“Un hombre que no se alimenta de sus sueños, envejece pronto.” Dijo una vez Shakespeare y sin duda debe ser por eso que nunca maduro. Para tener 16 años ya sueño mucho con una vida casi imposible y es la constante pelea con mi mamá sobre eso, aun así nunca dejo de creer en mí. Clases de surf, tener una casa en la playa y estudiar en la mejor universidad de cine en el mundo. Todo lo que ella suele decir siempre tiene un pero, siempre. A veces odio tanto eso de ella, vive criticando lo que hago, lo que me pongo, que el surf no es un deporte seguro y que estoy lo suficientemente lejos tanto económicamente como distancialmente para cumplir mis sueños, pero ¿ella que sabe de sueños si nunca tuvo uno? Siempre está la realidad, la que destruye todos mis sueños, y siempre la realidad junto a mi mama llegan para destruirme todos mis planes. Somos muy distintas, yo tan como mi nombre, alegre, vitalista, activa y ella tan, tan… a veces desearía definir lo que es ella. La quiero muchísimo pero tiene actitudes que odio y nunca voy a tolerar, pero lo feo es cuando veo que algunas de sus actitudes se empiezan a reflejar en mí y me veo yo en 10 años como ella y no quiero ser como es ella. Tengo 16 años y espero rotundamente mis 18 para poder mudarme, claro si, siempre que digo esto ella dice “nunca vas a tener la plata suficiente para irte a vivir a otro lado a los 18” y ahí otra vez la pelea. Sin embargo lo que más más más me desespero siempre fue su forma de hablar del surf. Ella cree que es un deporte peligroso para mí y no, es el mejor deporte que pude haber hecho una vez en mi vida.
12 de Enero de 2009
-Zoe recuerda en el Take Off se rápida y fija bien los pies sobre la tabla, es la parte clave para el mejor manejo-dijo mi entrenador antes de comenzar el torneo
-Crees que es seguro que haga esto Ben? No creo que el clima sea el adecuado, mira esas nubes- dijo mi mama preocupada
-Clarisa, va a estar bien, confío en ella, o no tesoro?-me dijo mi padre, el cual también era mi entrenador
-Mama tranquila, voy a estar bien- dije calmando a mi madre
-Vamos por la copa Zoe-dijo mi papá
-Así será camarón- así solía decirle a mi papá
Mi familia no es el tipo de familia normal. Mamá y Papá se conocieron cuando Mamá estaba haciendo una gira con su escuela de baile en Australia, bueno Mamá es Argentina, muy arraigada al país, ella vive por esto, sin embargo admito que le duele ver como cada vez es peor la situación del país y yo agrego que no me siento para nada de acá, mi vida está lejos de acá. Papá sin embargo es de california. Yo igual nací en Australia donde se conocieron mis papas y viví ahí hasta los 6 años donde aprendí a surfear y teníamos una casa junto a la playa, sin embargo el arraigo de mamá por el país hizo que a los 6 años y medio nos volviéramos a Argentina y vivamos en Mar Del Plata donde a mis 7 años de edad nació mi único hermano Lisandro. Tanto mama como papa son muy arraigados a sus países lo cual genero que a fines del 2009 papa se volviera a Los Angeles y nosotros nos mudáramos a la capital de Argentina, Buenos Aires. Desde que papá se fue no lo veo, hablamos mucho, yo lo llamo y le hablo sobre mi vida pero tanto mamá como papá no tienen la plata suficiente como para que yo viaje a Los Angeles a verlo o que el venga a vernos. Todo cambio mucho desde que se separaron, sé que no fue nada malo por lo que se separaron si no que no podían vivir lejos de su tierra y es totalmente entendible, yo no sé si soy arraigada a Australia si no más que nada al mar, al surf. Desde que papá se fue no hago surf, era el, el que convencía a mi mamá para que yo participe en las competencias, pero sin el, mamá no me dejo nunca más hacer surf ni volví al mar, puede que le traiga muchos recuerdos con mi papá pero es mi vida y yo vivo gracias al surf.
12 de Enero de 2009
Debo admitir que era una gran surfista, una de las mejores de mi categoría, siempre recibía reconocimientos y diplomas nuevos, tenía el mejor entrenador y mi vida era ese deporte. Ese día había sido uno de los días más felices de mi vida, uno de los últimos de la mejor etapa de mi vida, mi mamá no decía peros y mi papá estaba orgulloso, como siempre lo estuvo de mí y mi hermano. Esa noche salimos a cenar y mi mamá dio una gran noticia, iba a ser nuevamente hermana, aun así la felicidad no duro tanto.