Capitulo 1
Año 2155
Después de la gran guerra todo era distinto, ya no se eregían gigantescos rascacielos ni se diseñaban potentes coches, al contrario, parecia que todo estaba muerto. Lo que en un lejano tiempo había sido una gran ciudad como Barcelona, ahora era un pequeño pueblo semi-fantasmal, con algún mensajero que pasaba por el lugar, por miedo a los salteadores de los caminos. Porque una cosa era cierta, y esque, de los pocos habitantes que se habían quedado a vivir allí, unos cuantos entraron a formar parte de una pequeña escuadrilla que defendía el pueblo de ladrones, animales salvajes y de las avanzadillas de otras poblaciones.En ese pueblo, rebautizado como Nuevo Barcelo, nací yo y pasado un tiempo pude acceder a las prubas para ingresar en lo que ya era todo un escuadrón de cincuenta hombres, todos bien armados y adiestrados para la defensa de lo que empezaba a parecer la ciudad dominante de la zona. Entre estos hombres estaba Antón Castro, mi padre, un mero soldado raso, pero que destacaba y que seguramente habría llegado a general de no ser porque una avanzada de Bergueda acabo con el pelotón en el que se encontraba, atacaron por la espalda, un grupo de francotiradores apostados en una colina los fusilaron sin contemplaciones. Desde ese día, comencé a tramar mi venganza contra la ciudad de Bergueda y todos sus habitantes, pasé con éxito las pruebas de ingreso en el ejercito y comencé la vida de soldado.Yo buscaba venganza pero no la obtendría hasta unos años más tarde, las primeras semanas fueron de puro entrenamiento, en todas las categorías y de todas las maneras, pero tras tan duro entrenamiento llego la hora de la verdad, yo y mi compañero de litera Luis estabamos nerviosos pero conocíamos la manera de actuar en esos casos, y esque nuestro campamento estaba siendo atacado por unos salteadores que no causaron demasiados problemas. La batalla no duró mucho, seríamos sesenta soldados contra cuarenta salteadores sin entrenamiento ni armamento adecuado, yo estaba en el pelotón de francotiradores y me cobre dos vidas esa noche, mi compañero Luis mató a cinco de esos desgraciados y nuestro ejercito obtubo munición y armas que vender, pero sufrimos dos bajas, dos buenos hombres que seguramente tenían familia e hijos, pero eso era la batalla, la calma de la batalla, el fragor, la sangre, el dolor y el dulce sabor de la victoria.
