Beni habló y Tom se transformó en una persona diferente, alguien bueno.
-Doriam, Beni es tu hermano- imposible, estoy seguro que eso es imposible, mi cara tal vez lo reveló e inmediatamente ella me dio la explicación de todo -tú madre ya estaba con trabajo de parto cuando fue el accidente, sus últimas fuerzas las utilizó para dar a luz, eso nos dijeron los paramédicos- empecé a ver una razón para quedarme aquí con ellos y no contemplar el suicidio como la mejor opción Beni cambiaba todas las cosas. Cuando quise levantarlo y ver que era muy parecido a Brai no podía contenerme para llorar, entonces Tom puso sus manos sobre mi pecho y me llevo a fuera de la casa.
-No importa que es lo que hayas recordado, lo que hiciste no va a cambiar por eso, no creas que vas a poder venir a ver a Beni cuando quieras, mi tarea es mantenerlo siempre lejos de ti. ¿Está claro?- volteo y miró a Katherine,
-¿ya le dijiste lo de Natalie?- dijo.
-No- dijo mirando abajo.
-Escúchame pedazo de idiota, ¿qué crees que pasó en ese accidente? No solo mataste a tu amigo y a tus padres…- entonces entendí lo que dijo Kath yo no había matado a Brai, esa tarea se lo había dejado a él y sabía que era así -Natalie también murió por ese accidente. Pero ahí estás soñando todo el tiempo. Vete no vuelvas más.
Decidí salir e irme a casa. Todo el dolor se había multiplicado y aunque saber que Beni estaba vivo y fuerte era mínimo lo que restaba a todo el dolor que sentía.
No había nada más que hacer.
Entre a casa y ordene mi habitación, la cocina estaba limpia, las salas estaban ordenadas, el despacho de papá estaba prolijo como siempre lo dejaba mamá, entre a la habitación y lo encontré jugando con sus aviones y navíos a escala.
-No deberías estar aquí- le dije.
-Es mi habitación ¿por qué no debería estar aquí? Tú tendrías que golpear antes de entrar.
Mamá entró. Papá también. Yo salí. Aún no entiendo el porqué es que los veo.
En mi habitación el caos era molesto. La ordené. Tom tiene su familia, yo perdí a la mujer que amaba, perdí a todos.
No quiero ser derrotista pero más allá de Beni ¿por quién voy a pelear? Yo no valgo nada, por mi no lucharía nunca.
La soledad me sedujo con los recuerdos de las personas que amo. Aún lo hace, por una parte le agradezco porque disfrazó mi dolor con memorias, pero me aparto de la realidad que aún siendo dolorosa necesitaba conocerla. Y ya no hay más porque quedarme. Brai entró a mi habitación y trajo consigo aquello que había buscado, mamá animosa me dio permiso para beberlo y papá me miraba de lejos con ese desagrado común de aquellos días que fueron el inicio del infierno en mi vida, mejor dicho en la vida de ellos.
Así que no lo dudo más, lo bebo sin titubear, sin pensarlo demasiado. Su aroma me descompone pero no voy a dejar que eso me detenga, un vaso de vidrio que se aligera con cada sorbo, las caricias de mamá sobre mi rostro, la risa de Brai mientras me abraza y la mirada triste de papá a lo lejos en el marco de la puerta y la voz de Nat que sube por las escaleras.
Todo me desconcierta.
Desplomado sobre mi cama observo a las cosas en mi buró, una lapicera, un cuaderno los cuadros con las fotos que más amo. Aquellas que me hacían dormir en las noches en las que divagaba fuera de mí mismo.
De a poco la cordura empieza a desaparecer con mi visión, escucho a la soledad reírse de mis desgracias, me entrego a los brazos frágiles y fríos de la muerte, quien me lleva a dormir con un simple y poco cálido beso de buenas noches eternas.
FIN

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⏰ Última actualización: Mar 10, 2017 ⏰

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