Sueño:FINAL

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Felicidad. Ese fue el sentimiento que envolvió el cuerpo de la joven karateca cuando despertó a causa de los rayos del sol. Había alcanzado sin duda alguna las puertas de la libertad en la noche anterior , desprendiéndose completamente de todas y cada una de las agotadoras preocupaciones que su corazón había tenido que soportar durante cinco largos años. Se giró en la cama sonriendo de oreja a oreja para observar a su amado ojiazul, quien todavía seguía dormido.

A Ran no se le había olvidado el importante detalle de tener que hablar con su detective del Este sobre la conversación que había tenido con el pequeño Takheru, su hijo, y el de ambos.

"Supongo que le alegrará saber que Takheru quiera conocerle". Pensó Ran con emoción. Luego, se levantó de la cama con la intención de ir al baño, teniendo en mente darse una relajante ducha.

No pasaron muchos minutos cuando dos orbes azules se abrieron después de no encontrar el cálido cuerpo de su ángel.

—Hmm ¿Ran?—Dudó Shinichi mirando el otro lado de la cama. Se irguió, quedando sentado. Inspeccionó con la mirada toda la habitación sin hallar con éxito a la de ojos violetas—. ¿Dónde se habrá metido?

Su respuesta fue contestada después de escuchar los pequeños chorros de agua procedentes del baño, haciendo que con ello entendiese que su amada estaba dándose una ducha.

Al cabo de un rato, la karateca salió del baño, siendo ella esta vez quien se preguntó dónde se había metido su ojiazul, ya que no se encontraba en la habitación.

Con la duda divulgando por su cabeza, decidió empezar a secarse con la toalla que rodeaba su cuerpo, cogió el vestido que había llevado puesto la noche para ponérselo de nuevo. Después, se fue al baño para peinarse el cabello.

Una vez preparada, la violácea caminó en dirección a la puerta queriendo comenzar a buscar al detective en el salón de la suite. Giró el pomo para a continuación adentrarse al lugar con el propósito de llamar Shinichi, pero esa idea se nubló cuando un delicioso olor a desayuno se adentró por sus fosas nasales. La violácea se acercó a la mesa quedándose completamente sorprendida por la magnifica pinta que poseían unas tortitas con chocolate.

—Buenos días, Ran—Habló de repente una voz masculina a las espaldas de la violácea, consiguiendo que por la sorpresa pegase un respingo.

—Buenos días— Contestó la karateca después de girarse. Era evidente que sabía que se trataba de él.

—Estaba esperando a que salieras del baño para desayunar juntos—Dijo el ojiazul mientras sacaba una silla—.Vamos siéntate

—Si, gracias—Aceptó Ran, reaccionando.

Era tan perfecto lo que estaba viviendo que de vez en cuando simplemente le costaba asimilarlo del todo en cuerpo y esencia. Pero allí estaba, en frente del hombre que más amaba, juntos.

"Hacía tanto que soñaba con vivir algo así contigo". Pensó la karateca formando una sonrisa en su rostro.

Luego, ambos comenzaron a desayunar, disfrutando como nunca de los manjares que tenían sobre la mesa, no hacía falta mencionar lo increíblemente bien que le sentaba a Shinichi pensar saber que lo único amargo que podría saborear de hoy en adelante en su vida, sería la taza de café que tenía en su mano. Estaba completamente seguro de que no existía nada que pudiera destruir el sueño que estaba viviendo, esta vez no. Nada ni nadie.

Los minutos pasaban en aquella mesa de la suite del hotel de Beika, y la de ojos violetas pensaba que ya había llegado el momento adecuado de contarle a su detective que Takheru, le dijo en el día anterior que quería conocer a su padre. Shinichi Kudo.

Sueño [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora