Un paso, dos pasos, tres pasos antes de entrar y Kanya se detuvo. Los demás alumnos caminaban a sus costados rumbo a la puerta del instituto. Era su primer día y no podía esconder sus nervios.
Junto a sus padres se mudó recientemente a la ciudad por cuestiones de trabajo. Obviamente ella no quería, ya se habían establecido en su anterior lugar y tenía amigos a los que ahora extrañaba tanto. Pero no podía oponerse, lo que papá diga, eso se hará.
Exhaló profundo y se decidió a entrar. Ni bien dio diez pasos dentro, en los pasillos, cuando sintió decenas de miradas sobre ella. No es que no estuviera acostumbrada a eso, al contrario. Era realmente hermosa y halagos le sobraban, pero en ese momento sintió incomodidad. Y fue cuando cayó en cuenta que su belleza se había quedado en casa.
Iba con su cabello atado en una coleta y llevaba gafas algo grandes para ayudar a su vista que no se encontraba bien. Optó por ir así ya que no quería llamar la atención en su primer día de clases y sumando que no tenía ánimos para arreglarse como normalmente lo haría.
Tragó saliva apretó las correas de su mochila entre sus manos y continuó caminando ignorando las miradas y los susurros a su paso.
Al instante sintió un golpe en su espalda que la lanzó al suelo. Sus rodillas tocaron el piso primero y enseguida sus manos, las cuales retiró de las agarraderas de su mochila por instinto.
Risas burlonas se escucharon provenientes de chicos a sus espaldas y a esas le siguieron gritos de asombro.
—¡Mira por donde caminas! —bufó más que molesta poniéndose de pie.
Sacudió sus rodillas y se dispuso a tomar su mochila.
—Tú mira donde te detienes —respondió una voz masculina al instante que daba un puntapié a su mochila y la mandaba lejos del alcance de su mano que permanecía estirada.
—¡Oye! —levantó la vista y solo pudo observar la espalda del chico quien era solo un poco más alto que ella, le pasaba escasos dos o tres centímetros, e iba acompañado por otros tres.—. Esta me la pagaras —susurró frunciendo las cejas.
Al estar dentro del salón se presentó por orden del profesor en turno. Miró al frente a sus nuevos compañeros y en la fila de al fondo pudo reconocer la cabellera castaña y con tonos claros del chico de hace un momento. Se encontraba hablando con los otros tres sin prestar mínima atención al frente.
Menuda suerte
Pensó.
Soltó un suspiró y se encaminó a su asiento. Para su sorpresa le correspondía el asiento al lado derecho del chico. Rodó los ojos cansada de tanta mala suerte. Tomó asiento y se dispuso a escuchar la clase.
Las clases transcurrieron normales, nada diferente a su anterior escuela. Solo su compañero de al lado, que no dejaba de bromear con sus amigos.
Al llegar el receso todos los alumnos se encaminaron a la cafetería. Se formó en la fila con la bandeja y esperó su turno.
Ya servida su comida se dirigió a una de las mesas desocupadas. Observó al resto de los estudiantes divididos en casi todas las mesas en grupos de más de dos personas. Conversaban y reían.
Un nudo se formó en su garganta al recodar esos tiempos cuando hacía lo mismo con sus amigas.
Dio el primer bocado y mientras masticaba giró su vista a otro lado solo para toparse con el rostro sonriente del chico de en la mañana.
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ONE SHOTS
FanfictionEn éste álbum encontrarás historias cortas (de un solo capítulo) de varios artistas de Asia.