Aunque el estruendo de la calle se hiciera cada vez más fuerte, a Alba y a Alex les parecía que todo estuviera en un silencio sepulcral. Después de todo, era un momento de tensión. Alex, con un semblante más serio que en toda su vida, solo prestaba atención a Alba, que, roja como un tomate, no podía parar de reírse. Estaba tan nerviosa, que intentaba ocultarse el rostro con el anorak, pero no podía escapar de la penetrante mirada de Alex. Al fin, Alex decidió ser el primero en hablar:
-Entonces, ¿qué me dices?
-¿De qué?- dijo Alba sin dejar de reírse tontamente.
Alex guardó silencio de nuevo.
-Ya sabes...
Alba sabía perfectamente a qué se refería, pero estaba tan nerviosa que no podía reaccionar coherentemente. Entonces decidió hacer un pequeño repaso de los últimos acontecimientos.
-¿Te gusta Alex?- preguntó Salma.
Alba miró en dirección a Alex, que no paraba de mirarles.
-Bueno... Esto lo he estado sospechando desde hace un tiempo pero, ¿le gusto a Alex?
Salma se quedó callada unos instantes mirando al suelo. Entonces dijo:
-No le digas que te lo he dicho, pero sí. Me lo dijo cuando quedamos para ir al cine. Entonces, ¿qué dices? ¿Te gusta?
Alba empezó a sonreír. Nunca le había gustado a nadie y nunca había tenido novio. Era una experiencia totalmente nueva para ella, y la emoción que sentía era inimaginable.
-La verdad es que me gustó por un tiempo, pero pensé que solo me veía como una amiga así que intenté olvidar mis sentimientos. Sin embargo, siempre los recordaba cuando me reía con Alex. Necesito un tiempo para aclararme, para saber si de verdad lo he olvidado o si me sigue gustando.
Los ojos de Salma parecieron brillar como nunca antes.
-¡Alba! ¿Sabes lo que significa esto? ¡Si de verdad te gusta será tu primer novio! Te dije que el momento llegaría antes o después.
Tiempo después, Salma no podía evitar sonreír de felicidad al escuchar el veredicto final de su mejor amiga.
-¡Lo sabía! ¡Sabía que aún te gustaba! Se lo voy a decir. Él me dijo que si aún te gustaba te pediría salir el viernes. ¡Hoy es miércoles! ¡Qué nervios!
Alba se rió ante la reacción de su mejor amiga. Ahora, era ella la que no podía evitar reírse.
-La verdad es que antes me gustabas. Necesitaba un tiempo para pensar si aún me gustabas, pero ahora lo sé. Me gustas un poquito.
Alex seguía igual de serio, con la mirada fija en la chica roja que tenía delante. Por fin, decidió decir lo que tanto miedo le daba preguntar:
-¿Quieres salir conmigo?
Al oír estas palabras, lo único que pudo hacer Alba fue reírse aún más. Menudo momento, Alex le estaba pidiendo salir y ella se estaba riendo en su cara. ¿Qué clase de persona hacía eso? Al fin, pudo contener las risas y hablar claro:
-Vale. Pero nada serio por ahora.
El chico salió de su estado de seriedad para mirarla desconcertado. Alba, al percatarse de esto, decidió explicarse mejor:
-Me refiero a que estamos saliendo, pero que no somos novios oficiales. ¿Me entiendes?
La chica no necesitó repuesta al observar la aún desconcertada cara del chico. Alba suspiró.
-Da igual, tú no se lo digas a nadie, por favor.
A Alex se le fue la cara de confusión que tenía y dijo:
-No se lo diré a nadie.
-Gracias.
Entonces Alba volvió a reírse y Alex volvió a ponerse serio. Para sí, Alba maldijo la existencia de los momentos incómodos.
-Entonces, ¿un beso de despedida?
Alba se quedó pasmada ante la frase que acaba de decir el chico.
-V-vale.
Alex se acercó a Alba, esperando que esta también se acercara y así poder darse un beso, pero lo único que pudo hacer la chica fue volver a estallar a carcajadas. Alex, ya un poco frustrado, la miró serio de nuevo.
-Lo siento, es que es mi primer beso. ¿Puedes tú acercarte a dármelo? Yo no puedo hacerlo- replicó Alba, aún riéndose.
Dudando un poco, Alex se acercó a Alba y puso sus labios sobre los de la chica. Se alejó rápidamente.
Alex y Alba se miraban sin articular palabra, pero los dos pensando lo mismo: ¿eso era un beso? No creo que lo que pasó allí pudiera llamarse un beso, más bien parecía que Alex se hubiera tropezado y hubiera chocado con la chica.
-Menudo asco de beso, ¿no? Creo que con eso no es suficiente.
Dicho esto, Alex se volvió a acercar a Alba, para así darle un beso de verdad. Durante este roce, lo único en lo que podía pensar Alba, era en lo calientes que estaban los labios de Alex.
Después de despedirse, Alba se encaminó hacia su casa. Tenía los labios secos, pero no quería lamerlos, le daba miedo borrar la sensación del beso que aún permanecía en ellos. Aunque estuviera contenta, algo en el interior de Alba estaba inquieto, provocando una sensación de malestar inexplicable.
Esta fue, la primera prueba de que lo suyo no iba a funcionar.