Suerte líquida

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Severus,en la soledad de su cuarto, se remangó el antebrazo izquierdo para observar su marca de mortífago. Lucius Malfoy, Avery y Mulciber, los pocos amigos que él había tenido en Hogwarts, lo habían animado a formar parte del círculo del Señor Tenebroso. Y al principio, la obtención de esa marca, que significaba la pertenencia a ese grupo,había hecho que Severus se sintiera fuerte, poderoso y útil. Los muggles sentían envidia de los magos, y la mezcla entre ambas clases no daba resultado. Eso creía él ; lo ocurrido en el seno de su familia se lo demostraba : su padre muggle había golpeado sin piedad a su madre bruja...

Sin embargo, al regresar a casa después de las reuniones y de las misiones de mortífago, Severus se sentía vacío. Ese trabajo le mantenía la cabeza ocupada, pero cuando regresaba a casa, se tumbaba en un sillón, apático y sintiéndose profundamente solo.

Recordando algo, el joven se levantó de un salto y fue a echar un vistazo a un caldero que había dejado a fuego lento. Comprobó que la poción ya estaba lista. Felix Felicis, suerte líquida. Era una poción que requería mucho tiempo de elaboración, pero finalmente, ya la tenía.Eso era lo que necesitaba él : un golpe de suerte. Al día siguiente la tomaría. Y a ver qué pasaba.


Nada más levantarse, Severus bebió unas gotas de Felix Felicis. Simplemente con eso, sintió que una fuerza positiva surgía en él.Pocos minutos más tarde, una lechuza con una carta entró por la ventana de su habitación. Él cogió la misiva y la leyó.


Sev :

Esta tarde me gustaría ir al Callejón Diagon a comprar una túnica nueva. Si quieres acompañarme, ¿podríamos usar los polvos flu e ir desde tu casa?

Espero tu respuesta.

Un abrazo,


Lily.


A Severus le pareció buena idea y se apresuró en contestar:


Lily:

Estaré encantado de acompañarte y me parece muy buena idea usar los polvos flu e ir desde aquí.

Nos vemos esta tarde, te estaré esperando.

Besos,


Severus.


Ese día, Voldemort no requirió sus servicios,así que el joven se quedó en casa leyendo un viejo libro sobre Artes Oscuras y otro sobre Pociones. Se duchó y logró que su cabello quedase mucho menos grasiento que de costumbre. Él atribuyó ese efecto al poder del Felix Felicis.

Por la tarde, tal y como habían acordado, Lily llamó a la puerta.

-¿Quieres tomar algo antes de ir? -preguntó él.

-Ahora no, Sev. Muchas gracias -respondió ella-. Tal vez después.

-Me parece muy bien.

Se dirigieron a la chimenea y utilizaron los polvos flu para llegar a un establecimiento del Callejón Diagon. Lily se puso a mirar túnicas mientras Severus esperaba pacientemente. La chica se probó una de color granate y le preguntó a él cómo le quedaba.

-Te queda muy bien. Estás... -dudó, pero una fuerza interior lo impulsó a acabar la frase-. Estás muy guapa,Lily.

Ella sonrió.

-Gracias, qué amable -respondió ella.

-Es la verdad -logró decir Severus con una sonrisa.

La joven probó más túnicas, pero finalmente se decidió por aquella. A Severus le dio la sensación de que debería pagársela él, ese impulso brotó de dentro de sí, y cuando se acercaron al mostrador, se apresuró en sacar unas monedas. Lily lo miró con asombro, no obstante, no dijo nada hasta que hubieron salido de la tienda.

-He traído dinero -comentó entonces ella-.¿Creías que te pedía que me acompañases para que pagases tú? Yo no soy así.

-Ya lo sé, no es eso. Pero... quería hacerte un regalo.

-¿Un regalo por qué? -inquirió la chica.

-¿Acaso hace falta un motivo?

En cualquier otra ocasión, Severus se habría quedado sin saber qué decir. El Felix Felicis le proporcionaba la elocuencia que a él le faltaba.

-¿Te apetece ir a tomar una cerveza de mantequilla? -propuso él, ya que aun no era tarde.

Ella accedió. Entraron en un pub y se sentaron. Severus sentía que la poción era realmente eficaz. Por su parte, Lily no parecía deprimida. No había mencionado a James y parecía centrada en el aquí y ahora. Severus se preguntaba si eso seguiría siendo así todos los días o si las cosas estaban saliendo bien solamente por el efecto de la poción, pudiendo volver a la normalidad al día siguiente. Pero en aquel momento, no importaba. En el pub, Severus y Lily conectaron como no lo habían hecho desde hacía años.

El tiempo pasó rápidamente y se dieron cuenta de que ya era hora de cenar.

-Podemos buscar un sitio para cenar por aquí-propuso Lily-. Si quieres.

-Sí, claro.

Severus se extrañó de que fuera ella la que plantease la idea. Durante la cena, la conversación siguió siendo fluida y agradable. Nada de temas espinosos, nada de reproches por las Artes Oscuras y tampoco temas tristes. Se centraron en lo que los unía y no en sus diferencias. Finalmente, los dos jóvenes buscaron una chimenea y utilizaron los polvos flu para regresar. Llegaron a la vivienda de Severus sin dificultad.

-Bueno -dijo el joven-. Ahora te acompaño a casa.

Lily sonrió.

-Espera -repuso ella-. ¿Me quieres echar?¿Tienes prisa?

-No, no, para nada.

Severus se ruborizó ligeramente.

-Es que yo también tengo un regalo -afirmó Lily-. Lo he pasado muy mal; y gracias a ti no he estado sola. Sé que puedo contar contigo, Sev.

-Sí, por supuesto que puedes.

-Por eso...

Los dos jóvenes se miraron. Los ojos negros de Severus se clavaron en los verdes de Lily. Él se sentía como si estuviera hipnotizado; intuyendo lo que iba a pasar, y al mismo tiempo, antojándosele imposible. Sin saber por qué, como si estuviera obedeciendo las órdenes de alguien, se inclinó un poco(él era más alto que Lily) y ella aprovechó para besarlo en los labios. Severus llevaba una década guardando herméticamente ese deseo en su corazón.



La elección de Severus: Entre luz y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora